The dream is over, cantaba Lennon, precursor como siempre, en 1970. Tres años más tarde, Pink Floyd le hacían los coros: The time is gone, the song is over —thought I'd something more to say. Tema quedaba, desde luego; pero la puerta empezaba a cerrarse. Para finales de los 70, el rock progresivo, el art rock y demás géneros soñadores se habían quedado sin aire. Por supuesto, en esas mismas fechas no eran dos ni tres los grupos interesantes de esta línea que llevaban años ensayando y empezaban a tocar el cielo. Muchos no llegaron a grabar, y otros lo hicieron a título testimonial. Ahora, la marea digital remueve algunos tesoros escondidos, y es inevitable maldecir a la historia del pop y sus modas. En este disco de 1979 de los holandeses Avalanche (que ha regalado al mundo este blog), no hay fórmula ni cliché: todo es frescura, aunque algo melancólica. En los temas largos, la guitarra eléctrica fluye y se encrespa; en esta miniatura folk es la flauta las que cuenta su historia sobre un tejido de guitarra española y batería (de la de cocina). Hay ecos de Julia Dream y, créanme, de Ciento Volando. O será al revés. Como sea.
jueves, 5 de febrero de 2009
Epílogo de un sueño
The dream is over, cantaba Lennon, precursor como siempre, en 1970. Tres años más tarde, Pink Floyd le hacían los coros: The time is gone, the song is over —thought I'd something more to say. Tema quedaba, desde luego; pero la puerta empezaba a cerrarse. Para finales de los 70, el rock progresivo, el art rock y demás géneros soñadores se habían quedado sin aire. Por supuesto, en esas mismas fechas no eran dos ni tres los grupos interesantes de esta línea que llevaban años ensayando y empezaban a tocar el cielo. Muchos no llegaron a grabar, y otros lo hicieron a título testimonial. Ahora, la marea digital remueve algunos tesoros escondidos, y es inevitable maldecir a la historia del pop y sus modas. En este disco de 1979 de los holandeses Avalanche (que ha regalado al mundo este blog), no hay fórmula ni cliché: todo es frescura, aunque algo melancólica. En los temas largos, la guitarra eléctrica fluye y se encrespa; en esta miniatura folk es la flauta las que cuenta su historia sobre un tejido de guitarra española y batería (de la de cocina). Hay ecos de Julia Dream y, créanme, de Ciento Volando. O será al revés. Como sea.
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6 comentarios:
Precioso tema. Alfonso habría disfrutado tocándolo, seguro.
Y ciertamente, es una lástima que el arte sea un negocio. Especialmente el arte musical. Coarta la posibilidad de que maravillas así sean conocidas por mas gente, y sobre todo, que los que las crean puedan seguir haciéndolo (o al menos grabándo discos con ellas) sino logran suficiente éxito comercial para vivir de ello.
No me creo que estos holandeses no sean ibéricos. Por otra parte, lo de 'Perseverance kills our game', es el anti I Ching en regla (La perseverancia traerá buena fortuna). También, leyendo la entrada, veo asomar este puntual oxímoron: Fresca melancolía. Y otro más: Avalancha en los Países Bajos. Este último es resultón, el de la melancolía, en cambio, es bueno.
Es estupendo sentir como la música se te pega a los dedos... una vez que la tocas, ya no quieres soltarla. Bonito tema AL.
D.
Josepepe: bien visto. Si no la música, el lema (Perseverance kills our game) sí responde al ethos de la época. Quizá intuían que, ante público y discográficas tan ensordecidos, insistir iba a servirles de poco.
Gharghi: tienes mucha razón. Es su estilo de tocar la flauta, preciso y muy melódico. De algún modo, está presente en él.
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