miércoles, 1 de diciembre de 2010

Close to the Edge (pero a cierta distancia)


En las corrientes artísticas que más valoro, que me han nutrido, hay una proximidad indudable a la religión. Así el surrealismo, el simbolismo y el abuelo de ambos, el romanticismo; así la psicodelia y, en fin, cualquier meandro o máscara del paganismo, tal como lo hemos soñado retrospectiva y algo improbablemente los que no lo vivimos. Sin religión (o sin eso que la religión pretende domesticar, pero a pesar de todo vehicula en cierta medida), no tendríamos la música de Bach, pero tampoco Tomorrow Never Knows o Close to the Edge.

Sin embargo, tan importante como el hecho de que estén próximas lo es que son distintas, distantes de cualquier dogma o jerarquía; inconciliables, de hecho. Frente a la promesa de otro mundo después, a mí sólo me importa el otro mundo aquí y ahora: el lugar donde las lindes se desdibujan.

Ese otro mundo, en fin, es extraño pero cotidiano también: lo atravesamos cada noche en sueños, y la mitocrítica nos ha enseñado hasta qué punto el desarrollo de la literatura y el pensamiento es otro nombre del baile de los dioses muchos. Arquetipos y sensaciones numinosas son hechos, no proposiciones de fe.

[Hay un libro del joven Savater, La piedad apasionada, que explica de manera inmejorable estas cuestiones. Leo que el autor no simpatiza mucho con aquellas diatribas neopaganas de sus comienzos, pero lo cierto es que no ha escrito nada mejor. Yo se las agradezco, igualmente.]


5 comentarios:

Gharghi dijo...

Hubo quien dijo que me olvidara de la letra y me quedara con la música. Al fin y al cabo por si sola ya dice todo lo que hace falta.

Al59 dijo...

No sé como compositor, pero como intérprete y arreglista los dioses le han concedido a Wakeman una madurez (o vejez) espléndida.

Jordi Doce dijo...

Gracias, Alejandro. El mejor disco de Yes y una de los grandes hitos de la música contemporánea. Cinco músicos en estado de gracia. Y Wakeman lleva unos años de lo más apañado. Gracias por compartirlo con nosotros.

Al59 dijo...

Un abrazo, Jordi. Disculpadme la melancolía, pero ¡cuánto le habría gustado esto a nuestro buen amigo Antonio! Ojalá uno pudiera creer que estas notas han de alcanzarle, allá donde ande.

Gharghi dijo...

¿quién crees que me dijo que me olvidara de la letra?