miércoles, 30 de noviembre de 2011

El varón demediado


Parafraseando con intención a Italo Calvino, planteo un tema nada polémico. Leo que Google pagará el cambio de sexo de sus empleados. Y me hago un par de preguntas. Primera: si vivimos en una sociedad aún muy machista, en la que ser varón da ventajas en muchos aspectos, ¿por qué el cambio de sexo se produce prácticamente siempre en la dirección 'varón quiere ser hembra'? Segunda: si se aduce para ello una cuestión práctica (es más sencillo eliminar el pene y dejar en su lugar una vagina que lo contrario), ¿no flota de fondo la vieja ecuación que hace del hombre un ser, si no más perfecto, sí más complejo o dotado, y de la mujer un término más sencillo (de modo que hombre - pene = mujer)? Lo que queda muy cerca de la idea freudiana de la mujer castrada. (Pero, en cambio, los hechos no parece que apoyen su hipótesis de la envidia de pene: lejos de quererlo quien no lo tiene, algunos de los que lo tienen lo sienten como un incordio del que desean deshacerse.)

sábado, 26 de noviembre de 2011

Christmas Seed

Ya lo he confesado alguna vez: las clases de solfeo, que para mucha gente son un tormento, o al menos una pesadez, a mí me inspiran. Sale uno con los compases nuevos que ha ido descubriendo (hoy, un 2/2), y a poco que te descuides, el repaso se convierte en ocurrencia. Esta que les traigo va, en efecto, en 2/2 y fluye en si menor a la manera clásica, que no modal, con abundancia de notas sensibles y cadencias de dominante. Solo los timbres son modernos: melotrón y piano eléctrico. Componer algo así es en realidad hacer variaciones sobre un tema que es a la vez omnipresente e invisible. Me pregunto (y no alcanzo a responder) si a pesar de eso se sentirá en la música eso que llamamos estilo de cada uno, o si la pieza podría pasar por una composición de siglos atrás. Vds., si quieren, dirán.




Actualizo. Así suena la pieza con algunas ideas del maestro Aníbal y otros ajustes varios, ahora para flauta y clave.


domingo, 20 de noviembre de 2011

La sazón del olvido


Una gymnopedie para aliviar días que, como este, no se prometen muy alegres. Danzan un vals el harpa y la flauta travesera.



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Nueva versión habemus, para melotrón y piano electrónico:




*

Y entonces, sin más protocolo, llegó la letra:

Toda la noche soñé
con arañar tu papel;
entre sombras te quise cortar
una flor como haría Tristán
a Iseo.

Muerde la mano de miel.
Piensa que es justo tener
tantos nombres que puedas dudar
si la Muerte sabrá descifrarlos
todos.

Sueña la liebre fugaz,
vuela incapaz de llegar
donde tú con tu caparazón
vas rodando, incapaz de frenar
el tiempo.

Salvapantallas azul
tiñe mi espera de blues
mientras pienso si al fin llegarás
y saldremos por fin a buscarnos
juntos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

domingo, 13 de noviembre de 2011

Coplas del 20-N

...y ahora que por fin manda el PP...
(Rafael Herrera)

En el verso que llaman mayor por su arte,
medieval según dicen, pero aún practicable,
te querría contar lo que pienso. Me abate
la inminente derrota de las huestes sociales,
que por más que a su nombre nunca hicieran bastante
honra, son lo que queda donde pueda agarrarse
en su ruta al abismo el sufrido votante
que no está muy seguro de que privatizándose
vayan a ir a mejor los que hoy, estatales,
mal que bien nos proveen de salud (hospitales),
enseñanza (colegios) y otros bienes atales.
Ayer conservadores, hoy ultraliberales,
las derechas voraces con sus vicios contables
provocaron la crisis que ahora dicen salvable
recortando derechos y añadiendo caudales
a los ya procelosos bancos irreprochables
y al agudo inversor que en andar por el cable
adquirió, virtuoso, un poder tan notable
como falto de rostro —que si cae por el aire
allá va del Estado nuestro erario a salvarle;
mas si medra, no hay cuenta que nos toque un adarme
de las mágicas sumas que convoca su arte.
Dicha la misa, fecho el desastre,
barren la mesa con garbo notable
y se agencian las migas cual gestores del hambre:
más con menos, nos dicen, fácil es de lograrse
con que vuelva el poder donde debe quedarse
y renuncie el obrero a buscar sindicales
garantías: ¿acaso trabajar no es bastante?
¿A qué andar exigiendo posiciones estables
si el mercado es mercurio, solo en sustos constante?
Eso dicen, expertos en ambiguas verdades
que ellos mismos las hacen y las venden a pares,
ora hundiendo el Estado, ora yendo a ganarle
democráticamente para despedazarle,
sus mejores porciones regalando de balde
al poder que financia su despliegue notable
de emisoras, periódicos y otros medios radiales
con que forman las masas que de vuelta han de auparles
a las altas poltronas, dizque presidenciales.
No es mi voto, por cierto, mercancía estimable
en negocio tan pingüe; más bien, sé que si sale
nulo, blanco o rosado, o si en doy en negarles
la alegría siquiera de emitirlo, les vale
todo igual: es tan cierta la victoria espantable
que Estadística y Dios les prometen, que saben
que han ganado y nos dictan por doquier jaque mate:
suya es Grecia y es suya la pantalla en que salen
dibujados los versos que quisieran borrarles.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Verso libre


