lunes, 25 de julio de 2022

Páramos salvajes

 

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Acabo de ver el documental de La Polla Records. Lo empecé con dos prejuicios en mente: uno, que si vive lo bastante, todo punk acaba haciendo las paces con el jipi que lleva dentro. Otro, que a pesar de su lema 'No More Heroes', el punk necesita héroes, tipos carismáticos a los que admirar e imitar (Evaristo, en este caso).

El documental confirma en lo esencial ambos. Evaristo, hombre de campo, habla con los árboles, piensa que somos 'gente de bosque', se siente feliz en las tierras altas, entre animales y pedruscos. Y sueña con reunirse con los suyos alrededor del fuego (como Joe Strummer, el de los Clash, que acabó haciendo de esas fogatas su última Thule).
 
La Polla son un grupo democrático, pero Evaristo es la cabeza pensante, el letrista, el frontman. Los demás mueren o lo dejan, pero él permanece. Evaristo con tres chavales de veinte años seguiría siendo La Polla, y los fans lo aceptarían. El documental gira en torno a su infancia, su familia, su hábitat, sus imperdibles, sus pendientes, sus ocurrencias. En una ocasión dijo que no le interesaban las historias sobre 'el rey Arturo y su cuñao'. Pero él es el rey Arturo de este Camelot, con su Ginebra, sus churumbeles, sus caballeros y sus fans, esos súbditos felices e incondicionales que corean sus canciones buenas (las antiguas) y las grimosas (casi todas las recientes) como si de verdad no notaran la diferencia entre ellas.
 
El documental dura hora y pico, pero podría durar tres, o media. No se entra en ningún momento en el melón del rock radikal vasco y su compromiso (complicidad, más bien) con los etarras y sus profetas, los batasunos. Tampoco se le pregunta por sus relaciones con Eskorbuto y otros grupos, con Siniestro Total, con los punkarras de la Movida. Es como si los autores de la película tuvieran pocos temas de conversación y lo fiaran todo a la labia de Evaristo, que hace el hombre lo que puede, pero se repite más que el ajo y por momentos se diría como un poco avergonzado de tener que seguir haciendo de sí mismo, tal guitarrista sexagenario de AC/DC en uniforme de colegial u Ozzy Osborne chupando murciégalos. 
 
Al final, si fuiste punk, pues eso te queda. Tres o cuatro canciones que resisten el escrutinio y el cuento un poco pesado de la herocidad ejemplar e insobornable. Yo me quedo con el rey Arturo. Tiene mejores películas.

3 comentarios:

Joselu dijo...

Se le ve encantado de haberse conocido.

Mi afición a la Polla entró en turbulencia cuando hubo una ocasión en que un amigo aplicó a una situación la canción "era un hombre, ahora es poli". Este razonamiento me parece de una dimensión cruel, criminal, inhumana, y, más bien filoetarra. No me gusta la ideología de la Polla, aunque tiene algunas canciones que no están mal.

Al59 dijo...

Efcetivamente. En el problema moral de la connivencia con el terrorismo no se entra en ningún momento del documental.

francisco m. ortega dijo...

Valorar lo que fue la Polla Records desde nuestras cabezas de ahora descontextualiza bastante su significado en la sociedad y en el momento que surgió. Los dejé de seguir apenas publicaron su segundo trabajo, pero su estreno era demoledor contra los poderes que, entonces, eran puro franquismo. Es cierto lo que dice Joselu, aunque tampoco hay que olvidar que entonces morían personas a manos de algunos agentes.