jueves, 8 de mayo de 2014
Por amor a lo que venga (encore)
Los enfoques técnicos, realistas, de las cosas siempre me dejan rumiando por debajo un cierto descontento o descreimiento. Como hoy me ha tocado un buen rato de exposición a métodos y planes, a lo mejor me perdonáis, querido lector, que os cuente un poco lo que me pasa.
Resumiéndolo en una frase, el problema de la gente que sabe hacer cosas es que solo hace las cosas que sabe hacer. Lo señaló Robert Fripp, y qué razón tiene. La alternativa es intentar cosas sin tener garantía alguna de que de ellas pueda salir algo de provecho. Empeños, que no proyectos.
Cada vez que la gente me habla de fijarse tales y cuales metas y actuar en consecuencia, me pregunto qué sentido tiene pensar así. Sobre todo porque las metas en cuestión suelen ser cosas que ni regaladas ni obtenidas con grandes sacrificios me conmueven.
Para mí la gracia siempre está en lo que va pasando de imprevisto en los fregados en los que me meto. Que un vals se convierta en un blues. Que esté contando en clase un mito poco conocido y alguien se quede asombrado porque es lo mismo que soñó anoche. Cosas así.
Y como cosas así me llevan pasando toda la vida, no me impresiona mucho el escepticismo de aquellos a los que no les suceden.
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3 comentarios:
Eso es lo que significa ins-tante: lo mucho que pasa en nosotros sin saber hacia dónde va. Estar atento al ins-tante es tenerle deferencia, apreciarlo y sí, mi-marlo, que el amor bien entendido...
Con-ciencia del ins-tante, pues, podría decirse, abundando en la apostilla de Juan Poz y asintiendo a este "encore". Quizás la cuestión estribe (también) en no quedarse clavado en los guiones que, a modo de acentos horizontales o estacas de agrimensor sobre el campo verbal, evidencian lo que pasa... desde la re-flexión sobre el lenguaje. Un abrazo.
Celebro que sigamos en con-tacto, amigos. Algo tiene uno, desde luego, de niño ensimismado, adicto a esos mimos y a esas simas.
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