Una de las excentricidades de Robert Fripp, guitarrista de King Crimson y maestro, directo o no, de muchos guitarristas, es que desde hace años toca (y enseña a tocar) el instrumento con una afinación alternativa, en la que casi ninguna cuerda tiene la altura tonal que esperaríamos.
En realidad, con cambiar la altura de una sola cuerda (lo pienso ahora porque para tocar la música de vihuela de Luis de Milán hay que alterar la tercera, bajándola de sol a fa sostenido) basta para alterar de forma notable el horizonte de expectativas de instrumento e instrumentistas. No sólo los acordes habituales, que estamos hartos de oír, exigen posiciones distintas: lo esencial es que las posturas a las que estamos acostumbrados generan acordes distintos, más interesantes. Así, la que normalmente daría un soso mi menor se convierte en un acorde de novena, ni mayor ni menor, del que ha desaparecido la tercera. De un solo traspiés, hemos entrado en el reino de Debussy y los impresionistas.
Pienso que lo mismo tiene que ser aplicable a cualquier otro arte, y acaso a la vida misma. Lo primero que acude a mi memoria son esos experimentos de los vanguardistas franceses que escribían textos sin alguna de las vocales. Demasiado mecánico, pienso. El condicionante métrico (tanto el del ritmo en sí como el de la rima) se aproxima más al efecto que buscamos: una limitación de las posturas posibles que, sin embargo, introduce en ellas un efecto embriagador de eco y simetría, como si el lenguaje, por esa mera operación, hubiera cambiado de tono o de octava.
En la vida cotidiana, en las acciones que no consideramos artísticas, un leve toque también es suficiente para alterar la percepción. La opción más obvia son las sustancias psicoactivas, pero probablemente haya caminos más sutiles e igualmente válidos. La obligación de preparar cada día una entrada para el blog, por ejemplo, que respeté durante algo más de un año, cambia de manera significativa la relación con la escritura y con el mundo: te convierte en un fotógrafo o antólogo que permanece todo el día al acecho del elemento insólito (una reflexión, un verso, una canción, una imagen...) que merece la pena salvar y compartir con otras personas. Crea, de hecho, un lazo con las personas que siguen el blog, y muy especialmente con las que andan enredadas en la misma magia.
No he sido capaz de mantener esa disciplina (ni ninguna otra, bien es cierto) por mucho tiempo, pero atesoro la experiencia como una prueba más de que el camino hacia Otra Parte comienza por un simple paso, cualquier paso: desafinar una cuerda, templar un endecasílabo, aceptar el reto de una rima en -ol. Si Natura ama esconderse, como avisó Heráclito, es porque le gusta jugar al escondite: y retribuye siempre a quienes emprenden la búsqueda.
7 comentarios:
… la dulce chimenea del momento,
que te dije a propósito de aquella de leño.
Ama esconderse natura
donde no la encuentre el sol,
del fondo de un caracol
nos invita a la aventura
de inventar la partitura
de oscura clave de sol:
Diógenes con su farol
destrozando la armadura.
Perplejos ante el umbral
esperamos el visado
que nos lleve al otro lado,
o al menos una señal:
y es el corazón alerta
amo y siervo de la puerta.
Rafa Herrera
Hace muchos años que no sigo a Fripp, desde King Krinson. Nunca me había fijado en que use una afinación especial. Lo único que me gustaba era su pulsación y la distorsión tan perfecta del sonido de su guitarra.
No sé si conoce el caso de Joni Mitchell, que afina su guitarra de forma muy particular y que consigue un sonido precioso con muy pocos acordes gracias a ello.
Este ejemplo
http://www.youtube.com/watch?v=N6d2RG2Rl64
Mola la Mitchell, sí. La habré escuchado muchas veces, diluida en la música de Javier Bergia, mi cantautor predilecto, que la tiene en lo alto del santoral. De sus canciones, adoro Woodstock y Coyote. Con las demás no he tenido suerte: cuando las escucho me parecen interesantes, pero no acabo de entrar en ellas. Otros que le daban a las afinaciones alternativas son la Incredible String Band: en ésta por ejemplo la guitarra suena de cine.
Tambien el viejo Neil Young es muy aficionado a las afinaciones especiales.
http://www.guitarnoise.com/lesson/harvest-moon/
Y el mismísimo David Gilmour toca "Hey You" en "Nashville" una afinación que conlleva además quitarle los bordones a la guitarra y sustituirlos por cuerdas mas finas. Véase: http://www.youtube.com/watch?v=8uetjZHz2Jk
Muy bien traído eso, Tía Concha. Siempre me cautivó la guitarra de 'Hey you': notaba que tenía algo especial, pero no tenía idea de qué, en términos técnicos. La verdad es que The Wall (que en su momento me pareció envejecido para siempre, irrescatable) tiene momentos mágicos.
...y es el corazón alerta
amo y siervo de la puerta.
¡Magnífico! Hablando de puertas, ahí va una Cerradura:
En la ironía
como en harina.
Con la verdad
como disfraz.
Rómulo y ritmo
desde el abismo.
Llave de sol:
ojo de Dios.
Muy buen punto de vista, y acertado logro de pensamiento. Aunque en el caso del Maestro Fripp el cambio no solo pasa por una afinación, sino por un estado de conciencia acresentada, un principio a la evolucion del "super-hombre" del cual hablaba George Gurdjieff, y que tanto se imparte en los seminarios del "Guitar Craft": Estar atentos y relajados al mismo tiempo.
He leido mas en tu blog, y te aseguro que estaras entre mis favoritos.
Un abrazo y tienes mi respeto.
Juiahnn Roubiczek
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