Leyendo a Tomás Segovia, un libro de ensayos, para mí nuevo: Recobrar el sentido. Lo abro por una conferencia que dio sobre el verso a una comunidad de versadores, gentes que improvisan décimas y otros géneros populares. Segovia tiene la cualidad de ver las cosas desde una perspectiva simple, en cierto modo, pero nada trillada. Observa, por ejemplo, que la música que llamamos rítmica, como la caribeña, es la menos obediente al compás: está llena de síncopas. Es así —por eso el verso libre lo inventaron los simbolistas franceses, obsesionados con la música del verso. Solo un batería experto puede tocar sin acentuar ni una vez los tiempos fuertes y variando sin aviso de compás —sin que por eso deje lo que toca de sonar, incluso como acompañamiento convincente de una canción. Juan Ramón Jiménez o Luis Cernuda son, entre nosotros, ese tipo de músicos verbales (poetas) que optan por un ritmo sutil, la música callada. Pero, salvo en su caso, qué pocas veces suena el 'verso libre' a otra cosa que a un abuso de la inercia y la tipografía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Adiós, Tomás Segovia


Otro que se nos va, esta vez, supongo, del mal de la próspera, como él lo llamaba. Sólo vi un par de veces al poeta, que resultaba fácilmente accesible: se sentaba a trabajar en el Café Comercial de Madrid armado de bolígrafo y paciencia y no se enfadaba demasiado si uno acudía a interrumpir su tarea con dudas sobre métrica u otras materias sacras. Supimos así que era también músico, aficionado pero competente (flautista mozartiano, si no mal recuerdo), y que de su paso por Breton y otros suprarracionales había salido vacunado contra la asociación de la poesía con la magia ('cuando oigo las dos palabras juntas', nos decía, 'recuerdo a aquel jerarca nazi que al oír la palabra Cultura le quitaba el seguro a su pistola'). Tan libre era el curso de la conversación que recuerdo también su opinión sobre el terrorismo de Estado ('esas cosas se hacen, en un momento dado, si no se queda otra opción; pero resulta totalmente aberrante darles una cobertura legal'). Discutimos también sobre las vocales breves y largas, pero confieso que ya he olvidado su solución al problema (cómo puede producirse dos veces lo mismo, sin pausa gramatical que valga, y percibirse como dos y no como uno) —recuerdo, apenas, que la solución del maestro Agustín, que le aportamos por si acaso (considerar esas vocales bímoras, estableciendo por tanto un límite y una pausa entre lo uno y lo mismo), no le convencía.

Como Sánchez Ferlosio o el tite Antonio, Tomás Segovia era un hervidero continuo de ideas, que brotaban sin esfuerzo, pero delataban muchas horas de cábalas y cavilaciones. También como ellos, sospecho que deja muchas de ellas por concretar —pero con las que contiene su obra publicada hay para celebrar y ahondar durante mucho tiempo. Si no harto consuelo, alguno, al menos, nos deja tan feliz memoria.

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Un homenaje (y su legendario soneto de rima en -oño) en el blog de la Biblioteca.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gerontocracia


Señala Luis Barbero que, gane quien gane las próximas elecciones, ya ha ganado la opción conservadora de ambos partidos por un candidato muy viajado, a quien resulta difícil pillar en renuncio. Aún estamos lejos de la gerontocracia soviética, pero todo se andará. Adiós, eso sí, a los Panteras Grises, que se quedan sin señas de identidad: lo viejo se integra en la opción estándar. El lema del día podría ser el de Gandalf: A las raíces profundas no llega la escarcha; / el viejo vigoroso no se marchita. En el fondo, es un regreso al modelo arquetípico del consejo de ancianos (de senex, «anciano», viene senado). Cuando un pueblo se siente aventurero, le salen gobernantes young and able, como mi tocayo el Magno o el Obama al que votó la gente (quizá no el que está gobernando). En horas de desconcierto, se prefiere lo malo conocido a lo bueno por descubrir. Como darle la vuelta a un jersey ya gastado, esperando en vano jubilar la pelusa: tras los liberales, los conservadores, y así hasta el bostezo. Lo canta David Gilmour: Thinking that we're gettting older and wiser, / when we're just getting old.