jueves, 16 de septiembre de 2010

La fiera despierta


Vi venir este curso, más que escéptico o desanimado (que también), aprensivo. El efecto principal de nuestras famosas vacaciones es que uno tiene tiempo de volver sobre las cosas que el trabajo no te deja hacer, como tocar la guitarra eléctrica con los amigos o pasearse Madrid, y vuelve al curro con la sensación de que todo el asunto del instituto no es ya que sea mejor o peor, sino que no va con él. Meterme otra vez en el personaje docente me daba pereza, grima y, en suma, ganas de salir huyendo.

Bien. Como nada sale como esperamos, el curso ha empezado estupendamente. La primera en la frente: llegué y me encontré primorosamente editado el libro que estuvimos preparando el curso pasado, El aula encantada. De primeras, incluso la realidad del libro me dio como dentera: viéndola como obra ajena, y con el ojo algo torcido, ¿no se trataba, simplemente, de intentar dar importancia a unas historias simplotas y mal contadas, añadiéndoles un gazpacho de notas eruditas sobre un tema del que, encima, no es que no fuera uno erudito, sino ni siquiera mediano conocedor?

Y bien: algo hay de eso. Pero ahí estaba el libro, sonriéndose de mis dudas. Luego fueron llegando los grupos de alumnos. Unos, que se prometían buenos, han resultado mejores. En otros, donde hay de todo, movimientos de última hora van reduciendo la ratio y dejándome un grupo prometedor.

Empiezo a pensar, en fin, en qué se podría hacer para presentar el libro, y todo empieza, también, a conspirar en su favor. Si nada se tuerce, vendrá a presentarlo el candidato ideal, y de paso dará a los chavales una charla sobre leyendas urbanas y otras formas de folklore que andan sueltas aquí y ahora. Dudo entonces si eso les interesará: así que se lo pregunto —y les encanta.

Este año, en fin, doy por primera vez 4º de ESO. Entonces, mi compañera Valle (que es un sol) me indica que el tema de las leyendas urbanas encaja estupendamente con los temas de literatura que se dan en ese curso: las Leyendas de Bécquer, El estudiante de Salamanca...

Total, que ya estamos pensando en recopilar leyendas y montar la Semana Legendaria, coincidiendo con el día de las bibliotecas, y sacar a pasear los libros que hay sobre leyendas, y comprar más, y hacer copias de lo que se recopile y colgarlo por las paredes, y en Internet, y...

(Luego está que, por todo esto, encima a uno le pagan.)

Respecto al libro, como siempre hay que hacer caso al daimon, le he dado vueltas y creo saber qué es lo que realmente me molestaba al verlo impreso. El libro se ha 'vendido' a la administración, y se presenta en el propio texto, como un proyecto. Pero es mentira, por suerte. Uno no tiene, desde nunca, proyectos sino empeños. Puede parecer que la diferencia es sólo nominal, pero qué va. Un proyecto es algo en lo que te metes dándolo desde el principio por sucedido, con plazos y objetivos; si sale bien, será lo que ya sabíamos (un aburrimiento); si no se cumplen las previsiones, los mínimos, un fracaso.

Un empeño es otra cosa: algo en lo que te metes como el depredador que husmea la presa, o la presa atraída por el perfume irresistible del depredador. Uno nunca sabe ni por qué se mete en estos berenjenales ni qué va a salir, si es que sale algo. Y en ese no saber reside toda su gracia. Así este blog y todo lo demás.

El curso, en fin, en vez de arrastrarme me engancha. De repente pienso que es un lujo tener un trabajo así, en el que lo aburrido o no de lo que pase depende en gran medida de tu propia capacidad de entrega. La aprensión no desaparece, pero cambia de signo: ojalá esté uno a la altura de las circunstancias. Por ganas, no será.

5 comentarios:

j. dijo...

Enhorabuena por el libro. A ver si hay manera de hacerse con él. :)

A mi en el cole me hubiera encantado que me diesen una clase de leyendas urbanas, de verdad...

Un saludo.

Isa Leal dijo...

Me gusta eso de que uno no tiene proyectos sino empeños.
saludos albaneses y ánimo con ese principio de curso prometedor.

Gharghi dijo...

Ya te lo dije en una ocasión y lo reitero ahora, y en público. Me hubiera gustado tenerte de profesor en el instituto.

Al59 dijo...

Muchas gracias, Gharghi. Supongo que todos intentamos ser el profe que habríamos querido tener. Y tú y yo tenemos gustos bien parecidos... :)

Al59 dijo...

Saludos, Javi e Isa. Para lo del libro, escribidme los que queráis al correo con vuestras señas y yo me encargo de hacéroslo llegar. De todas formas, cuando lo presentemos en sociedad lo colgaré en PDF en la web del insti, para que se lo baje quien quiera.