Nadar en el mar me devuelve a mi infancia. Y a los versos. Se nada a la vez en el uno y los otros, enredado en los hilos que cruzan palabras y sensaciones. En Nadja y en otros sitios señala André Breton que el agua y el fuego también fluyen del uno al otro: 'Llama de agua, guíame hasta el mar de fuego'. En los versos que hice estos días se siente también el trasvase:
Oh mar inmemorial, oh mar de fondo,
telar en cuyas mimbres arde el tiempo;
si tu príncipe soy o tu despojo
es cuestión de opinión. Ojo por ojo,
tus párpados de espuma me vigilan
con amplia imprevisión. Ardo en tu sangre.
5 comentarios:
Qué envidia me dais aquellos que sois aún lo bastante niños (per sé o a través de los hijos propios) para apreciar el mar. A mí ha dejado de gustarme. Despedime definitivamente del mediterráneo este verano.
¿Y quién ha hablado del Mediterráneo?
Sólo especificaba el trozo de mar del que me despedí para siempre.
A mí el único Mediterráneo que me mola es el de Serrat. (Bueno; y un poco el de Los Rebeldes.)
Al: hacia tiempo que no le veía.
Sr. Verle
http://queremosverle.blogspot.com/
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