viernes, 27 de julio de 2012
La casa de nuestra vida
Abro un libro de sueños de Walter Benjamin. Una muestra:
Ya hace mucho que hemos olvidado el ritual con el que se construyó esa casa, la de nuestra vida. Pero si es asaltada y las bombas enemigas ya están cayendo sobre ella, de repente unas esmirriadas y extravagantes antiguallas quedan a la vista en los cimientos. ¡Cuántas cosas fueron enterradas y sacrificadas ahí abajo entre fórmulas mágicas! ¡Qué grimoso gabinete de rarezas descubrimos abajo, donde a lo más cotidiano le han sido reservados los pozos más profundos!
(Walter Benjamin, Sueños, p. 20, tr. Juan Barja y Joaquín Chamorro Mielke).
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2 comentarios:
Sin conocer el contexto de esta percepción de Benjamin: nuestra vida como una obra, que usó Blas de Otero en su soneto "Vivir", donde jugaba con la anfibología de "obra":
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
tengo la impresión de que se arrepiente el autor de cómo el intelectualismo hiperbolizado proscribe la fuente primera de la vida: el propio cuerpo y sus necesidades elementales, y ello contra el consejo de Nietzsche, cuyo vitalismo, opuesto a la denigración católica del cuerpo, siempre me resulto tan rebelde y sensato.
Gracias por la aportación bibliográfica. ¿Está el texto en alguna otra recopilación de las que se hacen de Benjamin?
Cierro el comentario y me llega, como un aldabonazo en la puerta de ese subsuelo, el eco del "sótano más negro que mi reputación" de Biedma. Parece que Benjamin ha escogido un tópico con brillantes realizaciones.
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