En la vida no abundan las decisiones afortunadas, que realmente cambian las cosas. (A cierta edad, ni siquiera las decisiones a secas.) Apuntarme a clase de guitarra y comenzar a trabajar con el programa Finale son dos pequeñas excepciones. Con un buen profesor y un buen compañero, voy logrando sacar ánimo y hasta tiempo (lo más difícil) para arreglar las canciones para dos instrumentos y asisto asombrado a la vida que adquieren en ese formato. Alguna cientovolandería tenemos ya lista para la próxima audición, si los dioses nos dejan. Sobre la canción de hoy, homenaje a Lord Dunsany, he vuelto otras veces, pero creo que ésta podría ser la versión definitiva, con la melodía ampliada, un acompañamiento mejor planeado y un dúo de timbres para mí nuevo, y que me encanta: laúd y violonchelo.
[La primera parte de la melodía se puede cantar, si apetece: Fuera del mundo, el mundo no está. / Dentro del alma y el alma se va. / Días de ocio en el País del Yann (bis).]
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Edito: así con clarinete (menos clásico, quizá).
4 comentarios:
La fórmula que propone me parece buena. Recibe el auditor el texto y se sienta a escuchar la música. Cómo ensamblar uno con otra, es asunto suyo (del auditor). En este caso, se casan muy bien.
Ah, casamientos. Dice un coro del maestro:
Ahora quiere siempre,
siempre quiere ahora.
¿Quién podrá casar
al galán con la señora?
Buena Composición! Enhorabuena. Ambienta perfectamente la magia del relato de Dunsany
Gracias, Fonnus. Dunsany es un maestro de la atmósfera; retribuirle con un poco de la misma medicina parece justo :)
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