Entré en el pop uruguayo de la mano de Verónica, una memoriera que, además de provocarme dulces dolores de cabeza (todos culpa mía: vale), me envió una cinta mágica con canciones de Eduardo Mateo y Fernando Cabrera. Desde entonces, no he podido salir. Hay algo en esa música, un delicioso vaivén entre sorna e ingenuidad, que no se encuentra en otra parte. Al principio de todo, están los Shakers (considerados, y no es hipérbole, los Beatles uruguayos), pero también Kano y los Bulldogs, un grupo de una sola canción (pero qué una). Con ella construimos muchos de nosotros nuestra adolescencia, a través de la versión ochentera de Los Secretos. Creo que fray Juan de Pablos hizo de celestina en su día entre el grupo uruguayo de los sesenta y el madrileño de la Nueva Ola. Pasen y, como quien no quiere la cosa, conviértanse en ese 1% de avispados que ha oído la versión original.
miércoles, 31 de enero de 2007
Sobre un vidrio mojado
Entré en el pop uruguayo de la mano de Verónica, una memoriera que, además de provocarme dulces dolores de cabeza (todos culpa mía: vale), me envió una cinta mágica con canciones de Eduardo Mateo y Fernando Cabrera. Desde entonces, no he podido salir. Hay algo en esa música, un delicioso vaivén entre sorna e ingenuidad, que no se encuentra en otra parte. Al principio de todo, están los Shakers (considerados, y no es hipérbole, los Beatles uruguayos), pero también Kano y los Bulldogs, un grupo de una sola canción (pero qué una). Con ella construimos muchos de nosotros nuestra adolescencia, a través de la versión ochentera de Los Secretos. Creo que fray Juan de Pablos hizo de celestina en su día entre el grupo uruguayo de los sesenta y el madrileño de la Nueva Ola. Pasen y, como quien no quiere la cosa, conviértanse en ese 1% de avispados que ha oído la versión original.
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1 comentario:
Bueno una curiosidad más que sabemos y que nunca viene mal el reconocimiento a los creadores originales.
Desde luego Alejandro estás en todo.
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