
Surrealismo —ya nuestro.
O cuando el mar acaba dibujándome
sobre la tarde llena de muñecas
abriéndose los labios: profecías
que no se cumplirán.
Cuento las noches
desde que el fuego aisló mis componentes
alzando su valor de mantequilla
sobre la tierra abierta a la sospecha.
No, jamás
mis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda,
mi dulce escolopendra submarina.
sobre la tarde llena de muñecas
abriéndose los labios: profecías
que no se cumplirán.
Cuento las noches
desde que el fuego aisló mis componentes
alzando su valor de mantequilla
sobre la tierra abierta a la sospecha.
No, jamás
mis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda,
mi dulce escolopendra submarina.
"...
ResponderEliminarmis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda
..."
Sugerente símil, Al, (déjeme que lo utilice en alguna ocasión). Y riguroso: la sensibilidad de un aparato de medida es una de sus características mas preciadas.
A mí me gustan las escolopendras. Del mismo modo que amo a los ratones colorados. Y ese mar sugerente me lleva a mi patria, esa de la calle en que vd. vive.
ResponderEliminarUn mar bien afilado, en ese caso. Predispuesto a cortar queso con la mejor de sus caricias.
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