jueves, 31 de diciembre de 2009

Como el viento en un buñuelo


Fin de año. Balance rápido: no hay mal que por bien no venga.

*


Las palabras de Zapatero sobre la Tierra y su dueño han tenido, al menos, un efecto positivo: me han servido para repasar, con el debido asombro, la presencia del viento en mi vida. Uno de mis recuerdos infantiles es andar por la calle, de vuelta a mi portal, con Begoña (aquella vecina morena, ya adolescente, que me iba a esperar para que fuéramos novios). Iríamos muchos, claro, pero yo sólo la recuerdo a ella. 'Qué peinadito vas', me dijo. 'Es el viento', contesté, quizá por que se riera, como lo hizo. 'El viento no peina, tonto. Sólo despeina'. 'A mí sí'. Y en esa cabezonería rampante sigo pasados los años, con esas complicaciones que adquiere todo lo que persiste y se ramifica.

Repaso versos sueltos y me sorprendo: 'Sigo esperando que el viento me lave la voz', comienza una canción inconclusa, quizá de la misma época que el estribillo de aquella otra: 'Y el viento, siempre atento, repasaba su labor: / florecillas del averno, fotos a todo color / de mis sueños'. El viento, también, como maestro de cifra: 'Envuelto como el viento en un buñuelo'. El que más me gusta, en fin, iniciaba o concluía un poema del que sólo se ha salvado él: 'Trayectoria ejemplar: / un papel que lleva el viento'.

Tampoco son todo poéticas y epitafios. De cuando aquel paseo con Begoña viene también el recuerdo de Don Viento, aquella canción de Barrio Sésamo. Valga, en el original, como extraño villancico. Feliz Nochevieja a todos.





miércoles, 30 de diciembre de 2009

El niño busca su voz


En estas Navidades eleusinas (luego explico, si puedo) voy conociendo a Mompou, en sus diversas facetas: pianista, musicador de poemas y compositor para guitarra y orquesta (aunque las piezas orquestales que compuso, no las orquestaciones a posteriori de piezas para piano o guitarra, me está costando mucho encontrarlas). Tenemos la suerte de que su viuda, Carmen Bravo, pianista excepcional, explicara en su día muchas cosas sobre la estética de Mompou, su sentido del humor y el humus del que crece su obra. La pieza no tiene desperdicio: se abre con unos compases de una de mis canciones favoritas de Lorca:

El niño busca su voz.
(La tenía el rey de los grillos).
En una gota de de agua
buscaba su voz el niño.
No la quiero para hablar;
me haré con ella un anillo
que llevará mi silencio
en su dedo pequeñito.
En una gota de agua
buscaba su voz el niño.
(La voz cautiva, a lo lejos
se ponía un traje de grillo).



martes, 29 de diciembre de 2009

Concierto a la vista

Ensayando con Ciento Volando, para recuperar el tiempo perdido. Tenemos concierto el cinco de enero, en el Rincón del Arte Nuevo, a las diez de la noche. La combinación de sonidos es curiosa: bajo, guitarra eléctrica, bouzouki, más algo de saxo y flauta. También el repertorio: clásicos (Hoy toca) y muchos estrenos, que incluyen incunables (Lo improbable) y novedades (El maestro de órgano). Si les place, allí nos vemos.

(Tocaremos, por cierto, Íbamos andando, aka El rock de los gatos. Allá va.)




lunes, 28 de diciembre de 2009

Damunt de tu només les flors


Mil gracias a Josepepe

Youtube y la necromancia. Invoco al espíritu de Mompou (enter) y aparece el compositor en persona interpretando al piano, junto a Victoria de los Ángeles, esta maravilla. Que la disfruten.

Damunt de tu només les flors.
Eren com una ofrena blanca:
la llum que daven al teu cos
mai més seria de la branca.

Tota una vida de perfum
amb el seu bes t’era donada.
Tu resplendies de la llum
per l’esguard clos atresorada.

Si hagués pogut ésser sospir
de flor! Donar-me com un llir
a tu, perquè la meva vida

s’anés marcint sobre el teu pit.
I no saber mai més la nit
que al teu costat fóra esvaïda.


Sólo las flores sobre ti.
Eran como una ofrenda blanca:
la luz que daban a tu cuerpo
no volvería ya a la rama.

Toda una vida de perfume
junto a su beso te era dada.
Resplandecías de la luz
por tu mirada atesorada.

¡Pudiera ser suspiro yo
de flor! Y darme como un lirio
a ti, para que así mi vida

fuera a morir sobre tu pecho.
Y no saber la noche más,
que junto a ti se desvairía.



sábado, 26 de diciembre de 2009

Preludio de la Suite Compostelana

Sigo con mi ciclo particular. Hoy, Mompou para guitarra: un planeta lejano, pero íntimo. Mompou compuso esta suite para Andrés Segovia, en 1962. Al parecer, fue una de las pocas veces que compuso para un instrumento distinto del piano. Toca (y cómo) Thomas Rouw.


jueves, 24 de diciembre de 2009

Jeunes Filles aux Jardin

Con los impresionistas pasa lo mismo que con los años 60: detrás de los nombres obvios (en este caso Debussy, Ravel y Satie) hay otros logros magníficos, que la comparación ha oscurecido. Mi profesor de guitarra, Aníbal, me comentó después de oír La puerta secreta que, teniendo en cuenta las cosas que voy componiendo, me encantaría Federico Mompou. Y tiene razón. Como suele pasar, me sonaba el nombre pero nada más. Espero que haya escrito tantas piezas como días del año, y poder descubrirlas a ese ritmo. Ésta, desde luego, es un magnífico comienzo. (La segunda versión, para sexteto de jazz, recuerda por momentos a Nino Rota y ¡Soft Machine!).



miércoles, 23 de diciembre de 2009

Guerra Civil: la noche de los muertos vivientes


El verdadero mito de la Guerra Civil (el único que merece ese nombre, del que tanto se abusa) es una variante de un mito más viejo: el del eterno retorno. Para los trastornados por el guerracivilismo, el tiempo es una ilusión, una añagaza. La guerra no empezó en el 36, sino en el Paleolítico; no ha terminado, en cualquier caso. Zapatero es Negrín, si no Durruti —y Hermann Tertsch, Ramiro de Maeztu. Hordas rojas recorren las calles violando monjas (para obligarlas a abortar) y le roban la moto al Marqués de Cubaslibres. Hay que hacer algo, repiten los conscientes, y esperan que en los cuarteles alguien escuche y comprenda. Hoy, como ayer, sólo Italia está dispuesta a dar el callo a nuestro lado. Que no decaiga.

*

En efecto, un mito es una historia previa o exterior a la Historia. Cuando un suceso real se lee en clave mítica, todo se trasforma en pretexto, discurso en clave. No importan las apariencias: nada sucede que no haya sucedido ya, y, por eso mismo, nada puede cambiarse. España es la Guerra Civil. Aquí pasó lo de siempre. [¿Hay salida? Desde luego. La que practica el Coyote en este dibujo de Pluto (5:08-10).]

