Con los años he ido cayendo en el vicio de leer bastante sobre los Beatles. Hay libros de todo pelaje, pero los que más me gustan son los que van recorriendo canción a canción del repertorio, aportando información diversa sobre el origen de la composición, posibles influencias, el proceso de los arreglos, la grabación y el lugar que ha acabado teniendo la pieza en el canon.
El mejor trabajo de todos es gratuito y está en la Red: el músico Alan W. Pollack ha escrito un ensayo sobre cada una de las canciones, analizando la estructura musical, los timbres y los arreglos. Siguiendo el índice alfabético, se llega en segundos a cualquiera de ellas.
La editorial madrileña Celeste ha publicado al menos dos libros de este tipo: Guía completa de canciones, de W. J. Dowlding, y The Beatles. Revolución en la mente, de Ian MacDonald. Los dos son una mina, pero MacDonald, además de estar bien informado, es un escritor sólido, y tiene filias y fobias muy bien razonadas, que no siempre convencen.
Uno de los temas que MacDonald masacra es Helter Skelter. A estas alturas no creo que mucha gente le niegue la genialidad, y su capacidad para inspirar versiones variopintas, algunas memorables.
Lo interesante es que para llevarse por delante la canción MacDonald hace una exposición memorable sobre lo que supuso el paso del pop sesentil al rock duro. Ojo con ella.
El idioma heavy metal de los años setenta tuvo su origen en el cambio acaecido a mediados de los sesenta del habitual cuarteto pop de bajo volumen al super amplificado power trio de rock, un cambio de formato en que el redundante guitarrista rítmico se sustituía subiendo el volumen del bajo, sonorizando la batería con los micros más cerca, y añadiendo una serie de efectos de distorsión a la guitarra solista. Liderado por grupos como The Who, Cream y la Jimi Hendrix Experience, este paso fue, hasta cierto punto, consecuencia inevitable de los mejores y mayores amplificadores y altavoces diseñados para locales más grandes y rentables. Pero la pérdida del arte del guitarrista rítmico empezó a sentirse pronto en una degradación en la textura y un declive en la sutilidad musical en general. Los guitarristas rítmicos solían ser compositores, y la variedad de articulación y las técnicas de acentuación que utilizaban también daban forma a sus composiciones. El power trio medio, carente de este cerebro musical, era en realidad una excusa para sustituir las canciones por riffs y descartar el matiz en favor del ruido. Cuando aparecía un segundo guitarrista, era sólo para reforzar el riff, mientras el guitarra solista se lanzaba a unos solos prolongados e invariablemente estridentes. Más bien un deporte de contacto sonoro que una experiencia musical, el heavy metal se hizo inmensamente popular y, con distintos disfraces, ha dominado el rock para todos los públicos desde mediados de los años setenta.
11 comentarios:
Pues Cream no era tan estridente...
XD
Y Helter Skelter... acaso no fue, demencial para su escena? Como lo fue a su vez Surfin' Bird de los Trashmen? Etc, etc.
Un saludo!
Y siga mezclando poesía y "psychodelia" ; D
Tiene razón este buen hombre en que sin guitarra rítmica que soporte los punteos cambia la textura, volviéndose más esquemática y rocosa. Pero, como todas las cosas, tiene su punto y se puede hacer muy bien o muy mal. Sólo hay que pensar en el psiquedélico (sic) Hendrix. Sigue impresionando el tío.
Surfin' Bird es demencial en cualquier época. Luego dicen del punk.
Por otra parte, en los discos Hendrix, Claton y Cía. se marcaban unas guitarras rítmicas del quince. Otra cosa es que en directo tiraran con lo puesto, a hacer daño y to palante, que decía aquél.
Al, me fijaré en ese libro de MacDonald cuando pare por alguna librería, gracias por la recomendación. Sin embargo este razonamiento del paso del pop al rock duro no me ha convencido en absoluto. Ni siquiera creo que exista tal paso, son tendencias cuasi-genéticas que se dan en diferentes momentos, normalmente con diferentes actores. La "degradación de la textura" y el "declive en la sutilidad" lo podríamos decir de Beethoven. (Y de Goya o Picasso en su terreno).
Por otro lado habría que saber a qué otros cuartetos con rítmica compositora se refiere a parte de los Beatles. Curiosamente en esos de transición del pop al rock duro de los 70's, juegan un papel muy importante en esta escena los teclados, tanto aportando capacidad solista y melódica como armónica y creadora de texturas, de los Doors a Deep Purple, pasando por Crimson o Pink Floyd ¿cómo encajarlos en su teoría?
Para mayor inri, considero que existen algunos power trío bien conocidos y que están bien lejos del rock duro (The Jam) ricos en complejas texturas y armonías (The Police) con pegada pero sin riffs (Nirvana). Y esto sin buscar demasiado, como lo que comenta usted de Hendrix, por ejemplo, que así es.
