En los medios al uso, seguramente nadie ha escrito más a menudo sobre Agustín García Calvo en los últimos años que Juan Bonilla. Su relación con el maestro es entrañablemente edípica: casi nunca lo alaba sin lanzarle un pellizco; ni se burla de él sin reconocer, de antemano, su admiración incondicional. En su último libro de versos, Poemas pequeñoburgueses (Renacimiento, 2016), que me descubrió (como tantas cosas buenas) Víctor Peña Dacosta, abundan las referencias, unas veces al maestro y otras, sin nombrarlo, a cosas que él solía repetir (la Realidad no es todo lo que hay, el Futuro es el reino de la Muerte). Traigo este poema, que es la alusión más directa; pero ya digo que a lo largo del libro hay mucho Agustín metabolizado.
LA REALIDAD NO ES TODO LO QUE HAY
A ¿Agustín García Calvo?
La realidad no es todo lo que hay.
Tiene grietas y heridas.
Si te asomas verás cómo debajo
Va fluyendo la vida.
La de verdad, sin tiempo,
sin futuro rindiéndote a su suerte.
La realidad es el viejo refugio
de tu muerte.
Pero debajo, bien lo sabes tú
que eres un yo que me hace tú a mí mismo,
vibra la vida a salvo, niña ebria,
invitándonos a la fiesta del abismo
donde ser y no ser bailan dichosos
sobre nuestras futuras tumbas,
volviéndonos un mero estar, no es tarde
para abolir cualquier pregunta
que sólo quiera darte realidad,
sin decirte nada de ti,
transformarte en sombría identidad.
No hay más porqué que el porque sí.
La realidad no es todo lo que hay.
Lo sabes bien, es la verdad sencilla.
Por debajo la sientes, vibra y fluye ,
ajena al tiempo, nuestra vida.
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