*

Hay un trasfondo muy cristiano, por lo demás. No sé si en otra religión se hallará algo similar a esa costumbre de leer el pasado (el AT, Asturias, las luchas de liberales y conservadores) como prefiguración del momento crítico (i.e., el 36-9) y todo lo venidero como conmemoración, consciente o no, aguada siempre, de los deicos eventos. No importa cuánto se alejen los hechos de la pauta, ni cuán improbable resulte volverlos a su cauce: la Segunda Venida (ese algo indecible que hay que hacer) es un milagro, pero está en el guión. No habrán muerto todos los presentes antes de que (España estalle, el Ejército deba intervenir, surja un líder a la altura del reto), etc. Reíd. Ya temblaréis.

*

Literatos de tercera y cuarta fila, nonatos incluso, los hay en cualquier período; pero sólo los del 36 y sus orillas son objeto de tan amoroso escrutinio. Es la cábala paciente que fatiga el Eclesiastés, pero también el libro decimonono de Baruch, si lo hubiere. En época de revelaciones, el detalle esencial puede esconderse en cualquier obra de apariencia menor. La autoría individual pierde, de hecho, importancia: se trata de reconstruir con precisión la red de envidias, intereses, mentalidades, y para ello ningún material sobra. Nada es banal cuando un país se dispone a afrontar su destino.

*

La izquierda, por supuesto, tiene su propio parque temático: la República. Para ellos se trata de que sea lo que no pudo ser: otra vez, pero esta vez la buena. Poco que ver con la derecha delirante, de gustos más broncos: su aspiración no tiene nada de utópico. Se trata de que venga de una vez (¡nos conocemos!) lo inevitable.

martes, 22 de diciembre de 2009

Me visitan los marcianos


Me visitan los marcianos
como bandejas que flotan,
como tartas que rebotan
entre dos planetas planos.
Reverdecen los veranos
sus menudas intenciones,
antenas y posiciones
de hormiga maleducada.

Me los como en ensalada.
Me devoran las visiones.

(Antonio Hernández Marín,
Pequeño libro de planetas y banquetes)




sábado, 19 de diciembre de 2009

Trasfondo


Blanco y negro: sigue abierta la convocatoria.

*


Leo que Machado proponía recoger fuera del poema, pero al cabo en algún sitio, la metafísica que sirve de fondo al texto poético, y que alguna relación tiene con éste. Uno se educó con la creencia contraria, que no deja de ser razonable: lo que el poema no dice, es inútil que el poeta o algún otro comentarista lo añada en nota o al margen. Es un placer saltarme por una vez este dogma para darme un gusto múltiple: mostrar al lector tonto o malintencionado (lo uno es lo otro) lo que no supo ver y explorar la conexión con un par de pensadores privilegiados: el anarquista Proudhon y (¡ops!) nuestro presidente, Rodríguez Zapatero.

Los versos que tengo en mente abren un poema que envié recientemente a los cuervos:

Con el lenguaje idéntico del llanto
pedimos lo que no nos pertenece.
Todo el silencio es nuestro o viceversa.
Lo eterno no es rival de lo que empieza.

Por la posición en el poema y por el contenido mismo (el llanto, lo que empieza) es claro que estamos en territorio primario, infantil. Nacemos llorando, pidiendo lo que (ya) no tenemos, y protestando por ello. Nunca dejaremos de hacerlo, aunque el instrumento se vuelva más sofisticado, pasando del llanto al lenguaje articulado, sin mudar el propósito (lenguaje, pues, idéntico en función al llanto; pero también, por inarticulado, llanto idéntico a sí mismo: un lenguaje primario que reitera su única palabra y mensaje).

Nacemos sin nada: todo lo que nos llegue será primero cesión, regalo; luego, apropiación mediante la violencia o el trabajo. Pero así nacieron todos. Nada es de nadie, hasta que alguien se lo apropia: no miente Proudhon (y no tiene nada de ingenuo) cuando escribe que la propiedad es un robo. 'A partir de ahora, esto es mío. ¿Alguien tiene algún problema?'. Sólo secundariamente llegaremos a confundir lo que somos (lo que es, impersonalmente, nosotros) con lo que tenemos (diciendo 'mi mano' con la misma música que 'mi finca'), o aun aquello que nos posee (mis gustos, mis ideas, mis dueños, mis enfermedades).

La tierra, en fin, antes de ser de quien la trabaja o la rodea con una valla electrificada, no es de nadie; y, en algún sentido, nunca llega a serlo, más allá de la ficción legal. 'De nadie' significa que ni siquiera es del viento; pero se entiende, más allá de la torpeza, el propósito de la metáfora que tanto le han reprochado a nuestro presidente en la última cumbre anticlimática. (Quien, por cierto, es evidente que hablaba de la Tierra, del planeta. Todos los comentarios que he leído lo pasan por alto. Hasta ese punto llega la manipulación sistemática.)

La posesión, por otra parte, no es la única manera de pensar nuestra relación con las cosas. La palabra es en origen ruego apelativo o vocativo (mamá, teta) pero también, al mismo tiempo o poco después, identificación de lo que hay con lo que guardamos como idea en la cabeza —y convocatoria mágica, en fantasma, de lo que no hay mediante su huella o recuerdo (hágase la luz; sea x). Así no las palabras, sino las imágenes que evocan, devienen sucedáneos de las cosas, pero también destilación y enriquecimiento de las mismas, que permite el nacimiento de lo que nunca vimos (la fuente que nadie ha labrado: Ripple; el sol de medianoche): ficción, pero también arquetipo (eso que Jung llama 'lo más verdadero que lo verdadero').

Así el silencio, lo no dicho, es espacio sin límite a nuestra disposición, todo nuestro, donde podemos hallar o inventar (etimológicamente, y acaso no sólo, lo mismo). Pero qué es sino invención nuestra identidad: no es menos cierto que 'nosotros', como un fantasma más del mundo del que se habla (no en cuanto praxis: el que habla), surge en el silencio y a él vuelve.

A ese ir y venir de no tener nada a participar y adquirir, para luego perderlo (y perdernos) en el desengaño o el deterioro, sufrir en definitiva, lo llamamos vida. Pero lo que haya en todo ese circo de puro o permanente, en ninguna parte está más vivo que el inicio, abierto a todas las posibilidades. Cualquier hombre o mujer de éxito, asentado, que no haya enloquecido del todo cambiaría sus medallas o posesiones por volver a los quince años, si no a los siete. No digamos nada si el balance de lo vivido es más bien lúgubre. Poner el marcador a cero, hacer tábula rasa muriendo o borrando lo vivido, lo escrito: no es extraño que lo uno y lo otro se crucen tan a menudo en la fantasía del suicida o el melancólico.

