LIKAIK - : “Pájaro ancestral” -
ARQUEÓPTERIX
Cuando Tu voz me llamó desde lo más alto de los cielos
Y me ordenó que volase
jamás ave alguna había surcado aún los aires
ni nadie había tenido jamás el sueño de unas alas,
de unos brazos ingrávidos con los que asirse al vacío
sino yo que Te escuchaba y Te acechaba
mientras volabas libre en el Sol y en la Luna gigantesca.
Vivía con mis hermanos, los reptiles,
que levantaban sus enormes cuellos sobre las ciénagas podridas
y caminaban pesadamente, esclavos de la inmovilidad del espacio.
Nadie hizo eco a mi llamada
cuando los alenté a remontarnos sobre las más altas copas de los
árboles,
sino que me hundieron muchas veces, crueles, en el barro
donde mis cuerpos perecieron en varias ocasiones
como los más torpes de mis hermanos, como los desechados.
Pero yo había escuchado Tu ardiente llamada
desde la roja Luna gigantesca
y Tú me habías dado miles de cuerpos más
en los que renacer, con renovadas fuerzas, tras todos los fracasos.
…Y así recorrí las selvas, miles de noches,
mientras la Luna ardiente me quemaba
con Tu voz cada vez más cercana.
Poco a poco fui acercándome a Ti
y entonces mis hermanos no me reconocieron el de antes
ni a mis formas las mismas.
Así sentí el Renacimiento de mi sangre
y Tú viniste a habitar entre mis alas.
Era Yo, había Nacido y surcaba los aires! : ¡¡Miradme atravesando los siglos en llamas!!
Yo soy el Arqueópterix, el ojo desvelado, insomne, de la tiniebla,
el ojo ardiente, fijo y siempre vigilante de la noche.
He contemplado las selvas encendidas a mis piés,
rindiéndome extasiadas las copas de sus árboles más altos;
pero yo las recorro sin detenerme y vuelo,
la mirada de sangre por el Sol del ocaso,
como Ave misma del Destino al que me entrego y desconozco.
Mas mi Destino soy yo y Su fuerza, mis alas
que agrandan en su extensión, la noche, como el cielo,
que llevan el Sol dentro de las montañas bajo sus plumas,
ardiéndome los sueños, el vuelo, quemándome como el Destino,
yo, Arqueópterix, Sol y fuego interiores, misterio en que me abraso,
yo, la Luna venida a sobrevolar las selvas.
Desde el fétido barro del que con Tu llamada me sacaste
he remontado el vuelo hasta hallar mi morada en las alturas;
yo anido en los volcanes más encumbrados; aquellos del silencio
que, apagados transminan invisibles fuegos y presagios
que sólo yo penetro pués veo la luz oculta,
y que una mañana se sacuden su manto vegetal con sus alas de
fuego interminable
y aquellos que, encendidos, enrojecen las noches
y sepultan las tinieblas bajo un velo de llamas,
todos son mi morada; a su fuego enrojezco como el Sol y la Luna;
vuelo sobre la guerra ardiente de las montañas!
…Volé sobre los años, los siglos, las edades, pués mi vuelo era un
sueño
como una dolorosa pesadilla hecha jamás llegar, como una fiebre
rodando el horizonte, de un horizonte a otro.
Un sueño de Tus Sueños, un Signo indescifrable que sólo Tú
conoces.
Volé sobre Tus Sueños, sobre los laberintos de fantásticas formas,
Símbolos de Tu Sueño sin tiempo ni lugar.
En Tus Sueños he sido halcón del horizonte más lejano del Deseo
de penetrar en Tí,
águila o mariposa o el color de las piedras
o la sensación de lo que nunca muere y reverdece vivo sin saberse
o lo que soy ahora, hoy, hoy mismo
para saber que no había sueño sino distancia
que me faltaba recorrer al vuelo para llegar a Ti; y que estabas
Despierto
- mis alas, Tu llamada, el horizonte -,
PADRE, y que eras Yo, un sueño verdadero, … : el niño que se
sueña.
Por eso hoy, hoy mismo
grito a los cuatro ángulos del horizonte :
“¡Yo Soy un ARQUEÓPTERIX,
un ARQUEÓPTERIX Padre de ARQUEÓPTERIX,
un ARQUEÓPTERIX Hijo de ARQUEÓPTERIX;
tan sólo Uno : EL ARQUEÓPTERIX! :
El Ave fabulosa de Mi Propio Principio!”
***
Nota de Joaquín Salado:
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