Despierto temprano, con una canción entre los labios. Cojo enseguida la guitarra y le doy dos, tres vueltas, antes de encender la grabadora. Esto suena, rugoso e imperfecto pero ya completo en algún sentido:
A las ocho de la mañana
cuando todo empieza y acaba,
se despiertan todas las cosas
y yo me acuerdo de ti.
Cuántas vueltas traman la vida,
cuántas cuerdas tensan la herida,
cuántas puertas que sin salida
me devuelven a ti.
Luego, con el generador de partituras, comienza la tarea de explorar las posibilidades, probarle timbres y texturas al invento, escoger el melotrón, el clave, la celesta, el cello, la batería. Así suena, instrumental, unas horas después:
2 comentarios:
Suena bien, y el texto es sugerente y con sustancia. Me gusta, Al.
Un abrazo.
Mañana de rocío primaveral
recuerdos de tiempo que nunca fue.
Personal exploración
de los misterios del tú.
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