No nos es dado entrar en lo eterno, salvo tornándonos muerte o dejando que lo intemporal se (des)diga encarnando en lo accidental, transparentándose en ello. Empezar a comer cuando se tiene hambre es más satisfactorio que imaginar el cuerno de la abundancia; y si éste se hiciera 'real', sólo pasaría por tal cuando le echáramos el diente. Lo eterno, en fin, sustenta lo que hay como la forma el objeto, pero es inútil pretender trascender el accidente buscando lo invariable, inaccesible en cuanto tal. En ningún sentido es lo eterno rival de lo que empieza.




viernes, 18 de diciembre de 2009

Christmas Time is Here Again




Me llega este crisma, fruta de temporada. Con gusto lo comparto.

CARTA A LOS DE LA FAMILIA
¿NAVIDAD OTRA VEZ?

Como una bola de nieve falsa lanzada a rodar desde lo alto que amenaza aplastar el nacimiento con todas sus figurillas, como no puedo menos de sentirla venir (que a ver quién se libra) y de encontrármela ya istalada con todos sus anticipos (ya sabéis: anuncios desde hace por lo menos un mes, derroche de lucecitas de colores, escaparates despampanantes rebosantes con los artículos de la felicidad que se compra para todos los paladares, números de lotería para todos los compañeros, planes y planes de viajes y comilonas y encuentros con los seres queridos, muchedumbres impacientes por hacer el ridículo en masa inundando los lugares de la compraventa con los mismos gorritos y cuernos y pelucas del año pasado, declarando con su desvergüenza la vergüenza que nadie quiere sentir, familiares embaucando a sus tiernas crías, que piden ansiosas que les embauquen y les prometan el oro y el moro para las fechas señaladas...), os envío esta carta no ya sólo para deciros que no contéis conmigo, que no voy a poder cumplir como está mandado, sino también para animaros a desobedecer por una vez: que también vosotros podíais dejaros arrastrar por la desgana o la pereza de cumplir con el cansado y consabido programita de cenas y jolgorios reglamentarios. Que lo celebren ellos -¿no?-, los que lo necesitan. Quiero decir ellos: los grandes almacenes con sus grandes números de clientes, los ayuntamientos, las empresas, políticos y banqueros, reyes y pontífices, los medios de formación de masas de individuos con la televisión a la cabeza, los bloques de pisos recuperando el número completo de miembros aún con vida de cada nicho familiar, los automóviles que tienen que petardear al compás de las fechas del año prometido; que lo celebre papanoel, ¡vaya!, y los que tienen siempre tanto interés en hacer que los niños que nazcan reciten el credo que les toque y no se dejen pensar ni hablar como Aquel otro cuyo nacimiento dicen celebrar, que ése decía algunas cosas que no conviene dejar que suenen, y doctores tiene la Iglesia para esplicarnos cómo no atentan en realidad contra la fe de los padres y de la familia entera y de la humanidad entera, como atentarían si se oyeran de verdad. En fin, que no saben lo que hacen, pero todo su empeño es disimularlo y decir que sí, que cómo no: que si tradición, que si turrón, que si fechas van y fechas vienen y que si paz y amor en medio de la guerra y del dinero. ¿Y vamos a ser nosotros también de la misma Familia del Género Tonto, con las caras que se nos están poniendo de tanto obedecer?

Lo voy a poner más claro: que lo celebren los que estén muy contentos consigo mismos, con la vida que llevan y han llevado ellos sus padres y sus hijos, con la marcha del mundo y lo bonito que lo están dejando, con la Ciencia y la Educación y el Deporte y la Carretera, con el progreso del Ser, del Estado y del Capital. Si vosotros sois de ésos, pues nada: a celebrar el éxito y el triunfo de un año más. Si no, ya nos encontraremos por ahí y nos reiremos un poco de las fechas señaladas para la espera, porque tampoco pasa nada por no celebrarlas (¡fuera restos de superstición!), y que quizá haya en ello un aliento de cordura y de salud y de descubrimiento de que aún hay vida que desde aquí deseo que nos invada a los que, ante la repetición del engaño, podamos quedarnos preguntando “¿otra vez?; pero ¿por qué? ¿Qué es Navidad? ¿qué es Nochebuena? ¿qué es…?” .

¡Salud y razón para esos corazones!

ni está el mañana (ni el ayer) escrito.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Canon


Iª vez

Creímos estar solos, abandonados.
La inmensidad nos enredó como una hiedra
nudosa y ruín; creímos estar tristes,
vanos bajo el aburrimiento y las instancias
de los crepúsculos: todo lo bello sobra.

Pero nuestro proyecto es la Ciudad,
sus calles que congregan a los números
vivos, sus plazas que desencadenan
la expansión, su monumento irradiante.

IIª vez...

A veces somos indiferentes, soberanos.
Medidos, un azar y el Universo
valen lo mismo; a veces coincidimos
con el tren de las horas, se detiene
la ley, merodeamos por márgenes exentas.

Pero nuestro proyecto es la Ciudad,
sus avenidas rectas que apuntalan
el horizonte, el vertebrado sol
de su armonía, su eje razonable.

...y IIIª vez

Transitamos, huimos, merecemos, trepamos
por una vuelta más; esto es cuanto había
tras las preguntas, éste el mundo límite;
acaso la Ciudad sean sólo sensaciones,
sombras de una pared; no obstante, aún la esperanza...

Pero nuestro proyecto es la Ciudad,
el perímetro exacto de los hechos:
nuestras pasiones flotan en el ambiente
y decaen con la niebla de las tardes...

(M. 9·10·85)

[Antonio Hernández Marín, Cuaderno B (años 80)]


sábado, 12 de diciembre de 2009

Diciembre sabe a chocolate blanco


Por Navidad
a ver qué tal envuelves
la realidad,

escribí hace tiempo. Conviene no olvidar, de todas formas, que la realidad misma es un envoltorio (o un embolado).

*

Hoy, vía Wikipedia, he pagado un tributo de gratitud a Fergus Hall, el creador del Tarot de 007 o Tarot de las brujas, que me acompaña desde crío (3 años tenía cuando salió a la venta como parte del merchandising de Vive y deja morir). La película en sí me deja tan frío como el resto de la serie Bond, pero es notable que en torno a ella giren tan buenos planetas: el Tarot de Hall y la sintonía compuesta por McCartney.



*

Si se hiciera una lista de los damnificados por la Verdad, los obsesos de la ficción ocuparíamos un puesto importante —sólo unos puestos por debajo de quienes han creído que la Verdad les acompañaba y han despertado (o no) demasiado tarde, a solas en la intemperie.

