Leo en Historia y poesía, de José Luis Cano, un bello artículo sobre Ofelia en Bécquer, que va acompañado de una antología ofeliana. Y, al principio sin saber qué estoy haciendo, me encuentro escribiendo en un minuto este soneto, una flor más de su guirnalda.
Ofelia
Dance me to the end of love
(Leonard Cohen)
Porque nadie que esté en su sano juicio
podría comprender lo que tú vales,
de qué rincón vacío, intacta, sales
como hiedra que escala el precipicio.
Amarte no es piedad; más bien el vicio
de quien vive la vida sin avales,
dejando, como polvo en los cristales,
la huella ensangrentada de su oficio.
Poesía: vivir siempre a la espera
de un nombre que quizás no tiene dueño,
de un dios ensimismado en la venganza;
ser frágil y, por eso, verdadera;
girar como las hélices de un sueño;
danzar hasta el final de la esperanza.
2 comentarios:
Veo, amigo Alejandro, que sigue bien afinada tu pluma y el soneto continúa fluyendo con la misma agilidad y belleza de siempre. O sea, de entonces.
Gracias por estar ahí.
Un abrazo.
Gracias, Antonio. Me ha alegrado mucho tener oportunidad de saludarte en persona y escuchar en tu voz algunos poemas de tu último libro (que, comprobé, siguen vivos, mutando alguna palabra y adquiriendo matices nuevos con la entonación de quien nos los brinda). Ando liado, pero te debo una entrada sobre la impresión que me han producido tus poemas. No se hará esperar mucho. Un abrazo.
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