domingo, 21 de enero de 2007

La Reina del Salón


Por evocación de Francisco, aparecen en escena Magenta. Vainiqueñas no sé si son, pero sí sutiles, burgalesas y bien parecidas. Su formación era única: una cantante, una violinista y una teclista. Su único LP apareció en 1985, con producción (y elegantes líneas de sintetizador) del mecanoide Nacho Cano. La canción que le da título, La reina del salón, es sencillamente perfecta. Debería haberse comido el mundo, pero se quedó en golosina para iniciados (para un desperdicio similar pienso en Que el sol te dé, de Los Pistones).

La evocación de una gran dama venida a menos, víctima de envidiosos y maledicentes, es uno de esos temas cinematográficos que flotan en el ambiente en un momento dado. Tino Casal hizo su mejor canción con él: Embrujada, himno petardo incluido en su disco del 83 Etiqueta Negra. En 1984, Los Pistones ofrecen su versión guitarrera de la figura en la estupenda Lo que quieras oír: ¿Qué puede quedar? / Sólo existo yo: / tu último admirador. / Vuelve a actuar / sólo para mí. / Diré lo que quieras oír... . Magenta llega un año después y aborda la cuestión con menos rímel que Casal y más atmósfera que Los Pistones: Los visillos, los cuchillos, todos se han manchado, todos / de sangre azul, / de sangre azul. / Entre el olor / a cuadros de cartón / apareció / la Reina del Salón / que siempre da / la mano sin mirar, / que siempre da / la espalda... En la segunda mitad de los 90, Javier Álvarez lo retoma en Sunset Boulevard, una de sus mejores.

El arreglo de Magenta, sin guitarra y con toques levísimos de percusión, tiene momentos mágicos: pizzicatos que pellizcan el corazón, frases de clavicordio, lujosas capas de sintetizador. A mitad del tema, un coro inesperado de niños, en simpatía con las reverencias entre majestuosas y burlonas del Fairlight de Cano, celebra la grandeza antañona de la Reina. En la letra, colección de indicios, no pasa nada, pero todo acaba de pasar o está a punto de hacerlo. La autora de los versos nos regala relámpagos sinestésicos: los cuadros huelen (y no a ámbar), la envidia de los murmuradores es seca, sus palabras vuelan, las risas se mueven en las bocas.

¿Algo vainiqueño? No sé. Quizá, tras el glamour ochentero, hay algo setentil de fondo. Cano (y la teclista; no sé en qué proporción) demuestra que detrás de sus horas de frívolo showman había otras más aplicadas dedicadas al rock sinfónico (más tarde haría todo un LP bodrio luxe a imitación de Mike Oldfield). La letrista sabe lo que hace y dice, y la cantante (quizá la misma) no tiene una gran melodía por delante, pero la pule con encantadora dejadez, tal buena oyente de Marianne Faithful. Si el techno hubiera sido esto, podríamos habérnoslo pensado...



7 comentarios:

Ronymaru dijo...

Hola que tal, no soy de los que leen mucho. Pero la ilustración está de lujo.Saludos cordiales.

Al59 dijo...

Por cierto que llevaba años buscando el nombre del grupo que cantaba aquello de "Miro abajo, miro arriba, yo no sé la salida / de esta dulce situación", y resulta que son Magenta (Los salvajes).

Anónimo dijo...

Cuando escuche una maqueta con dos temas de Magenta ('Sin botas' y 'El pasillo estrecho') que me pasó un conocido que trabaja en CBS me quedé impresionado. Hube de esperar a escuchar el disco completo y decepcionarme, tiempo después, porque el último.

Al59 dijo...

Primero y último, sí. (Lo cual, que me suena.)

Anónimo dijo...

hola... hermosisima canción y al mismo tiempo inquietante... por cierto creo que es una versión de una cantante italiana de los sesenta o asi, o estoy confundido?

Spokaa dijo...

Hola.

Aquí podéis encontrar todo (lo poco) aparecido de Magenta.

Saludos.

Spokaa dijo...

http://noesextraoestevinilo.blogspot.com/