*

Con ustedes, Trapiello y su larga nariz de madera.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La trastienda


Sigo recordando sueños. En el de ayer, aunque la edad ya no acompaña, estoy pasando unos días en un campamento de verano, y salgo a dar una vuelta por un camino de tierra que parece perderse en el campo, con un amigo algo mayor que conoce la zona. Entramos en un pueblo que, como Navalmoral, consiste apenas en una calle principal con comentarios. En el sueño lo llaman Piornal, pero tiene poco que ver con el pueblo de ese nombre. A los lados hay vallas muy altas, de color verde oscuro, y edificios aún más elevados. Se supone que aquello es una reconstrucción de lo que fue el pueblo en época de los indianos, con palacetes y prodigios varios, pero lo poco que no cubren las vallas, hoteluchos y restaurantes cutres y pretenciosos, parece más bien de los años 70, y mi amigo, que algo sabe de estos temas, comenta con sorna que de la época colonial no quedan allí ni dos piedras juntas. La Junta, eso sí, se ha gastado un pastón enorme en convertir aquello en una suerte de parque temático de lo extremeño, con tiendas de productos típicos que parecen, aunque abiertas, totalmente abandonadas. Entre dos vallas de aquéllas (en las que están escritos los presupuestos y plazos mayúsculos del dinero gastado y por gastar), un pasadizo nos lleva a lo que resulta ser una librería, modesta a primera vista, pero en realidad enorme. Allí sí hay gente: es como si los pocos habitantes del pueblo se hubieran reunido en aquel lugar para charlar, en voz baja, de sus cosas. La ordenación de los libros me confunde, hasta que comprendo que siguen (caso inédito) la CDU. El librero indica a mi amigo que ya han reunido su pedido: toda una larga balda de libros viejos, con volúmenes encuadernados de forma artesanal y algunas hojas manuscritas. Buscando algún título de mi gusto, voy a parar a una estancia algo retirada, donde no hay nadie, sólo cientos de libros colocados en sus baldas y marcados con un punto rojo en el lomo. No está claro si están o no a la venta. Echando un vistazo descubro títulos muy interesantes, de Gilbert Murray, por ejemplo. La marca a fuego se debe a que todos ellos han sido condenados por el Mossad, aunque en realidad tratan de los temas más diversos, sin sesgo político apreciable. Flota también la idea de que aquellos son los libros *originales*, irremplazables; los que circulan por el resto de la librería, aunque valiosos, son sólo traducciones y reediciones de este canon. Tomo en mis manos un volumen sobre los misterios de Eleusis, en inglés, pero no sé si llego o no a adquirirlo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Aladas palabras


Escribe Hillman que los sueños han sido uncidos a los sistemas que los interpretan; pertenecen a escuelas: hay "sueños freudianos", "sueños junguianos", etc.. Tiene razón, pero no es tan malo como lo pinta. No se trata sólo de una violencia ejercida desde fuera contra la verdadera naturaleza (indefinida) del sueño. Los sueños, insaciables miméticos, asumen como un reto todos los estilos o registros que les sugiere nuestra dieta lectora y fílmica. Es imposible que leer a Jung no enriquezca la trama nocturna: para no quedar como un patán, el guionista interior se ve obligado a sofisticarse. (Del mismo modo, quien lee a Breton llama la atención del azar objetivo: ha entrado en nómina.)

*

Los lugares de los sueños son decorados, ficciones ajustadas a un único propósito: la verosimilitud inmediata. Todo es lo que parece: un entorno hecho a medida y dotado de una naturaleza orgánica, como si lo estuviera tejiendo una araña. Materiales y formas mutan constantemente (el palacio se convierte en cementerio, nuestra madre en Taras Vulva —sic—), pero la metamorfosis no sucede nunca ante nuestros ojos: como un tahúr, el sueño aprovecha que nuestra atención está en otra cosa para convertir lo que no miramos en algo que, un momento después, puede pasar por coherente —lo es, de hecho, aunque sólo en ese instante. Es cierto que hay fallos: ese sueño en que, tras bajar al sótano de una librería de viejo, me obstino en abrir un volumen, para mí inédito, de Lovecraft y leer lo que pone. Las letras brincan y no acaban de fijarse. Al tercer intento, se convierten en hormigas aladas que invaden las mesas y el suelo, y tengo que salir corriendo —no ya de la tienda, sino del sueño.

**

...tejiendo en torno suyo una atmósfera dramática con un hilo de elaboradas mentiras que no se molestaba en sostener de un día para otro (La vida de André Breton, p. 46)




sábado, 5 de diciembre de 2009

Pureza y peligro

..esa mezcla de seducción y miedo que es la sexualidad (La vida de André Breton, p. 15). Si no 'la sexualidad', esa sexualidad simbolista, posromántica, de la virgen lasciva. El Grial y su lanza sangrante: pureza y peligro.




*


Nuestro amigo ha ido sembrando sueños, algunos inquietantes. Yo tuve uno la noche antes de enterarme de su muerte: mi hermano había muerto en un accidente de coche y yo partía en su busca. Cuando llegaba al coche, vacío y abandonado en una cuneta, encontraba una llave. En un gimnasio cercano, la llave encontraba su taquilla, y dentro un cuaderno o carpeta con poemas. Incluso en el sueño, yo sabía que mi hermano no escribía poemas ni tenía un coche como aquel, de los que se pueden conducir sin carnet. Desafiando lo posible, ese cuaderno existe y está en mis manos.

Hoy estábamos en el porche de su casa, que nunca la tuvo. Antonio está tendido en una hamaca, y yo no espero que despierte, pero lo hace, para volver a quedarse inmóvil en cualquier segundo. La hamaca y su vaivén: de un lado al otro de la muerte. Cuesta hablar con Antonio: parece distraído, aunque aprecia mi entusiasmo. Por la casa van pasando nuestros amigos, que traen vino, libros, hachís. Unos vienen a despedirse de su cadáver, y eso parece ser lo que ven; otros hablan con él distendidamente. En algún caso, a la salida oigo un murmullo: la muerte no ha curado según qué heridas.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Vals de los muertos (y puerta secreta)


Hay que ver qué ideas tan raras se me ocurren. ¿Será el tiempo?

(Actualizado. Animado por Gharghi, he añadido unos compases a La puerta secreta. La versión de GoEar es la más completa.)









martes, 1 de diciembre de 2009

Sixties


Sigo a la escucha. La lista de correo dedicada a la Incredible String Band es una fuente inagotable de sugerencias e ideas. Se debate estos días sobre la música de los 60: qué la vuelve especial y cómo contrasta con la anterior. Una observación interesante es que las melodías de esta época no tienen generalmente el acabado perfecto de las grandes creaciones del cancionero americano (el repertorio, un suponer, de Sinatra). Nacen de una música deliberadamente simplista (el rock'n roll de los 50) y, a pesar de la sofisticación cada vez mayor que impulsan los Beatles, retienen siempre un carácter ingenuo y urgente, abierto a la improvisación, el cruce y el experimento. Con frecuencia, sólo el arreglo y la interpretación vuelven memorable lo que, reducido a partitura, suena banal (prueben, por ejemplo, a interpretar Like a Rolling Stone como instrumental, al piano). De ahí quizá que, a pesar de que el repertorio de los 60 se recrea una y otra vez en las décadas siguientes, casi todas las versiones nos dejen una impresión de sucedáneo descafeinado, casi molesto.

