viernes, 28 de diciembre de 2012

Disolución


Como el ano junto al sexo, desde Quevedo, al menos, la poesía escatológica sigue a la amorosa como una sombra deforme, usurpando sus formas características (el soneto, especialmente) con una suerte de virtuosismo impropio (lo que JRJ llamaba 'poesía al revés'). La degradación de lo poético, tan penosa, tiene también algo alquímico: es Orfeo (o Ishtar) bajando a las cloacas, al infierno gástrico, un ciclo de metales y digestiones pesados, donde André Breton, por ejemplo, creyó imposible poesía alguna. Tiendo a darle la razón —pero en la duermevela de hoy la Musa sublunar ha venido a visitarme lira en ristre, pidiendo turno. Pues ellas mandan, procedo:

Un pedazo de mierda,
un zurullo viscoso y repelente 
que con constancia cerda 
esparce en el ambiente 
su hedor desaprensivo y estridente.

Materia cero, prima,
estiércol donde toman las raíces
venganza de su cima,
sorbiendo entre lombrices
el hilo de sus telas más felices.

Ingratos pies de barro,
pero botas también de siete mares,
desvencijado carro
que siembra en los pajares
la aguja de sus éxtasis vulgares.

Desagües y letrinas,
estanque saturado de presencias
incómodas, espinas
que grapan evidencias,
museo torturado de las ciencias.

La vida hecha residuo
resiste declarándose solvente;
doblado, el individuo
se aleja bajo el puente,
disuelto en la quietud de la corriente.

1 comentario:

Gharghi dijo...

Gran poema para tan escatológico tema. Igual Eniliano lo podría haber emulado en su tiempo.