lunes, 7 de diciembre de 2015

Tropicália





Para bien, para mal, somos alcoholes
en la destilería de Epicuro:
nos fascina la luz de lo inseguro
y el sol que torna egregios los guiñoles.

De paño burdo y simple (sí: españoles),
nuestros nombres no adornan ningún muro:
somos desconchaduras de lo oscuro,
buñuelos que desprecian aerosoles.

Una pena que esconde sus espinas
nos nutre en capilares con su magia:
una dulce y recóndita hemorragia
que salva, pues es savia, sus esquinas

y empapa cada cosa torpe y yerma
con la nobleza impúber de su esperma.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Buen soneto glosando la esencia de los españoles aferrados al alcohol, a Epicuro y los guiñoles ... ¿Qué es en definitiva ser español? Una condición de la que todos huyen, nadie se siente demasiado a gusto con ella. Y la prueba es este rimbombante soneto que pone en solfa burlesca la sacra condición de español.

Y pensar que un tiempo fuimos el eje del mundo...

Al59 dijo...

¡Salud y gracias, Joselu! No es este, a mis ojos, un soneto antiespañol (¡ni rimbombante! —aunque sí un tanto barroco!). De hecho, al escribirlo pensé que resultaba un poco provocador declararse españoles en un momento en que parece que cualquier otra alternativa resulta más molona y en el ajo. No obstante, cada soneto tiene sus azares, y al menos a tus ojos este quiere decir algo, que ya es mucho, dada su naturaleza un tanto laxa.