viernes, 18 de diciembre de 2009

Christmas Time is Here Again




Me llega este crisma, fruta de temporada. Con gusto lo comparto.

CARTA A LOS DE LA FAMILIA
¿NAVIDAD OTRA VEZ?

Como una bola de nieve falsa lanzada a rodar desde lo alto que amenaza aplastar el nacimiento con todas sus figurillas, como no puedo menos de sentirla venir (que a ver quién se libra) y de encontrármela ya istalada con todos sus anticipos (ya sabéis: anuncios desde hace por lo menos un mes, derroche de lucecitas de colores, escaparates despampanantes rebosantes con los artículos de la felicidad que se compra para todos los paladares, números de lotería para todos los compañeros, planes y planes de viajes y comilonas y encuentros con los seres queridos, muchedumbres impacientes por hacer el ridículo en masa inundando los lugares de la compraventa con los mismos gorritos y cuernos y pelucas del año pasado, declarando con su desvergüenza la vergüenza que nadie quiere sentir, familiares embaucando a sus tiernas crías, que piden ansiosas que les embauquen y les prometan el oro y el moro para las fechas señaladas...), os envío esta carta no ya sólo para deciros que no contéis conmigo, que no voy a poder cumplir como está mandado, sino también para animaros a desobedecer por una vez: que también vosotros podíais dejaros arrastrar por la desgana o la pereza de cumplir con el cansado y consabido programita de cenas y jolgorios reglamentarios. Que lo celebren ellos -¿no?-, los que lo necesitan. Quiero decir ellos: los grandes almacenes con sus grandes números de clientes, los ayuntamientos, las empresas, políticos y banqueros, reyes y pontífices, los medios de formación de masas de individuos con la televisión a la cabeza, los bloques de pisos recuperando el número completo de miembros aún con vida de cada nicho familiar, los automóviles que tienen que petardear al compás de las fechas del año prometido; que lo celebre papanoel, ¡vaya!, y los que tienen siempre tanto interés en hacer que los niños que nazcan reciten el credo que les toque y no se dejen pensar ni hablar como Aquel otro cuyo nacimiento dicen celebrar, que ése decía algunas cosas que no conviene dejar que suenen, y doctores tiene la Iglesia para esplicarnos cómo no atentan en realidad contra la fe de los padres y de la familia entera y de la humanidad entera, como atentarían si se oyeran de verdad. En fin, que no saben lo que hacen, pero todo su empeño es disimularlo y decir que sí, que cómo no: que si tradición, que si turrón, que si fechas van y fechas vienen y que si paz y amor en medio de la guerra y del dinero. ¿Y vamos a ser nosotros también de la misma Familia del Género Tonto, con las caras que se nos están poniendo de tanto obedecer?

Lo voy a poner más claro: que lo celebren los que estén muy contentos consigo mismos, con la vida que llevan y han llevado ellos sus padres y sus hijos, con la marcha del mundo y lo bonito que lo están dejando, con la Ciencia y la Educación y el Deporte y la Carretera, con el progreso del Ser, del Estado y del Capital. Si vosotros sois de ésos, pues nada: a celebrar el éxito y el triunfo de un año más. Si no, ya nos encontraremos por ahí y nos reiremos un poco de las fechas señaladas para la espera, porque tampoco pasa nada por no celebrarlas (¡fuera restos de superstición!), y que quizá haya en ello un aliento de cordura y de salud y de descubrimiento de que aún hay vida que desde aquí deseo que nos invada a los que, ante la repetición del engaño, podamos quedarnos preguntando “¿otra vez?; pero ¿por qué? ¿Qué es Navidad? ¿qué es Nochebuena? ¿qué es…?” .

¡Salud y razón para esos corazones!

ni está el mañana (ni el ayer) escrito.

3 comentarios:

Crítico Constante dijo...

Encuentro muy coherente y razonable su post, amigo Al. Vengo preguntándome lo mismo. Si uno no es cristiano, si no ha celebrado al Adviento que culmina con la llegada -simbólica- del dios hecho hombre, ¿para qué molestarse? Para pegarse un atracón de comer y beber, para estar con los familiares o amigos, valdría cualquier otra fecha.
¿Por qué no llamar a estos días por otro nombre, más acordes con su realidad?

Al59 dijo...

La arenga es de una buena amiga, querido Crítico. Yo me siento escindido en estos días, entre el volteriano y el simbolista. El primero de ellos escribió hace muchos años este villancico, que acaba de volverme a la memoria.

Dios existe pero poco,
sólo en fiestas de guardar,
y aunque está por todas partes,
nunca es fácil de encontrar.
Y aunque ande después de muerto
tan telendo y tan jovial,
no es un zombi ni un vampiro,
simplemente es inmortal.
(Cuidado con lo que dices,
no te vayas a pasar:
por una sola blasfemia
te pasas entera
la vida postrera
penando en la eternidad
—y es un mal rollo total.)

Dios existe desde siempre,
quién lo podría negar
si no estuvimos presentes
para verlo y opinar.
Y aunque nadie lo recuerde
a la hora de cobrar,
todos le guardan un sitio
cuando llega Navidad;
y allí duerme calentito,
bien cerquita del altar,
mientras afuera en la calle
se muere la gente
vulgar y corriente
de frío y es Navidad.
(Venga a comer mazapán.)
Navidad.
(¡Venga a comer mazapán!)

Al59 dijo...

Como simbolista, por el contrario, no tiene más remedio que fascinarme que la leyenda invada de manera cíclica la vida cotidiana, trayendo consigo toda una marea de símbolos numinosos (la cueva o portal, el niño sabio, la mula, el buey, los ángeles, los reyes y sus regalos, el árbol de Navidad, el muérdago...) a los que no hace justicia ni el acatamiento sordiciego ni el rechazo sumario, sino el ahondamiento. A eso quisiera dedicar algunas de las próximas entradas, si encuentro tiempo y ánimo.