martes, 17 de mayo de 2011

Visita de André Breton


Aunque suene trasnochado, uno ha tenido, por suerte, algún que otro gurú en su vida. Parece justo llamar así a esos autores de los que uno acaba leyendo y coleccionando cuanto cae a su alcance, y cuyas máximas y logros le han orientado fielmente, lo mismo en días de gozo que de zozobra. Mi lista es corta, aunque no tanto que no necesite ambas manos (mi padre, el tite Antonio, el maestro Agustín, Jung, Robert Fripp, Bachelard, Borges...). André Breton, desde luego, no falta a la cita. Nunca he admirado especialmente su poesía, que incumple un tanto la promesa de sus planteamientos —pero todo lo demás que emana de él (ensayos, manifiestos, rabotazos; y, en fin, el surrealismo todo) me fascina. Incluso nuestras diferencias, que no son menudas (yo amo las que él llamaba, con asco, formas fijas), me permiten la ilusión, placentera, de un diálogo implícito, en el que yo tengo razón pero a él no le faltan motivos.

Ayer noche vino a visitarme. Me había llegado en el correo un libro descatalogado suyo, la traducción española de Arcane 17. Apenas tuve tiempo de hojearla, pero a primera hora de la noche empezaron a lloverme versos y frases que llevaban, de diversa manera, su impronta. Una de ellas lleva incluso el ISBN del famoso azar objetivo: cuando escribí sobre el enano que duerme a veces en mi pie izquierdo no podía imaginar que a primera hora de hoy me daría una contractura en el mismo. Conste que no se lo tengo en cuenta, maestro. Pero hay formas más elegantes de marcar de qué pie cojea uno. (Y ya se sabía.)

Como llegaron, proceden.

1. La mano peligrosa que atraviesa nuestros sueños.
La llamarada cómplice de un pájaro asegura
que no está hecha de imágenes la sombra. Despertamos.

2. —¡Confesad! ¡Sois el amor!
—En modo alguno.
La uña del pie izquierdo del enano
que vive intermitente en su zapato.

3. Subieron a un lugar remoto y contemplaron la ciudad desierta. Bajaron y se pasaron una hora antes de lograr aparcar su asombro.

4. Antiguamente, los mapas iban firmados. Eran la cifra de un viaje real: un billete de ida. Quien lo emprendía, no encontraba lo mismo que el viajero anterior; pero llegaba a entender por qué dibujó según qué cosas. Como lo entendería quien siguiera el suyo.

5. Placeres bretonianos. Hacerse servir una demolición al plátano.

6. En el mundo de Chihiro, como en el Mahabharata, todo es lo que es, pero no solo ni principalmente. Chihiro podría ser, de veras, la nieta de Yubaba.

7. Nuestra brújula mira al crepúsculo. Hay algo nuestro que nunca se aclara.

8. Y tacharnos / en las líneas que marcan el tiempo.

9. Alguien ha muerto. Su presencia es ubicua en la noche. Nuestras sombras son hoy sus esclavos.

10. Ha venido una flecha preguntando por mí. He mordido sus plumas. Ahora vuelo a su encuentro.

1 comentario:

j. dijo...

Me gustan mucho la 4 y la 5; la primera de ellas quizá entra más bien en la idea de Hoja de twitter caida, la segunda es puramente surrealista por el puntillo de humor que tiene.

Hay gente que es fuente de inspiración constante, sin duda.

Un saludo.