Yvain o El caballero del león, de Chrétien de Troyes, es una de las novelas más desasosegantes (y galanas) que conozco. En su estupendo estudio sobre La novela y el espíritu de la caballería (Barcelona: Mondadori, 1993), José Enrique Ruiz-Domènec la resume así:
Le Chevalier au Lion (novela que [Chrétien] escribe entre 1177 y 1181) es el relato de un «joven» del siglo xii, es decir, de un segundón, un hombre célibe que transforma la vida errante en la búsqueda de una esposa y un feudo. La ocasión se la brinda su pariente más cercano, su primo Calogrenante, que fracasa ante la apuesta que ignifica resolver el enigma de un lugar misterioso, en el que nada más llegar una tormenta prueba el coraje de todo caballero (es bien conocido lo que Auerbach dedujo de este pasaje en Mímesis, cuyo objetivo se redujo a una constante búsqueda de la impresión que la literatura hace en la realidad social). Yvain, que es el nombre de este muchacho, decide probar la aventura. Tampoco aquí me detendré en los detalles, aunque en verdad este caballero cumplió perfectamente sus deberes como tal: alcanzó el lecho de una rica viuda (tras matar a su esposo), se convirtió en señor de aquel extraño lugar a través de una ingeniosa ruse, y terminó hastiado de la vida matrimonial, cosa que le impulsó a transgredir la promesa hecha a su esposa y volver a la vida errante. Así, a los veintidós años más o menos, el joven Señor de la Fuente había experimentado todo cuanto la vida puede ofrecer, y la vanidad de ese todo. La huida del hogar conyugal fue su catástrofe. Se volvió loco, anduvo por bosques y montañas sin conocer ni siquiera su nombre. Todo se volvió oscuro. Sólo dos cosas le quedaban; en ellas puso toda su fe: un león que le ayudó a regresar a su casa y la esperanza en el perdón de su esposa. La variedad del mundo, la firmeza de la vida caballeresca, se habían reducido a eso. Un león fiel y una sugestión eran todo. Libre de la ilusión del grupo juvenil y muy afectado por ciertas impresiones del viaje (en especial la que tuvo en el castillo de la Pesme Aventure, donde pudo ver con todo detalle la terrible condición de la mujer de su tiempo) regresó a su castillo, junto a su esposa. Quizá no fue feliz, pero tampoco desgraciado.
Como estas cosas suelen venir así dispuestas, en lo que ordenaba papeles (otro de los achaques propios de estas fechas), han surgido de la nada estos versos que apenas recuerdo haber escrito, sin duda al calor de la lectura del Yvain. Como yo no sabría juzgarlos con la severidad debida, allá van...
Un hombre y su león a toda prisa,
el uno hecho metáfora del otro,
los dos en guerra a muerte por el tiempo,
que toma por traición las bellas damas
y torna incompatibles sus urgencias.
Aquí queman a una, aquí la otra
es presa desdeñada de un gigante
que piensa regalarla a sus criados
a modo de chochona. Piensa Yvain
que ser un caballero es cada día
más turbio y estresante, un remolino
de citas imposibles, cicatrices,
reproches entre camas mal deshechas
y un hambre que no sacian las manzanas
de gusto sospechoso. El buen león
se lame las heridas y descubre
lo obsceno que es beber la propia sangre.
el uno hecho metáfora del otro,
los dos en guerra a muerte por el tiempo,
que toma por traición las bellas damas
y torna incompatibles sus urgencias.
Aquí queman a una, aquí la otra
es presa desdeñada de un gigante
que piensa regalarla a sus criados
a modo de chochona. Piensa Yvain
que ser un caballero es cada día
más turbio y estresante, un remolino
de citas imposibles, cicatrices,
reproches entre camas mal deshechas
y un hambre que no sacian las manzanas
de gusto sospechoso. El buen león
se lame las heridas y descubre
lo obsceno que es beber la propia sangre.
4 comentarios:
Me gusta como texto en prosa, no me contagia sentimiento "poético", como los más de tus poemas, Al.
En cuanto a la historia de esta novela, parece que apuesta por la simplificación de las cosas "importantes" de la vida. Pero es que las cosas más "importantes" de la vida, son muy simples. Y nos empeñamos en complicarlas estúpidamente. Es como un poema: sin un código como el abecedario, no podríamos compartirlo. Del mismo modo en la vida, sin las emociones bien canalizadas, la razón se pierde estúpidamente... O por decirlo de otro modo: Alguien dijo que el pensamiento debe ceder ante el sentimiento, o algo así. O que el corazón tiene razones que la razón ignora... Y después nos toca lamernos las heridas, pero no pasa nada: es el precio de la complicación.
Besos, salux,
Drix
Drix: tienes razón. Seguramente debí dejar un poema que un poema así lo emprendiera Luis Alberto de Cuenca: es más su estilo.
De todas formas, lo 'moderno' del texto de Chrétien de Troyes asusta. Consigue trasmitirte el agobio de ese caballero al que se le acumulan las misiones, y para quien la llamada glamurosa de lo desconocido ha dejado paso a unas pocas certezas que le permiten ir tirando. Certezas del corazón, claro. (Parece un fruto seco: una mezcla de corteza y cereza. ¿Me pasas unas certezas? ¿Te apetecen?)
Dice María Moliner en sus acepciones de "certeza":
f. 1Cualidad de *cierto: "Le garantizo la certeza de la noticia". 2 "("Adquirir, Tener)Conocimiento cierto de una cosa: "Tengo no sólo la creencia, sino la certeza de que vendrá"=*Certidumbre, evidencia, *seguridad. *Convencimiento.::Manera de saber o de afirmar una cosa, cuando no se tiene ninguna duda sobre ella:"No lo digas si no lo sabes con certeza" ::* Seguridad.
¿Qué certezas podría yo aportar, Al, según esto? La única inmediata de que dispongo es que respiro, luego existo. Aunque sea tabaco mediante. Tengo más, claro, como tod@s. Pues los seres humanos nos movemos de verdad, "hacemos", que eso es lo que somos, por nuestras propias convicciones de lo que es cierto y de lo que no. Y es cierto lo del Águila. Como es cierta Haydée Santamaría, que no figura en ninguna de las canciones de Silvio, aunque él la conoce con certeza. Como no consta ninguna mujer excepto cuando sigue las reglas marcadas de lo mismo contra lo que los héroes fantasmóricos dicen que luchan. ¿Dónde están ellas, las artífices de los verdaderos cambios desde abajo, desde el lugar que ocuparon siempre los esclavos?¿Dónde sus nombres, en las revoluciones ciertas como la cubana o la nicaragüense coartada o la colombiana vigente o la española silente?¿Dónde, que no sea en la pirámide diseñada previamente para conceder supervisión a los obedientes?
Eso se me ocurre ahora mismo en cuanto a certezas.
Pero yo no creo que las certezas del corazón puedan ser una mezcla de corteza y de cereza... No, eso es otra cosa, simple adaptación al medio dominante, deliciosa en ocasiones, amarga en otras, en cualquier caso, fungible ciertamente.
Y esta sí la creo certeza y la apunto:y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de él
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado
sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo
no entienda que cuarenta años después sigue bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.
(Mario Benedetti)
En relación a los héroes masculinos con sensibilidad femenina exacerbada, por suerte para mí y mi culo que es el que primeramente me importa, como a tod@s.
Pues de certezas eso se me ocurre ahora. No sé si...
Milbesoscariñoooosoos,
Drix
Mil besos para ti, drix. En broma te las ofrecía —pero las acepto en serio.
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