Lectura del Fedón o de Juliano,
mal llamado el Apóstata:
había en aquel tiempo en Galilea
(o tal vez era Atenas) una mano
capaz de recorrer todas las páginas
hasta estrujar la nuestra.
Hijo de la Penuria y el Ardid,
el Héroe (o el Amor) cortó la lengua
y dejó abandonada la cabeza.
El texto nos aguarda: un laberinto
formado por los hilos
de sangre que se escapan.
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