sábado, 5 de julio de 2014

Tú ves arder la tarde



Almas buenas me ayudan a no olvidar del todo mi precario francés. Canta Louis Philippe este poema de Paul Éluard, musicado por el gran Francis Poulenc. Y esto viene a ser lo que yo entiendo.


Tu vois le feu du soir qui sort de sa coquille 
Et tu vois la forêt enfouie dans sa fraicheur 
Tu vois la plaine nue aux flancs du ciel trainard 
La neige haute comme la mer 
Et la mer haute dans l'azure 

Pierres parfaites et bois doux secours voilés 
Tu vois des villes teintes de mélancolie 
Dorée de trottoirs pleins d'excuses 
Une place où la solitude a sa statue souriante 
Et l'amour une seule maison 

Tu vois les animaux
Sosies malins sacrifiés l'un à l'autre 
Frères immaculés aux ombres confondues 
Dans un désert de sang 

Tu vois un bel enfant quand il joue, quand il rit 
Il est bien plus petit 
Que le petit oiseau du bout des branches 

Tu vois un paysage aux saveurs d'huile et d'eau 
D'où la roche est exclue où la terre abandonne 
Sa verdure a l'été qui la couvre de fruits 

Des femmes descendant de leur miroir ancien 
T'apportent leur jeunesse et leur foi en la tienne 
Et l'une sa clarté la voile qui t'entraine 
Te fait secrétement voir le monde sans toi 

Somos (Tú ves arder la tarde)

Tú ves arder la tarde saliendo de su concha 
y ves el bosque hundido dentro de su frescor, 
la llanura desnuda en los flancos del cielo remolón; 
la nieve, alta como la mar, 
y la mar, alta en el azul. 

Piedras perfectas y leña dulce, velados auxilios. 
Ves las ciudades teñidas de melancolía 
dorada, de aceras llenas de excusas; 
un lugar donde la soledad tiene una estatua sonriente 
y el amor una única casa. 

Ves los animales, 
dobles malignos sacrificados el uno al otro, 
hermanos sin tacha cuyas sombras se confunden 
en un páramo de sangre. 

Ves un niño hermoso cuando juega, cuando ríe 
es mucho más chico 
que el pájaro chico al borde de las ramas. 

Ves un paisaje con sabores de aceite y de agua 
del que la roca queda excluida, donde la tierra deja 
su verdor al verano que la cubre de frutas.

Unas mujeres bajan desde su viejo espejo 
trayéndote su juventud y su fe en la tuya 
y una de ellas (su claridad la vela) que te atrapa 
te hace secretamente ver el mundo sin ti.

1 comentario:

Joselu dijo...

Para mí ha sido un descubrimiento. Me alegra estar en sintonía contigo.