domingo, 15 de abril de 2012

¿Dónde enterrar a un siervo excomulgado?


Por sugerencia de Pepe Pedrosa, a quien tanto de bueno debemos tantos, llegué a un libro de Veronique Campion-Vincent y Jean-Bruno Renard que alguien debería traducir al español: Légendes urbaines. Rumeurs d'aujourd'hui (Payot, 1992 y 2002). En el apartado sobre las leyendas que tratan el tema del canibalismo involuntario (uñas, dedos y otras delicias en hamburguesas y demás), recoge Renard esta anécdota del siglo XVI, que no me resisto a traducir:
En su recopilación de cuentos humorísticos Joci ac Sales (1524), el escritor alemán Othmar Nachtgall, llamado Luscinius (1487-1535), cuenta la estratagema de un señor de Dalmacia para vengarse de los sacerdotes que se habían negado a enterrar a un siervo suyo excomulgado. El noble invita a los sacerdotes a un banquete con el pretexto de hacer las paces y les da a comer la carne del siervo. Tras revelar su acción, dos de los sacerdotes vomitan de inmediato sobre él, mientras que los otros se retiran a las letrinas para purgarse. El relato concluye con ironía: «Continúa el debate sobre dónde quedó enterrado el siervo: bien en la persona de los sacerdotes —como sostiene el señor—, bien en las letrinas o, incluso, en las las rodillas del noble». (p. 120)

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