Las gentes de la tertulia política del Ateneo andan moviéndose estos días para protestar contra este enésimo intento de dar el cambiazo, quitándonos lo que Cervantes dijo para vendernos ideíllas varias (y vanas) sobre lo que dijo y en qué circunstancias. Perdóneme quien supo escribirlos tan ágiles y graciosos que me sume al empeño con este soneto.
Desentierran la momia de Cervantes
(se la inventan, quizá) y, encuadernada,
planean añadirla a la ampliada
versión que marcará un después y un antes.
Aquí tiene el alumno comprobantes
de que el hombre existió: su lengua helada
en las letras y su desconcertada
osamenta: sin duda, son bastantes
las reliquias y cabe de ese modo
dar por sabido al hombre y a su obra
sin molestarse en darles voz u oído.
Alegrémonos pues: Cervantes todo
ha acabado y se va. Su sombra sobra.
La duda y la ocasión han concluido.
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