domingo, 29 de abril de 2012

Fiestas populares

Hace unos días, soñé que acudía a cubrir como periodista o antropólogo una fiesta local de un grupo de musulmanes. Según la descripción, se trataba de bailar con el Diablo o el Monstruo. En medio del grupo en movimiento, distinguía al Mal Encarnado: era un pobre inválido que apenas podía moverse. No buscaba atrapar a nadie, sino huir de la terrible agitación que le rodeaba. Apiadado, le abrazaba intentando calmarle. En ese momento, todos me señalaban con el dedo: el Mal me había elegido como la víctima apropiada. Desesperado, preguntaba por el imán del grupo, confiado en que no permitiría aquella salvajada. El imán (que parecía más bien un jeque) hacía un breve discurso citando hadiths y pasajes coránicos, y concluía que el sacrificio humano no era solo oportuno, sino inevitable. Como el sabio estaba ante la puerta de los servicios, me arrojé contra él y ambos caímos dentro. Cerré la puerta y coloqué al imán, atontado, contra ella. La horda no tardó en llevarse la puerta, y con ella al hombre, que a los pocos segundos era un amasijo sangriento irreconocible. Al ver cómo se alejaban respiré, aliviado.

6 comentarios:

Gharghi dijo...

Cada sueño que cuentas es mas raro que el anterior. Yo por lo menos sólo sueño que voy con Alfonso al cine o al teatro. En realidad estoy en el patio de butacas y llegan el y Antonio, a veces tiene dos sitios libres detrás de mí, a veces los tiene al lado.

Al59 dijo...

Mi guionista es así de barroco. Lindos sueños los tuyos. ¿Qué película u obra vais a ver?

Gharghi dijo...

Eso es todo, por eso no se si cine o teatro; despierto en ese momento. Es lo de menos, lo importante es el encuentro.

Al59 dijo...

Bueno, en el sueño todos los detalles importan. Por ejemplo, los dos asientos son detrás de ti o a tu lado, pero no delante. Y observa cómo tú mismo te corriges, dándote cuenta de que el matiz importa: no vas al cine con ellos, ellos llegan sin que tú los esperes.

Al59 dijo...

El guionista de mi sueño tuvo sin duda muy en cuenta este pasaje de Filóstrato, de la Vida de Apolonio de Tiana:

[Una grave epidemia asolaba Éfeso. Tras intentar inútilmente muchos remedios, los efesios se dirigieron a Apolonio, quien acudió a Éfeso y les anunció la inmediata desaparición de la peste:] “Hoy mismo pondré fin a esta epidemia que os abruma”. Tras pronunciar estas palabras condujo al pueblo al teatro, donde se alzaba una imagen del dios protector de la ciudad. Vio allí a una especie de mendigo que parpadeaba como si estuviera ciego y llevaba una bolsa con un mendrugo de pan. Iba cubierto de harapos, y su aspecto tenía algo que repelía. Tras colocar a los efesios en círculo en torno al mendigo, Apolonio les dijo: “Coged tantas piedras como podáis y arrojadlas sobre este enemigo de los dioses”. Los efesios se preguntaron adónde quería ir a parar Apolonio. Les escandalizaba la idea de matar a un desconocido manifiestamente miserable que les pedía suplicante que tuvieran piedad de él. Insistía Apolonio e instaba a los efesios a lanzarse contra él, a impedir que escapara.

A partir del momento en que algunos de ellos, obedeciendo sus indicaciones, empezaron a arrojarle piedras, el mendigo, que por el parpadeo de sus ojos parecía ciego, les lanzó súbitamente una mirada penetrante que mostró unos ojos llenos de fuego. Y los efesios, convencidos entonces de que tenían que habérselas con un demonio, lo lapidaron con tanto ahínco, que las piedras arrojadas formaron un gran túmulo alrededor de su cuerpo.

Pasado un momento, Apolonio los invitó a retirar las piedras y contemplar el cadáver del animal salvaje al que acababan de matar. Una vez liberada la criatura del túmulo de proyectiles, comprobaron que no era un mendigo. En su lugar vieron una bestia que se asemejaba a un enorme perro de presa, tan grande como el mayor de los leones. Allí estaba, ante ellos, reducido a una masa sanguinolenta por sus pedradas y vomitando espuma como un perro rabioso. En vista de lo cual se alzó una estatua a Heracles, el dios protector de Éfeso en el lugar en que se había expulsado al espíritu maligno.


Y así fue como desapareció la peste de Éfeso.

Anónimo dijo...

Yo voy a ver, "WOMEN WITHOUT MEN", película genial que ya conozco y resume mis propios sueños. Un abrazu, Al