A veces, nada más despertarme, en vez de recordar un sueño, acude a mí una melodía, o unos versos. Hoy he tenido el tiempo justo de tomar la grabadora y grabar la tonada somnolienta antes de partir para el instituto. Luego, a lo largo del día, le han ido brotando ramas, respuestas, arpegios. En lo que crece la letra, así suena la versión instrumental.
Como siempre hay quien me dice que prefiere las versiones cantadas (aunque lo sean por mí) a las instrumentales, actualizo con una que acabo de hacer, especialmente nocturna y tentativa. (He cambiado también la versión instrumental: no me gustaba el ritmo tan acelerado que tenía ni la percusión jazzera. Y le ha crecido una introducción que la hace sonar aún más modal. Si cabe.)
5 comentarios:
Ah, esos rastros del sueño: cuánto les debemos. ¿Desde qué lugar nos regresan? Hermosos acordes.
Gracias, Alfredo. Es una cosa extraña lo de esas ideas. No parecen emerger del contenido del sueño, sino de la duermevela. Es como si por unos segundos estuviera a nuestro alcance un material inmenso; que inmediatamente se desvanece. Y solo se puede pasar por ahí con prisa, camino de otra cosa, generalmente sin atención suficiente para echar siquiera un vistazo.
En cierto modo es un no-lugar. Uno puede estar despierto o dormido. Pero 'estar despertándose' es solo una transición. Un paisaje inexplorable. Del que, sin embargo, brotan cosas.
La duermevela es seguramente la única puerta desde la que el sueño admite cierta contemplación. No sé si te ha ocurrido alguna vez tener la sensación del "logro perfecto" en el sueño, un estado de euforia absoluta del que, al ser consciente de que estás soñando (también eso parece que ocurre), intentas dejar un rastro para que no se pierda o para intentar volver. Pero suele ser inútil. A no ser en el caso de algunos poemas que, si no son verdaderos sueños, surgen de una manera muy parecida. Es un universos fascinante. Los avances en el estudio del cerebro sin duda revelarán grandes cosas. Cabe pensar.
El curso pasado leí algunos libros de Allan Hobson sobre el sueño, en la esperanza de asomarme a esas grandes cosas que sin duda la Ciencia habrá ido descubriendo en los últimos años, pero no fue una lectura feliz. La interpretación de los sueños que parece ir prosperando es que carecen de sentido alguno: son una mera rutina de mantenimiento del cerebro, como un salvapantallas. A mí no me convence esa lectura, pero me temo que es lo que de momento tienen para contarnos los estudiosos 'hard' del tema.
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