Regreso a los Campos de Fresa con una melodía de Alfonso, de mis preferidas. La razón que le llevó a componerla es curiosa: por aquellos años (93, 94) Alfonso me enseñó, entre otras cosas, a moverme por los modos medievales, esas escalas heredadas de la Antigüedad que perviven en la música tradicional (y en cierta música clásica, y aun pop). Dos de esos modos (el jonio y el eolio) corresponden a las escalas mayor y menor, lo que las convierte, en principio, en terreno trillado. Los libros de armonía sostienen que el modo jonio es nuestra escala mayor y suena en consecuencia, pero Alfonso lo negaba: aunque los intervalos sean los mismos, decía, la lógica es otra. La Canción sin acabar II (Dani compuso la Canción sin acabar a secas) prueba su aserto: las notas son las de la escala mayor, con tónica en do, pero fluyen por un territorio desconocido, sobre un acorde de tónica de cuarta suspendida que se resuelve en un acorde mayor convencional y descansa luego en el acorde menor inmediatamente superior (re menor). Si hay algo parecido por esos mundos, yo no lo he oído. A veces dudo si, perdido Alfonso, quedará alguien que sepa hacer sonar el modo jonio de forma distinta al modo mayor convencional.
(Efectivamente. El Príncipe de Beukelaer nace del intento de hacer otro tanto con el modo eolio.)
3 comentarios:
Preciosísima melodía. Y no sólo por lo bonita y bien que suena (a pesar de la calidad de la grabación)... sino por lo irrepetible. Hace años que se cortó un camino, un camino que nadie va a volver a andar.
Así es, Gharghi. La ecualización es curiosa, extraña pero acertada, a mi gusto: la nota grave de la guitarra suena como un instrumento de percusión y la flauta revolotea en un mar de reverb.
Me encanta. Bellísima melodía. :)
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