Aunque nadie lo dice claramente, quizá por temor a la neocensura, la influencia de las drogas psicodélicas es esencial. No porque éstas resulten necesarias para hacer buena música, o la garanticen, sino por las vivencias específicas que producen y que gran parte de la música de los 60 intenta recrear por sus propios medios: disolución de límites, revelación inesperada de maravillas, armonía de contrarios, visión del alma de uno como un fascinante (y a veces tétrico) parque temático. Me parece bastante claro que es esta 'temática' (por llamarla de algún modo: en realidad, se expresa tanto o más a través de la música misma que de las letras) la que da ese sabor especial a la música, al menos, del 66 al 73.

Por otra parte, asombra la calidad de la música que se hizo entonces y no alcanzó reconocimiento masivo. Hay cientos de discos notables por descubrir, más allá de los diez nombres más evidentes (Beatles, Stones, Kinks, Who y etc.). Uno de ellos, por ejemplo (siento, por cierto, que quien lo subió a YouTube no permita incrustarlo aquí; ¿por qué?). Y otro:





lunes, 30 de noviembre de 2009

El amor


Estos días me persigue la malquerencia. Buena ocasión para recordar este poema de Antonio.

El amor

Caí del Otro Mundo...,
de la Recta absoluta del cristal.
Sentí vergüenza y desnudez.
Anduve
con los ojos cerrados todo el día,
sin querer saber nada,
imaginando
que el sueño es doble y todo está vacío.
Y después, no sé cómo, los abrí
y te vi: habías caído y dabas vueltas
a mi lado, sin verme y, como yo,
sin querer saber nada,
imaginando
que el sueño es doble y todo está vacío...

[Antonio Hernández Marín, Cuaderno B (años 80)]


domingo, 29 de noviembre de 2009

De la mano de Poe


Un matrimonio logró colarse en la fiesta de Obama y darle la mano. Ya podía haber tenido Grace Slick tanta suerte con Nixon, cuando intentó convidarle a una copita de ponche lisérgico.

*

A veces, la traducción mejora el original. Mis terrores, escribió Poe, no son de Alemania, sino del alma. La semejanza accidental de las palabras castellanas (paronomasia, en Linneo) dota a la contraposición de una energía nueva, contraria quizá al propósito del autor. Alemania contiene alma: ésta es el alma o almendra de aquélla —pero la conexión funciona también al revés: también el alma tiene su propia Alemania, su propia terra gothica e incógnita. En esa provincia o reino (y no en otros, de los tantos que el alma pueda tener) vivió y padeció Poe, aventurero psicodélico donde los haya. Y allí parece haberse quedado tras su muerte, tal nuevo Virgilio. Por esa Europa espectral conducirá años más tarde los pasos de su sucesor: cuando a H. P. Lovecraft le felicitan por la descripción de París que aparece en uno de sus cuentos (La música de Erich Zann), confiesa que sólo ha estado allí una vez. With Poe. In a dream.

*

Sobre Poe, un nuevo libro. De muestra, un pezón. (¡Y otro sobre Breton! No paramos. Bien está.)

*

Alguien se ha dejado abierta la puerta del portal. Una anciana se detiene a cerrarla. Puerta cerrá, llega el diablo y se va.Ojalá.

*

Hoy me apetece utilizar esto como un cuaderno de anotaciones. Otra: en muchas culturas se da el fenómeno de la glosolalia. Un médium entra en trance y comienza a 'hablar en lenguas', cantando o salmodiando en una lengua inédita. Si no recuerdo mal, en los textos mágicos griegos se llama nombres efesios, o bárbaros, a estas incursiones en la lengua de otro mundo. Sin embargo, el sismógrafo no yerra: la música gramatical (acentos, entonaciones que marcan la modalidad de la frase, pausas de coma, punto, etc.) de cada medium corresponde a la lengua habitual del mismo. The speech of glossolalists reflected the patterns of speech of the speaker's native language. También los espíritus tienen denominación de origen.

*

Por otro lado: glosolalia y jitanjáfora. La vanguardia vuelve, conscientemente o no, sobre las formas expresivas del espiritismo. El ejemplo más famoso es la escritura automática; pero ya se ve que no es el único.



miércoles, 25 de noviembre de 2009

Salvado por las Vainica


Taquicardia, el Álbum Blanco de Vainica Doble, es quizá el mejor de los suyos. Era 1984, el año de La ley del desierto, la ley del mar. El libro que Fernando Márquez, el Zurdo, escribió sobre ellas en la colección Los Juglares, de Júcar, publicado en julio de 1983, había demostrado a los modelnos que no era pecado gustar de las Vainica, y una compañía independiente, Nuevos Medios, ofreció a nuestras damas la oportunidad de explayarse como mejor les pluguiera. La aprovecharon, pariendo un disco doble donde incluso los éxitos (como éste que les traigo, profanado en su día por Sergio y Estíbaliz) aparecen envueltos en arreglos arriesgados, con abundancia de piano clásico y arreglos beatlémanos. Habría que esperar a su última entrega, En Familia (también con un pequeño sello independiente: Elephant Records) para que el dúo volviera a dar lo mejor de sí. De Berlanga y Canut a los Planetas, pasando por Pauline en la Playa y La Monja Enana, todos los que saben han reconocido el magisterio de este dúo de señoras de cierta edad, mercuriales e imprevisibles. En estos días agotadores, en que uno aprende a no desear lo que no tendrá tiempo de hacer (por ejemplo, mantener en pie este blog), Taquicardia (un disco que nunca logro oír entero) me va entregando a tropezones sus secretos. Lo mismo les deseo.




viernes, 20 de noviembre de 2009

Lo restante (y II)


Nueva entrega de la orquesta encantada: esta vez clarinete, vibráfono, cello y guitarra. La melodía surgió mientras leía el poema de Antonio, así que en cierto modo lo comenta. Va por usted, maestro.

(Edito: la versión en GoEar es la más reciente, con algunos cambios, creo que a mejor, en la instrumentación y el acompañamiento. Sigue el cello. Salen los demás instrumentos y entran en su lugar corno inglés, dulcimer y piano eléctrico.)







