Entonces los bretones se trasladaron a Rennes, villa que tomaron sin esfuerzo alguno, pues no la encontraron ocupada más que por mujeres: los galos, que habían oído hablar de la crueldad de los bretones que habían acabado con la vida de su rey, no osaron quedarse y emprendieron la huida. De igual modo, los bretones tomaron la ciudad de Nantes, la de Vannes y la de Léon, así como todas las demás fortalezas, todos los burgos y todas las aldeas de Armórica. Dieron muerte a todos los hombres y a todos los jóvenes que se encontraban en la región. Sin embargo, perdonaron la vida a las mujeres y las niñas, pues querían casarse con ellas y repoblar Armórica con su linaje. Pero les cortaron la lengua a todas ellas de manera que sus hijos no pudieran hablar otra lengua que la de sus padres. Y es desde entonces que se habla la misma lengua en la isla de Bretaña y en Armórica.
(Jean Markale, El nacimiento del rey Arturo,
Barcelona: Ediciones de Bolsillo, 1999, pág. 81)
Barcelona: Ediciones de Bolsillo, 1999, pág. 81)
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