martes, 6 de diciembre de 2011

Paisajes


Inevitablemente, nos desplazamos. Cambia así nuestra visión: no tanto porque veamos distintas las cosas, sino porque vemos cosas distintas. En cada punto, hay lo que hay, tiende a preocuparnos los que de hecho nos ocupa —y es sano ajustarse a eso; no me lo parece tanto confundir lo invisible con lo que no hay, declararlo error o engaño. (Y quien dice no ver, dice verlo diminuto, demediado, y asombrarse de que haya podido tener alguna importancia, o la retenga.) Lo que aquí y ahora no vemos, otros (quizá nos-otros mismos, en otro momento) lo vieron, ven o verán. Nunca sabremos su importancia hasta que se decida a reclamarla.

El lema de Jung, Vocatus atque non vocatus deus aderit («Llamado o no, dios se presentará»), es cierto en la medida en que es circular: 'Dios' es en este sentido lo que se presenta sin aviso y te trastoca. Es decir, aquello que rompe tu idea de lo que puede ser o es y te religa (de ahí, religión) con lo imprevisto y desconocido.

Pero a eso mismo lo llamaba Lennon la vida: what happens to you while you're busy making other plans; otros, amor, en sentido tan amplio como sea posible: lo que conecta a las cosas y las personas, generando eso que llamamos 'sentido'. Aquel, en fin, 'placer', cuando constataba que ese señor no cena nunca en casa.

¿Quién no se ha sentido alguna vez desconectado de lo que hay, de los otros, de uno mismo? Pero, al igual que nada ni nadie está a salvo, tampoco está (de verdad) al margen. Sentirse así nos asemeja de hecho (nos acerca, aunque no lo parezca) a otros. Lo llamamos hermandad, pero queremos decir manada, calor animal. Nuestra única salvación contra el frío.

Y no es verdad, dolor, yo te conozco:
tú eres nostalgia de la vida buena.


1 comentario:

Joselu dijo...

Calor animal, calor de la manada.. que nos consuela de nuestra soledad y hace que nunca contemplemos lo humano con displicencia, con desdén. Somos entraña, somos alma que siente nostalgia de los sueños, de otras vidas, aunque nos zambullamos en la nuestra. Y no sé muy bien si la vida pasa o sucede mientras hacemos otros planes. Henos aquí a los que nos gusta contemplar el flujo de las cosas, la presencia de dios (con mayúscula o con minúscula), en nuestro deambular esperando. Siempre. Pero no es hasta que se deja de esperar, que no surge la sorpresa. Quizás. Un post denso, que anima a escribir sin recato sobre la vida..