*


Vaya. A Antonio Piñero, que algo sabe de estas cosas, también le gusta Ágora. Ya somos dos. (Con García Gual, asesor de Amenábar, tres.)

domingo, 15 de noviembre de 2009

La fe mueve montañas


La fe mueve montañas.
La fe las desarraiga, sobre todo.
Convierte la pendiente en una raya
por la que nada sube ni desciende.
'Dios' dices, y no hay dios en el Dios tuyo,
ni vértigo ni espíritu travieso.
Se mueven, sin embargo
ya están muertas.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Despedida


(Nota del transcriptor:
Para Fuensanta y Sergio.
A ambos os lo debía.)


Todos
los poetas
han escrito
alguna vez
ese poema
que se inicia
con el verso
cuando yo muera...,
o yo me iré...,
o al ver mis horas de fiebre,
etcétera...
Yo también
soy poeta
en el deseo.
Quisiera
decir palabras
nuevas,
palabras
viejas.
Por ejemplo
decir:
cuando yo muera,
y yo me iré,
o al ver mis horas de fiebre,
etcétera;
y que
al oírlas
o al leerlas
te sonaran
eternas.

Escribir
por ejemplo:

cuando yo muera,
sonríeme.
Deja
mi cuerpo
al sol.
Mi cuerpo
concebido
bajo las piedras.
Que la luz
me disuelva.
Ni descanso
ni paz
ni olvido
ni tristeza
ni muerte.

O por ejemplo:

...y yo me iré
sin niebla
sin misterio
sin miedo,
casi
sin darme
cuenta.
Simplemente
me iré
de donde nunca
vuelva
para romper
el vicio
de la circunferencia.

O también por ejemplo:

al ver mis horas
de fiebre,
cuando desierta
esté mi casa
y lenta
llegue la última
hora
y me duela
aún la ignorancia,
escribiré mi último
poema:

"Amigos,
la muerte es la última
escena.
Levantad
el telón.
Sólo se mueren
cuantos aquí
se quedan".

[Antonio Hernández Marín, Cuaderno B (años 80)]

*

Cortesía.


viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Alguna pregunta?


Ya preguntas por qué
sin saber qué preguntas,
sin saber que preguntas
por la causa imposible,
el motor que se esconde,
la razón de la huida.
Ya preguntas. Contesto
lo que sé: "por si acaso".


jueves, 12 de noviembre de 2009

Polanski encerrado

Pues eso: tres canciones con Polanski encerrado. La primera es del musical hippie por excelencia, Hair ("Claude Hooper Bukowski / finds that it's groovy / to hide in a movie, / pretends he's Fellini / and Antonioni / and also his countryman Roman Polanski"; visto lo visto, también habría valido ésta); la segunda, de Vainica Doble ("el gato de Polanski / se pudre en el ropero"); la tercera, de Polanki (o Polansky) y el ardor, grupo punkarra de la Movida.









jueves, 5 de noviembre de 2009

Los trenes de Tozeur


A los amigos de Facebook, ellos saben por qué

Los tranvías de mi pueblo (en mi pueblo no hay tranvías). Así los trenes de Tozeur, localidad tunecina que linda con el desierto, y a la que no llega (dicen) la red ferroviaria. Haberlos, sin embargo, haylos: en un viaje al lugar (¿quizá en busca de las raíces del sufismo?) Franco Battiato los vio avanzar entre espejismos, y les dedicó esta canción, una de sus mejores, incluida (alimentando mi sospecha) en Ecos de danza sufi. El invento concursó en Eurovisión en 1984, en voz de Battiato y Alice, pero no tuvo que pasar por la ignominia de la victoria. En 1998, las dos volvieron a interpretar la pieza juntos en directo. Aquí van las dos versiones.

(A todo esto, resulta que hay un tren de Tozeur; más exactamente, lo hubo, dejó de haberlo y hoy —¿gracias a Battiato?— ha vuelto y es uno de los reclamos turísticos del lugar.)






miércoles, 4 de noviembre de 2009

Rumba catuliana


No hay límite que el ingenio, fecundo en ardides, no burle. La rumba se puede cantar en griego (¿Katalavénis eliniká? Katalavéno polí calá), y Catulo hacerse rumbero. Testigo (y trickster) Rafael Herrera, que el mes pasado enviaba estos versos al blog Las diosas y las nubes. Con permiso del autor, aquí van de nuevo.

Ay cateto de Catulo
no seas desaborío,
y manda a tomar por culo
lo que ya tienes perdío,
no se, no seas desaborío, leré,
y manda a tomar por culo, leré,
lo que ya tienes perdío...

Te cantaba a ti otro gallo
cuando a tu gachí seguías,
la gachí que ningún payo
querrá como tú querías.

Qué juerga en aquellas fechas,
tú le pedías caprichos
y no se hacía la estrecha.
¡Ese gallo era otro bicho!

Si ya no le da la gana,
no la quieras tú tampoco,
no sigas a esa gitana,
que vas a volverte loco.

Ponte duro, dale caña.
¡Hasta nunca, chavalita!
Catulo ya no se engaña
y tus espinas se quita.

Ya no va a pedirte nada
y entonces, qué negra pena,
qué vida tan desgraciada
la que te espera, morena.

¿Quién va a pedirte amoríos
y arderá por ti en deseos?
¿A quién llamarás querío?
¿Con quién muerdos y morreos?

Ponte duro, dale caña...

martes, 3 de noviembre de 2009

¿Quién puede navegar sin viento?



Vem kan segla förutan vind?
Aprendí esta nana sueca hará ya quince años en el Castillo de La Mota, de quien sabía cantarla en su idioma, y desde entonces la melodía me sigue visitando de cuando en cuando, reparadora e insidiosa. Ordenando papeles, aparece sin querer el documento que suponía desaparecido: la letra en sueco y en español y los acordes, gentileza de Lars-Erik Odman. Escuchando las versiones que hay en la red, me doy cuenta de que he acabado (con)fundiendo esta nana con otra hispana: La mar estaba salada (o serena). Traigo, pues, las dos y envío un abrazo a Lars-Erik, donde quiera que pare.

¿Quién puede navegar sin viento?
¿Quién puede remar sin viento?
¿Quién puede separarse de su amiga
sin verter lágrimas?

Yo puedo navegar sin viento.
Yo puedo remar sin remos.
Pero no puedo separarme de mi amiga
sin verter lágrimas.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Compro Ágora


Vengo de ver Ágora (ya era hora). Contento. No es una obra maestra, pero sí bien hecha, valiente y (por intempestiva) oportuna. En general, no comparto las críticas que había ido leyendo (frialdad y falta de respeto al espectador): me he emocionado y encuentro que Amenábar plantea bien en el comienzo de la película tanto los errores de los paganos (cuando atacan cobardemente a los cristianos y se jactan de que, en tiempos mejores, se les trató adecuadamente, echándolos al circo como pasto de fieras) como el atractivo de la nueva fe (capaz de atravesar el fuego sin quemarse, de convertir el auxilio al desvalido y la igualdad fraterna en valores prioritarios y efectivos). Es fácil convertir a los 'malos' de la película (el obispo Cirilo y sus fanáticos, en este caso) en personajes increíbles, caricaturescos, que cometen barbaridades sin motivaciones creíbles. Amenábar consigue que comprendamos en todo momento el punto de vista de sus villanos, y los presenta convencidos de estar haciendo el bien (ni siquiera el obispo, a pesar del cálculo algo maquiavélico de sus palabras, deja de actuar en todo momento de forma coherente con sus valores).