Para algunos críticos (creo que MacDonald podría ser uno de ellos) la música de los sesenta, adorable por sí misma, desembocó en dos géneros odiosos: el heavy metal (por brutal) y el rock progresivo (por pretencioso). A mí me gustan los tres géneros, aunque no en la misma proporción. Pero entiendo el argumento y le concedo un punto de acierto: hay cierta inocencia y equilibrio intuitivos en el magma sesentil que después, al decantarse, adquiere mayor nitidez pero pierde encanto. En lo sesentil todo está fusionado, no sólo en lo musical (por ejemplo, las excursiones psicodélicas, el viaje a Oriente, el sincretismo religioso y el radicalismo político). Luego esos elementos se descantan y surgen movimientos mejor definidos pero mucho menos interesantes: por un lado la guerrilla urbana, por otro la New Age, por otro los Hare Krishnah, etc.
Hace unos años e encontré en el Real Musical de Madrid, cerca de Ópera, un volumen de partituras interesantísimo. Era la Obra Completa de los Beatles pero sin transcripción alguna, exactamente en las claves y tesituras que ellos empleaban y con anotaciones de puño y letra de Lennon, Macca y Harrison. Sin duda, como ocurre con los mejores proyectos arquitectónicos, estaba redactado a posteriori.
No lo compré porque iba buscando otra cosa y mi afición por los de Liverpool -que me entretuvieron mucho entre los 14 y 16 años de mi edad- no llega tan lejos. Tal vez debí hacerlo y no ser tan roña.
El fenómeno de la guitarra solista que hace también de rítmica fue Mick Green, tal vez uno de los mejores guitarras que hayan pisado un escenario. Un hombre sin suerte, feo, gordo y demasiado aficionado a las pintas de cerveza.
http://www.youtube.com/watch?v=nG4TXUkGL9Y
http://www.mickgreen.co.uk/
Comparto hasta un lugar lo que dicen esos críticos al respecto del rock progresivo (más aún del sinfónico) y del heavy rock y sus derivados, por cuanto que a ambos en mi opinión pecan de manieristas. Sí estoy de acuerdo con usted en eso del equilibrio intuitivo. La chispa de la creatividad, la proteína pura de ese magma entre, digamos, 1964 y 1971.
Lo que no comparto es el análisis de tal "evolución". La música "occidental" en Norteamérica tiene dos genes principales, el negro que llegó con los africanos y el blanco que llegó de europa. El gen negro porta ritmo e implica vivirlo corporalmente (bailar, moverse). Madura en el jazz de los años 30 y 40 (el swing, el be-bop...). El término riff se acuña entonces y aparece con Charlie Parker. El segundo gen es blanco. Viaja a Norteamérica desde Europa y porta (esencialmente) toda esa rica complejidad musical del folklore de las islas británicas. Mientras que el gen negro lleva la parte corporal al asunto, el gen blanco lleva la parte narrativa y literaria, y podemos decir que está maduro con la canción country (pongamos aquí a Hank Williams aunque ya hubo otros antes) Las clases cultas escucharían a Bing Crosby en vez de country, claro.
Lo que desemboca en esto que llamamos la música de los años 60's, es esa mezcla de genes, aunque diría que la mecha la enciende esa portadora del gen negro que moviliza el cuerpo y que parece llegar directa al cerebelo. Entonces, al contrario de lo que parece opinar MacDonald, lo primero fueron los riffs (Chuck Berry, Bo Diddley, Eddie Cochran...). En el origen del pop está el Rhythm & blues, reinterpretado en su viaje de vuelta a las islas británicas por ese gen blanco que lo enriquece de capacidad narrativa, de sutileza, de misterio, de encanto, de cuento. Antes de que el pop "degenerara" (según la teoría de MacDonald) en heavy-metal de riffs esquemáticos hay que reconocer que el pop se había gestado precisamente ahí con riffs esquemáticos y progresiones de tres acordes. ¿Hay pop más encantadoramente sencillo que el de The Kinks?
Y quedándonos en la piel de toro, España para mas señas tenemos un magnifico trío: Leño; sólo sacaron tres discos, pero todos ellos memorables. Especial interés el primero, y de él el primer y el último tema "Castigo" demostración inequívoca de virtuosismo con la guitarra eléctrica y "Se acabo", idem pero a la acústica.
Y, por supuesto, de acuerdísimo con Lord Charles y Alejo. Al ya sabe de que pié cojeo.
Y para terminar un consejo a MacDonal (que se que no va a leer) que escuche atentamente los temas de Led Zeppelin.
Buen resumen, Alejo. Haciendo un poco de abogado del diablo, creo que MacDonald no negaría que el pop evolucionó a partir de una música anterior menos sofisticada: lo que reprocha al heavy es precisamente su carácter retrógrado, de vuelta a la caverna (o al menos al medievo...). Por otra parte, aunque esas sean las dos fuentes principales, en la gran música de los sesenta entran otros factores, como la influencia de la música oriental, la clásica y la de vanguardia. Nunca la música de consumo mayoritario fue tan aventurera e imprevisible como entonces.
Amigo Crítico: creo que conozco ese volumen, que alguien me prestó en versión digital. Si uno sólo necesita los acordes, un atajo muy útil son las notas de Alan W. Pollack que enlazo en la entrada: traen todas las secuencias armónicas, comentadas además con destreza e ingenio.
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