jueves, 11 de octubre de 2012

Por un botecito de agua que traía yo


Leo cuentos, uno al menos cada noche, para mis niños, que los devoran. Ando ahora con los Cuentos extremeños maravillosos y de encantamiento recopilados y editados por Juan Rodríguez Pastor (Badajoz, 1997). El titulado El agua de la Fuente Romana es una versión de un cuento que ya habíamos contado otras veces, el tipo 551: «Los hijos en busca de un remedio para su padre». En resumen, arranca así:

Un rey ciego envía a sus tres hijos en busca del agua de la Fuente Romana, única capaz de devolverle la vista. Los dos mayores fracasan, pero el pequeño consigue llenar su botecito con el agua mágica. Mientras se dirigen a casa, el hermano mayor, envidioso, mata al pequeño y se presenta ante su padre con el botecito. El rey recobra la vista, pero llora la muerte de su hijo menor. Mientras tanto, un pastor se detiene a cortar una caña y fabrica con ella una flauta. Al tocarla, se escucha la voz del joven muerto:

Pastorcito que en brazos me tienes, 
tócame bien, 
que me mataron 
en el camino de Fuente Romana 
sin culpa o razón, 
por un botecito de agua 
que traía yo. 

Estarán conmigo en que era imposible no ponerle música a algo así. En lo que la intentamos con el grupo, así suena en versión instrumental para flauta (de melotrón) y dulcimer:

3 comentarios:

Gharghi dijo...

Hermoso aperitivo, ganas tengo ya de degustar el plato entero.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Encantadora recreación musical.
Saludos.

Al59 dijo...

Gracias, amigos. A ver si le damos hoy un tiento.