En cuanto a Hipatia, Amenábar hace bien en no traicionar su carácter virginal, artemídeo, a sabiendas de que un personaje así (al modo de Simone Weil) no encaja con la idea moderna de una mujer liberada y ha de parecerles a muchos una frígida o estrecha. Dudo, eso sí (y ahí va mi primer pero) que la historia hubiera perdido nervio (quizá incluso hubiera sido al revés) si se hubiera respetado el hecho de que la Hipatia que murió lapidada no era ya una mujer en sazón, sino una anciana (tampoco nonagenaria, de todas formas: entre 45 y 60 años). Admito, no obstante, que la distorsión de los hechos sigue un molde muy griego: en arte como en filosofía (platónica), la verdad y la bondad exigen la belleza. No bastaría con presentarnos una Hipatia veraz y bondadosa si no la acompañara la belleza que también, según las fuentes, poseyó en grado sumo; y es opción comprensible, y muy griega, presentar la belleza de la juventud como la única que se impone por sí misma. Pienso, con todo, que habría bastado con retratarnos a una mujer que *fue* hermosa (y quien tuvo, retuvo) para que aceptáramos que su antiguo esclavo (personaje ficticio, pero sometido como tal a la cronología del relato: tampoco podría él ser, cuando su ama cumplía los 60, ningún mancebico) y los que fueron sus alumnos siguieran colados por ella. (Recuerdo, en este sentido, cómo Elia Barceló consigue que aceptemos el amor entre un hombre aún joven y una mujer fascinante, pero ya anciana, en su novela Disfraces terribles. Pero en fin: no era ésa la guerra de Amenábar, y quizá aceptar ese reto le habría llevado demasiado esfuerzo y metraje, en una película que, si en rigor no se hace larga, está en un tris de caer en ello.)

Otro desvío de los hechos es la conducta de Sinesio, el discípulo de Hipatia que acabó siendo obispo. En realidad, murió antes que Hipatia, y las cartas que escribe muestran que mantuvo siempre una lealtad sin fisuras hacia su maestra, sin sentirse en ningún caso en otro bando que en el común de la religión neoplatónica, la de los sabios, que si puede aceptar circunstancialmente cualquier religión exotérica (en el caso de Sinesio, el cristianismo) es sólo para desvincularse explícitamente, en petit comité, de su contenido literal y reconducirla por metáfora a una versión codificada de la verdad filosófica, única admisible por hombres cuerdos. Sabemos de hecho que Sinesio se dejó hacer obispo más bien mal de su grado, y dejando claro que no estaba dispuesto a renunciar a sus convicciones neoplatónicas para hacerse creyente en lo que consideraba fábulas.

En este caso, la distorsión de Amenábar obedece a las necesidades del relato. En la vida, que no está obligada a atar cabos ni a resultar significativa en cada pormenor, un personaje como Sinesio pudo morir antes del desenlace y permanecer, antes de eso, lejano y ausente de los hechos. Una película o novela exigen que los personajes secundarios se ganen su puesto interviniendo de manera inteligible en la trama y manteniéndose cercanos al conflicto que se plantea. Tomada esa opción, plantándole en mitad de la pista, Amenábar no tenía otra opción que presentarmos un Sinesio fiel a Hipatia, que acaba muriendo con ésta (o exiliándose) o uno que, en última instancia, la traiciona. (Dicho lo cual, el desvío no deja de ser considerable y merecería la pena haberlo destacado y ponderado más en las reseñas.)

En otros aspectos, la película elige ser fiel al sentido general de los hechos a cambio de sacrificar el detalle. La Biblioteca de Alejandría sufrió muchos golpes antes de desaparecer por completo (alguno ya en la época en que, como consecuencia de la guerra civil de César y Pompeyo, se incendió el barrio portuario). La película así lo plantea (lo que queda ya es un resto o rescate de una destrucción anterior), y por más que quepa objetar que Teófilo o Cirilo no le dieron el golpe definitivo (o no en la forma que plantea la película), no hay duda de que el descuido de la Biblioteca, el vandalismo consentido o alentado y, al fin, la destrucción total en la época de la conquista árabe, obedecen en su conjunto a una hostilidad creciente del monoteísmo y su verdad única contra la pluralidad enojosa de opiniones y saberes heredados de la Antigüedad clásica y el helenismo.

Cabe decir lo mismo sobre la supervivencia de la escuela neoplatónica: si es cierto que no se dejó matar junto a Hipatia, no lo es menos que sobrevivió malamente, unas veces tolerada como antigualla más o menos inofensiva y rescatable en parte (si se traducían sus filosofemas al cristiano) y otras abiertamente hostigada. No es casual que Damascio, el último escolarca de la Escuela de Atenas, que es también el principal defensor de Hipatia, se viera obligado a exiliarse en Persia y se jugara, en fin, el pellejo. Si no se lo cargaron, no fue porque no él asumiera ese riesgo, sino porque sumar otro mártir hubiera sido excesivo y contraproducente, cuando la batalla estaba ya ganada (o perdida) de sobra.

La obra, en fin, retrata con fidelidad el conflicto, lo que estaba en cuestión. Que Hipatia fuera asesinada por lo que tenía de contrapoder a la influencia de Cirilo no elimina el componente fanático y misógino de su muerte, y de todas formas la motivación política inmediata queda bastante clara (contra lo que afirman algunas críticas) en la película, que incluso se apunta a la hipótesis más benigna al presentar un Cirilo que si bien arremete desde el púlpito contra la filósofa, no ordena directamente su muerte, y hasta parece ajeno, convenientemente desligado, de las deliberaciones de los asesinos.

Por no alargar más la reseña, no voy a entrar ahora en la cuestión más importante (la vigencia o no del conflicto que se denuncia), y entro sólo de paso, para acabar, en otro pero que debo poner a la película: alguien debería haber advertido a Amenábar que a la segunda vez que nos envía al cosmos ya hemos entendido que la Tierra es, como dice Jayán, un grano de polvo en el espacio y nuestras certezas y crímenes, bien poca cosa. Insistir en ello una y otra vez acaba cansando.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Hombre Palote

Esta noche animada no aceptaría una entrada cualquiera. Vaya, pues, un enlace a esta escena, mágica donde las haya, de la película El hombre de mimbre (The Wicker Man). Menores de edad mental, abstenerse. [Horrendo, por cierto, el remake de Nicholas Cage. Manténganse a prudente distancia.]

