sábado, 3 de septiembre de 2016

Hobson contra Hobson: ¿qué significa un sueño?


He comprobado muchas veces que mis sueños protestan contra mis intentos diurnos de comprender su mecanismo y ponerle límites. Pero es divertido ver que le pasa lo mismo (¡sin que él se dé cuenta!) a J. Allan Hobson, probablemente el mayor experto actual sobre sueños.

En su libro Dreaming. A Very Short Introduction, el primer sueño que cuenta es uno suyo relacionado con pintar su casa. El propio Hobson cuenta que dejó registro de ese sueño (habido dos noches antes) durante un viaje en avión cuando se dirigía a un congreso sobre el sueño. Hobson sueña que un amigo suyo y un amigo desconocido de este amigo le están ayudando. El desconocido pinta con spray azul la pared blanca. Hobson está inquieto porque no confía en la habilidad de los que le ayudan. Y, en efecto, el tipo del spray mete la pata hasta el fondo. Mientras se entrega a pintar mecánicamente de azul la pared, no se da cuenta que en la pared hay un cuadro, que también cubre de pintura. Hobson le ordena que pare, pero para hacerlo hay que parar una máquina que se encuentra en el piso superior.


Hobson 'interpreta' el sueño poniéndolo en relación con su preocupación por el mantenimiento de una granja suya en Vermont. Pero ¿no es bastante más lógico pensar que alguien que está a punto de partir a un congreso de sueños y está bastante preocupado por cómo le va a ir en él sueñe algo relacionado con lo que en ese momento más le preocupa: o sea, con el congreso y con los sueños en general?

Pero a mí, que soy muy dado a los metasueños, este me parece un caso evidente. La pared es el sueño. Y el 'arreglo' que Hobson, su amigo y el amigo de su amigo realizan es el debate al que se dirige, centrado en el tema del sueño. La aplicación mecánica y poco cuidadosa del spray azul es la lectura mecanicista del sueño que Hobson y sus colegas defienden (azul, de hecho, es la portada del libro, como se ve en la imagen de arriba). El sueño denuncia, con toda la razón del mundo, que esa explicación mecánica es un abuso que no tiene en cuenta 'el cuadro', solo la pared. Pues la pared (el sueño) es según Hobson enteramente blanca: lo que soñamos no significa nada, es un delirio inconsecuente del cerebro. Y al pintarlo de azul, está creando un doble de esa nada: una versión científica, fría, del fenómeno.

El sueño le recuerda que no es así: en esa pared blanca hay colgados cuadros, y es un crimen cubrirlos de pintura. Ignorarlos. Es decir, es un error no advertir que hay sueños (o elementos del sueño) banales (la superficie blanca) y otros significativos (los cuadros).  Pero ese error no es individual (y no puede corregirse dejando de apretar el spray): depende de un sistema (de ideas) que es necesario parar. Esa máquina que se encuentra escaleras arriba (en la conciencia, en la vigilia) es la propia teoría de Hobson y cía sobre el sueño.

De esta maliciosa manera, el Hobson 'del lado izquierdo' (que diría Castaneda) le da una lección magistral al de la mano derecha. Esa lección pasa inadvertida, pero el subconsciente de Hobson le juega otra (y genial) pasada al hacer que incluya este sueño en su obra. Pues el Hobson-que-sueña está así subvirtiendo con un guiño todo lo que dice a continuación el Hobson-que-niega-todo-valor-a-lo-que-sueña.

4 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Brillante comentario. Tiene la lógica geométrica del que resuelve un puzzle. Aunque cabría también, me parece, una interpretación desde "el otro lado", de tal modo que la pared a pintar fuera el espacio de la vigilia y el cuadro el sueño que se "cuelga" significativamente en él. En ese supuesto, la intranquilidad nacería del hecho de confundir ambos extremos, de modo que sueño y vigilia pudieran ser intercambiables. A fin de cuentas, el intento de interpretar los sueños no es de una naturaleza distinta al del empeño de dotar de significado y sentido a la vida.

Se agradece el fino análisis. Y la cortesía expositiva. Que no está al alcance de todos, ni mucho menos.

Aprovecho para un saludo dizque personal ( pero no enmascarado ) en forma de abrazo o palmeo de basquet, como prefieras.

Al59 dijo...

Gracias, Alfredo. Se puede interpretar el sueño de varias maneras, pero lo que parece seguro es que en el sueño se le está diciendo a Hobson (vía sus ayudantes) que hay en su hacer una confusión metodológica grave. Esta lectura presupone, claro, una relación dialéctica entre el guionista del sueño y el yo consciente, que Hobson (al menos despierto) no aceptaría. Pero bien se podría concluir que es precisamente esa relación la que le pasa inadvertida, y sobre la que él mismo se llama la atención.

Un gran abrazo, amigo.

Alfredo J Ramos dijo...

Son curiosas estas recuperaciones de Facebook que, con sus automatismos de inteligencia artificial, prendida del bucle narcisista en que se basa el invento, trabajan a favor de obra. Pero digo que son curiosas porque, en la liquidez amnésica ameboide en que nos movemos, tienen la virtud de cierta continuidad, y permiten contraponer momentos como cuando la memoria, ahora mas bien periférica, residía en nosotros. Quizás ha llegado el momento de tomarse el mundo de los sueños con total seriedad y, volviendo al maestro Descartes, seguir indagando en la razón fundante de la conciencia. Que no está claro, como afirma Lynch hacia el final de su tercera de «Twin», que tengamos la completa seguridad de no estár siendo, también nosotros, soñados por algún ingenio más o menos crepuscular, pongamos tipo Matrix, que nos inocule precisamente la noción de conciencia y cierto vivo sentimiento de mismidad para, sibilino, mantenernos activos y a su merced en cualquiera que sea su proyecto, o, por qué no, su sueño mismo. La escasa corporalidad de las RRSS sin duda acentúa esa ilusión. Y hace más difícil plantar sobre tierra firme cualquier razonamiento (o, como el corrector sugiere, cualquier «taco amor yo», él sabrá por qué).

Al59 dijo...

Con la tercera temporada de TP empecé a comienzos de verano, pero me dispersé después (en la vida digamos real y luego en la nube ameboide esa). Volveré sobre ella a ver.