Para bien,
para mal, somos alcoholes
en la
destilería de Epicuro:
nos fascina
la luz de lo inseguro
y el sol que
torna egregios los guiñoles.
De paño
burdo y simple (sí: españoles),
nuestros
nombres no adornan ningún muro:
somos desconchaduras
de lo oscuro,
buñuelos que
desprecian aerosoles.
Una pena que
esconde sus espinas
nos nutre en
capilares con su magia:
una dulce y
recóndita hemorragia
que salva,
pues es savia, sus esquinas
y empapa
cada cosa torpe y yerma
con la
nobleza impúber de su esperma.
2 comentarios:
Buen soneto glosando la esencia de los españoles aferrados al alcohol, a Epicuro y los guiñoles ... ¿Qué es en definitiva ser español? Una condición de la que todos huyen, nadie se siente demasiado a gusto con ella. Y la prueba es este rimbombante soneto que pone en solfa burlesca la sacra condición de español.
Y pensar que un tiempo fuimos el eje del mundo...
¡Salud y gracias, Joselu! No es este, a mis ojos, un soneto antiespañol (¡ni rimbombante! —aunque sí un tanto barroco!). De hecho, al escribirlo pensé que resultaba un poco provocador declararse españoles en un momento en que parece que cualquier otra alternativa resulta más molona y en el ajo. No obstante, cada soneto tiene sus azares, y al menos a tus ojos este quiere decir algo, que ya es mucho, dada su naturaleza un tanto laxa.
Publicar un comentario