(El enlace lleva a la versión buena, sin censura. Por si cayera en algún momento, aquí va otra, con el audio y una foto fija).


sábado, 31 de octubre de 2009

Habanera

...que no vals, aunque tiene algo de su pulso. Toca la Orquesta Finale: laúd, piano, cello, bajo y oboe.




viernes, 30 de octubre de 2009

Sirenas I: Cançó de la sirena


El LP Jardí Tancat de María del Mar Bonet, de 1981, se cierra con esta joya. La letra es del poeta modernista Miquel dels Sants Oliver; la música (con ecos inesperados de Breathe, de Pink Floyd), de Lautaro Rosas.

Ah de la barca! Un palau
més esplèndid que la nau
aquí tindries...

Sé d'uns braços nacarins
i un pit de dolços coixins;
tu hi dormiries...

Carns d'alabastre remulls
i cabelleres raülls
tu les hauries...

Sé la cançó de l'oblit
que entabana l'esperit
l'escoltaries...

En la blavor dels fondals
els meus ulls són dos fanals
brilla que brilla...

La bonança del meu port
és eterna com la mort:
vine, vine, vine...




(¡Ah de la barca! Un palacio más espléndido que la nave aquí tendrías... Sé de unos brazos nacarados y un pecho de dulces cojines; tú dormirías... Carnes de alabastro empapadas y cabelleras ensortijadas tú las tendrías... Sé la canción del olvido que engatusa el espíritu, la escucharías... En el azul de los abismos mis ojos son dos farolas brilla que brilla... La bonanza de mi puerto es eterna como la muerte: ven, ven, ven...
)

jueves, 29 de octubre de 2009

Devocionario Pop (redux)


Hostia: mi libro en la FNAC. Le cambian el título y la fecha de publicación (y no han escaneado la portada), pero alegra lo mismo.

*

Para quien quiera calarlo, dos antologías gratuitas: una aquí (con bonus track) y otra en el Blog del Crítico Constante. Si a reseñas vamos, así lo vio sir Rubén A. Arribas.

**

Hubo (hay) un libro segundo, que se fue de concursos. Ya veremos en qué estado vuelve.



martes, 27 de octubre de 2009

Dale cuerda a la noche


...sin querer suelto el canto la alabanza de las noches
(Pablo Neruda)


Dale cuerda a la noche. Sólo en ella se esconde
la frescura que vuelve poderosas tus alas.
En su reino de libros, borracheras, silencios,
todo es súbito y tiene la honradez de lo humano.
Caen las doce. Tu casa (tu castillo) se enciende
y eres tú su linterna — su monarca fantasma.


miércoles, 21 de octubre de 2009

Are you experienced?


Presentir un poema, seguirlo, darle vuelta y vuelta. Publicarlo. Y marchar (nunca en vano) a dormir.

*

Limítate a reír, que no parezca
que duerme en las entrañas del zapato
alguna piedra incómoda. Ligera
es la mente (quien la voló lo sabe)
e inútil ir tirando de una soga
que nace rota ya. Da por hallada
la clave. Sueña un vaso. Bébelo.


domingo, 18 de octubre de 2009

Ni está el mañana (ni el ayer) escrito


Hay figuras que merecen volver. Lo merecía Hipatia, por supuesto (y sólo por eso habría que estar agradecido a Amenábar) y lo merece Juliano el Apóstata, a quien Gore Vidal dedicó una novela y Fernando Savater un drama, y a quien no haría daño una buena película. En ambos casos, se trata de peces que nadan contra corriente y acaban arrastrados por la presión de la historia. Por eso mismo, siguen siendo actuales, en el sentido menos trivial del término: no nos atrae en ellos el cumplimiento de la necesidad o el destino, sino la resistencia a aceptar lo injusto por mucho que se presente como inevitable (y tal vez lo sea). El progreso puede afirmar bien tranquilo que gentes así no le ayudaron en nada; y que, por eso mismo, le siguen molestando.

Molestan, por ejemplo, a los historiadores porque sus figuras se niegan a quedar reducidas a lo que de ellas se sabe, a un cómputo más o menos vasto, pero al cabo fijo, de rasgos, acciones y obras: a la menor oportunidad, cobran vida de nuevo como personajes de ficción e invitan a imaginar lo que realmente pasó como una posibilidad más de entre las infinitas, quizá no la más digna de relatarse, y desde luego no la única. De este modo, Platón rescató a Sócrates muerto, haciéndole protagonista de diálogos que (como diría el neoplatónico Salustio) no sucedieron jamás, pero son siempre; y es de sospechar que otro tanto sucedió con los discípulos del Galileo, convencidos también de que en su muerto particular había, cifrada pero perceptible, más vida que en sus verdugos. También en Luces de bohemia, Darío sigue vivo mientras Galdós ha muerto, y en general no hay relato basado en hechos pasados que logre vivir si los implicados en él no logran torcer en alguna medida el brazo de la Historia, dejando pasar algo que no esté previamente pasado y concluido.

Vaya esto por algunas de las críticas que va cosechando Ágora, por mostrar, por ejemplo, una Hipatia quince años más joven de lo debido. Ya puestos, cabrá sospechar que tampoco su identidad étnica o racial coincidirá con la de la actriz que la representa; peor aún, podemos acabar descubriendo que la Alejandría de la película es un decorado y que en realidad los implicados no hablaban en espofcont, sino en griego helenístico. Acabáramos.

Dicho esto, tampoco es bueno que la Hipatia de Amenábar acabe convirtiéndose en otra versión oficial, que se confunda con la historiográfica y acabe suplantándola. No sé si ese peligro existe (está claro, más bien, que hay voluntad de exagerarlo), pero en todo caso el fármaco más adecuado es llevar a primer plano otras Hipatias igualmente dignas de presencia. Así, frente a la mártir de la Ciencia que vio Sagan, conviene recordar a la protagonista de La perra de Alejandría de Pilar Pedraza, una filósofa cuyas preocupaciones neoplatónicas abarcan el mundo de Hécate y Dioniso (como, al parecer, las de la Hipatia histórica abarcaron a Hermes Trismegisto y los Oráculos Caldeos) y que, lejos de ser una vestal de hielo, vive más bien en un equilibrio febril y transitorio.

Uno, en fin, puede preferir una Hipatia soñada por Pedraza (o por Hillman, si se animara) a la de Sagan (de la que parece alimentarse, o eso dicen, Amenábar). En cualquier caso, no es mala noticia que este espectro no descanse en paz y siga apareciéndose a los descendientes de sus asesinos. Quizá acaben aprendiendo algo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

El maestro de órgano (redux)


Me daba un poco de miedo, pero me lo pidió Luli, y hay cosas que. Aquí va la versión cantada de El maestro de órgano, acompañada sólo con guitarras. (Grabación apresuradísima y tal. Digamos que hasta yo lo puedo hacer mejor, pero dudo que encuentre cuándo.)