Now the crossroads is a site with universal spooky impications. To the religious imagination it can appear not as a random juncture of paths but as a place where roads purposely converge: in Egyptian such an intersection is basic to the concept of 'city', of which the glyph, neywet, shows a crossroads. This may explain the weird feeling associated with a desolate crossroads far from any town — it's like a city center without a city, roads converging on Nowhere, or perhaps on the Invisible.
(J. Rabinowitz, The Rotting Goddess, pp. 37-38.)
3 comentarios:
El libro de Rabinowitz, muy interesante, fue recibido con gran hostilidad por los especialistas en el tema (la magia en la Antigüedad grecolatina). Un ejemplo es esta reseña de F. Graf: http://kernos.revues.org/pdf/746 En esta perla se puede ver por qué: el salto lógico del jeroglífico egipcio a la sensacion de inquietud que nos produce hoy un cruce de caminos en mitad de ninguna parte es ciertamente audaz. Obviamente, no sentimos hoy eso porque conozcamos el jeroglífico egipcio. Lo irónico del caso es que, en mi opinión, R. se expresa mal pero razona bien. El jeroglífico egipcio es un ejemplo de la relación entre el cruce de caminos y la noción de centro (R. podría haber recordado también cómo el cruce entre un cardo y un decumano era el punto de partida para la construcción de un campamento romano, y por ende de una ciudad) . Allá donde identificamos un centro, nos preguntamos por la estructura que se extiende a su alrededor. Si esta no se ve, se produce esa sensación de extrañeza que él tan bien describe.
Las cosas, querido Al, se han prosificado mucho. En los tiempos que corrivuelan, allá donde se cruzan los caminos lo más probable es que se levante un Carrefour.
Bueno, yo de pequeño encontraba mágicos los supermercados, por esa cosa de que en apariencia lo tienen todo. Ahora me pasa más con las librerías, pero conservo el recuerdo.
Publicar un comentario