Cortázar lo explicó en Circe. Los bombones de san Valentín son ricos en quitina. Todo este día es un vals de insectos. Si por algunos fuera, las rosas nacerían con PVP y el esperma sabría a vainilla. Sin embargo, el primer amor (consumado) brinda con sangre y el deseo (salud al abuelo Sigmundo) es polimorfo y perverso como una tumba florida. Un poema de primer amor, pagano y escéptico, podría tal vez sonar así.
Los dioses no conocen religión.
Tú y yo éramos los dioses de ese instante
inaccesible al cálculo y al mando.
Habíamos hablado (yo, tan grave
como un profesor ya, tan preocupado
por pretender tu bien) de aquella cosa
que tal vez era grata pero sucia,
un tanto degradante, algo viscosa.
Con gusto renunciaba yo a perderla,
a no sentir jamás esa caricia.
Tú, absorta, sonreías
y cuando ya la tarde se caía
con la virtud perfecta del suicida
hundiste tu cabeza entre mis piernas
en busca de tus propias conclusiones.
No olvidaré jamás aquella tarde.
A ti ya te he olvidado
—y sigo encadenado a tu impostora,
esta presencia amarga siempre cómplice,
esta sonrisa en pie de labios blancos.
Tú y yo éramos los dioses de ese instante
inaccesible al cálculo y al mando.
Habíamos hablado (yo, tan grave
como un profesor ya, tan preocupado
por pretender tu bien) de aquella cosa
que tal vez era grata pero sucia,
un tanto degradante, algo viscosa.
Con gusto renunciaba yo a perderla,
a no sentir jamás esa caricia.
Tú, absorta, sonreías
y cuando ya la tarde se caía
con la virtud perfecta del suicida
hundiste tu cabeza entre mis piernas
en busca de tus propias conclusiones.
No olvidaré jamás aquella tarde.
A ti ya te he olvidado
—y sigo encadenado a tu impostora,
esta presencia amarga siempre cómplice,
esta sonrisa en pie de labios blancos.
3 comentarios:
La viñeta parece haber sido imaginada para comentar el poema. Es ella la que se muestra en primer plano, con la cara pintada de rojo; mientras que él, con la marca facial azul, parece menos decidido que ella. Y es ella la que lo enlaza a él con su cabellera serpentiforme (el sol nace de la cabellera; la luna,aquí representación masculina, queda aferrada por unas ramas, al fondo).
El dibujido es procaz pero platónico porque lo dibuja con colores y formas, no con palabras. Y el poema, en cambio, lo dibuja con palabras. De ahí que...
grifo
Qué gran baraja de Tarot ésta de Fergus Hall (que entró en mi casa, cuando era un niño, como 'el Tarot de 007': aparece, en efecto, en 'Vive y deja morir', una de las menos malas de la serie). El de Hall es el Tarot pop, sin duda alguna. Hijo (espiritual) de Timothy Leary, nieto del surrealismo y bisnieto de simbolistas y prerrafaélicos. Se vende ahora como «el Tarot de las Brujas», aunque no tiene nada de feminismo wiccano ni monserga new age. Es el mundo, más bien, de los discos de Camel y los primeros King Crimson, todo amabilidad y encanto, aunque de vez en cuando las guitarras se encrespen y el órgano vomite estrellas. Pensándolo bien, no está mal que esa música se compusiera en mi infancia, y al mismo tiempo en la infancia del mundo. Una añoranza, pues, sobredeterminada, por citar al abuelo. Live and let die. Así sea.
Me han encantado la búsqueda de las propias conclusiones. ¡Oh, aquellas tardes eternas de cervezas y conversaciones de las que derivaban interesantes conclusiones! Sin duda, éramos dioses.
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