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Entré en el pop uruguayo de la mano de Verónica, una memoriera que, además de provocarme dulces dolores de cabeza (todos culpa mía: vale), me envió una cinta mágica con canciones de Eduardo Mateo y Fernando Cabrera. Desde entonces, no he podido salir. Hay algo en esa música, un delicioso vaivén entre sorna e ingenuidad, que no se encuentra en otra parte. Al principio de todo, están los Shakers (considerados, y no es hipérbole, los Beatles uruguayos), pero también Kano y los Bulldogs, un grupo de una sola canción (pero qué una). Con ella construimos muchos de nosotros nuestra adolescencia, a través de la versión ochentera de Los Secretos. Creo que fray Juan de Pablos hizo de celestina en su día entre el grupo uruguayo de los sesenta y el madrileño de la Nueva Ola. Pasen y, como quien no quiere la cosa, conviértanse en ese 1% de avispados que ha oído la versión original.
1 comentario:
Bueno una curiosidad más que sabemos y que nunca viene mal el reconocimiento a los creadores originales.
Desde luego Alejandro estás en todo.
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