De vez en
cuando sucede
que nos
ordena quien puede
volver a la
oscuridad;
es amarga la
verdad
y en el
margen se disuelve
como el
columpio que vuelve
vacío de su
niñez.
Pedimos a
Dios la vez
y él nos da
lo que Le sobra:
el atisbo de
una obra
que no
sabremos cumplir.
Entretenido
en vivir,
uno hace pie
donde puede.
De pronto,
la arena cede
y vemos lo
que vendrá:
un espectro
que no está
muerto
porque no le consta.
El mar
olvidó la costa.
La rima
olvidó pagar
y este lugar
no es lugar:
solo el
blanco muladar
donde se
vierte la muerte.
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