
La casuística es varia: a veces, sin haberla compuesto aún, uno escucha la canción perfectamente formada en la cabeza —pero más a menudo se limita a intuirla, como un conjunto de posibilidades que, según el tiempo disponible y lo claro o espeso que ande uno, pueden llegar o no a tomar forma. Esta vez ha habido suerte. Aunque mi vena tiende a ser melancólica, me ha salido una canción (sin letra; un instrumental cantabile) plácida y despreocupada, que viaja por acordes soleados, de sol a re mayor, pasando sin peligro por las tierras de en medio. El oboe lleva la melodía y el piano eléctrico los acordes (que van formando otra), sobre un ritmo vagamente bossanovesco. Abundan las séptimas y novenas, y se ha colado una quinta disminuida en el último acorde, pero el tono de conjunto es amable. Pueden inhalar sin miedo. Un abrazo.
Mola.
ResponderEliminarGharghi
Pues sí, tiene algo de vuelo sobre la Tierra Media, en horas donde la luz, sin llegar a cegar, está presente. Sí que mola (igual que esa foto ante la mole herreriana, la Lonja creo, y acaso frente a la entrada del Colegio Alfonso XIII). Abrazo.
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