martes, 10 de febrero de 2009
Desencuentros
Veo a mis amigos tan satisfechos con su ateísmo militante, a lo Dawkins, que me resulta un tanto violento decirles lo que pienso (y ellos, buena gente, me lo perdonan fingiendo que no me han oído). No veo en su no-Dios otra cosa que la última depuración del Dios cada vez más uno y abstracto de la tradición judeocristiana: en sus pensamientos está firmemente instalado un Dios al que niegan jurisdicción, vigencia, pero que es en definitiva el mismo Dios de quienes rezan el rosario. Por mi parte, no recuerdo haber creído nunca en tal cosa. Educado en un entorno pagano, medio griego medio egipcio, los dioses nunca han sido para mí hipótesis incomprobables en las que creer, sino patrones útiles de interpretación de la experiencia. No tiene sentido creer (ni dejar de creer) en lo que, simplemente, está ahí. Por decirlo con Hillman, la mitología fue la psicología de nuestros antepasados; pero sólo en la misma medida en que la psicología es nuestra mitología. Hay una paradoja, que Jung parece haber entendido mejor que nadie, en nuestra relación con los dioses: quien se esfuerza en conocerlos, gana cierto margen de maniobra respecto a sus mandatos y caprichos, al volver éstos conscientes; por el contrario, a quien niega su presencia se le cuelan por la despensa, en forma de abstracciones y principios, y acaban siendo celosos creyentes en la Ciencia, la Objetividad o el Laicismo, a los que cualquier atisbo de lo sagrado como experiencia (de lo pagano, en fin: una religiosidad ni abstracta ni reaccionaria) les displace enormemente. Para ellos (vuelta al positivismo y a Frazer), la religión es falsa ciencia, creencia y prejuicio: ven sólo el adocenamiento, fenómeno indudable pero secundario —se les escapa la experiencia visionaria, mística, que está en el origen de cuantos fenómenos religiosos podemos rastrear, y que en el mejor de los casos, si sale a colación, reducirán a patología: delirio y fantaseo. Citando a Krahe, hablamos otro idioma —o al menos, el que tenemos nos permite incomunicarnos con una perfección sorprendente.
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13 comentarios:
"Quiero querer creer..." Una de las etapas más curiosas de Unamuno es la de su llamada, "España Celestial". Reinventar la fe que se ha perdido y construir un estado "Celestial" de las cosas en la que racinalmente todo encaja. Yo he de decir que con el tiempo casi he llegado a la misma conclusión que el maestro; nuestro Dios-Dioses existen a través de nosotros mismos, son el elemento necesario para que nuestra mente asimile y comprenda nuestro universo durante siglos, aunque hoy en día le ha salido un gran competidor: La Ciencia; por eso decía Unamuno aquello de " Que inventen otros..."
Al, el mensaje anterior en mío.
D.
Los dioses son como las meigas. Existir no existen, pero haberlos ahilos.
Es difícil escapar a veces de cierta sensación mágica, extraña, divina, llámalo X. Algo hay ahí, algo que no necesita ser comprendido y mucho menos ser encorsetado en dogmas.
Hola, googleando he llegado a tu blog donde he encontrado un par de artículos sobre Wikipedia con una historia parecida a la mía. Te he dejado un comentario en el de "El cortijo wikipedico" con un enlace a mi blog, pero te lo repito aquí por si no tienes activada la recepción de comentarios por correo, porque como es un artículo viejo, a lo mejor no lo lees. Un saludo de otro expulsado :P
El cortijo de Wikipedia"
¡Joder macho pero si tenemos amigos comunes!
Leyendo tu blog veo que eres amigo de Rafa Herrera, al que yo conocí en Atenas en el 98, creo, si hasta dimos un concierto juntos con u amigo islandés que puso música a algunos de mis poemas.
¡Qué leche! Oye, ¿por dónde anda Rafa?
Concedo mi muy personal "entrada del año" (incluido el pasado) a este "desahogo" tuyo. El artículo es, sencillamente, un clásico, directo al uno. Salud. Y gracias.
Amigo Plansendon: con un poco de suerte, te lo contará el propio Rafa, que suele (por ventura) parar por aquí.
D.: pese a su condición de helenista, que algo le pondría en contacto con los dioses antiguos, Unamuno era un monótono-teísta de cuidado, un ateo al fin y al cabo, manque paradójico en su reivindicación de Dios como la Gran Idea. Creo que lo numinoso no le acució mucho: lo suyo era la obsesión con la inmortalidad. Por cierto que dediqué un par de entradas a Unamuno que a lo mejor te gustan, a cuenta de un soneto suyo.
José: tu comentario es un regalo de no cumpleaños, de ésos que le caen muy de vez en cuando a uno, y que son los mejores. Gracias.
Cierto Al, Unamuno y la Transcendencia eran "Uno". A mí lo que me hacía gracia era aquello de la "España Celestial", que buscaba en lo paisajes y el costumbrismo, como se ve en el soneto que me has indicado, anhelo y angustia...
Ya tengo 4 temas "Historicos", te hará gracia escucharte en "Lo que borra la lluvia" o en "Reina de la noche"; les he dado un sonido garage que pese a lo 20 años de la cinta no está del todo mal. Estabamos muy verdes, pero tocabamos con mucho corazón, si queres te mando las dos a tu correo.
D.
¡Sí, sí, sí! Esas 4 y todo lo que caiga. Mil gracias, D.
Hola Al,
tras varios días fuera (no ausente, que he dormido en el President con el corazón vuelto a aquellos días) me trae otra vez esa ventura que dices.
Hola Plasendon, yo sigo en Grecia, por los aledaños de Dodona. Hablaremos por tu casa, que ya visito hace un tiempo, cuando aprenda a escribir sin necesidad de entrar como anónimo.
Rafa
Este 'Desencuentros' y 'Estados alterados de inocencia' son dos textos formidables. Enhorabuena, Al59.
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