El nombre obliga, decía el maestro Agustín. Conocí hace años en la Red a una poetisa llamada Morgana —y a fe mía que honraba el nombre elegido, tanto por su dominio mágico de las artes del verso como por su gusto acendrado por lo gótico e invisible. En su honor escribí este soneto, que ahora rescato, aunque no valga gran cosa, por el juego con las rimas. Recuerda Irene en Twitter que Orwell presentaba como ejemplo de la pobreza en rimas de la lengua inglesa que solo hay siete palabras que rimen en consonante con God. En español no tenemos muchas más que rimen con Camelot. Creo que aquí van casi todas (aún cabrían Sephiroth y Thoth).
Eclipse de Avalón,
hija de Ygerne,
señora del señor
de Camelot:
tu voz es el licor
que probó Lot,
tu reino, ínsula
gris de Julio Verne.
Antes que, polvo
cósmico, me interne
en los umbrales
acres de Astaroth,
arcana ventajista
del Tarot,
mueve esa espada
negra que se cierne
sobre mi corazón.
Cobra el trofeo
o al fin desátame
de esta red negra
en cuya polución
se desintegra
mi alegre
confusión. Hazme al fin reo,
señora, de tu
hechizo: ave de paso
en el candor
eterno de tu ocaso.
6 comentarios:
ABBA ABBA cddc ee
Soneto isabelino, que lo llaman. Muy inglés: como la propia Morgana.
Morgana y Al, ¡Qué tiempos!
Abrazos a ambos dos.
A mí me da repelús, pero de cuando en vez, el guguel ataca por sorpresa y te pone delante de los ojos algún pretérito desvarío.
Este es el caso, Al, y me ha gustado reencontrarte en el aire.
Recuerdo que contesté a ese soneto con uno de lo más épico que empezaba con algo como "Alejandro inmortal de invicto verso" (ríome)
pero vete a saber dónde se esconde.
Agosto tuvo que ser...
El verano se muere, compañero,
con la afrenta en la boca.
Agosto es un amante traicionero
que arde si me toca.
Al cabo de la calle del estío
mis pulsos se aceleran
y es tarde, compañero, y siento frío
como si me bebieran.
Como si me cortaran en trocitos
para un ragout opíparo y macabro
servido en el banquete de la vida,
carne me siento yo y, a bocaditos,
me están comiendo viva si me abro
como una flor de Agosto malherida.
Un abrazo, Al-mirante.
Bienhallada, Morgana. Google es el nuevo Necronomicón: nombrar y llamar es lo mismo. Me alegra a mí también volver a verte. Tus versos de ahora son más despojados que los de entonces, pero fieles a su herencia: formalmente impecables por fuera, y por dentro frescos y agrios, refrescantes y nada complacientes. Un abrazo y a ver si no hacen falta otros mil años para volver a cruzarnos.
¡Un gran abrazo, Antonio!
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