Sentado al borde de una silla de piedra y esperando que venga la que debe llegar. Mirando al fondo y esperando que ceda con la fe verdadera de que todo irá mal.
Si al menos yo supiera dónde y por qué me espera mi suerte, daría sin dar marcha atrás mi vida por verla llegar.
Temblando al fondo de esta oscura caldera congelada y ajena donde intento cantar. Mi cucaracha, tú, mi fiel compañera que serás hoy mi cena, baila para empezar.
Si al menos yo supiera dónde y por qué me espera la muerte, valiente daría sin más mi vida por verla llegar.
(Tres lugares inspiraron la canción: la imagen de la silla proviene en primer lugar del sitial de Amon Hen, donde Frodo se sienta a meditar poco antes de la catástrofe que disuelve la Compañía del Anillo —pero tiene algo también del trono plegable que aparece en Enjoy the silence, de Depeche Mode. La caldera es el horrible local de ensayo de Orcasitas, asfixiante en verano y helado en invierno, que nos disuadió para siempre, o casi, de constituirnos en grupo de rock. Por la razón que sea, Ciento Volando es pródigo en canciones de bichos: cf. el Vals de los Insectos y aquella otra de Dani: "...y mi amigo el bicho-bola se va". En la vieja cinta de la que rescato la grabación, se subtitula 'versión tranqui'; hubo, en efecto, otra más jaranera, con flauta solista, que quizá alguien recuerde.)
Viene y se va. Vuelve a empezar. Suena la música de la eternidad.
El gran tema sinfónico de Ciento Volando. Ante todo, grande en lo que concierne al tamaño de la calidad y hondura de los temas. También por la originalidad del planteamiento: entre el pop los maestros del rock, es un tema sinfónico con un tipo de desarrollo propio. Destaca la textura de las dos guitarras, con un delicado arabesco, complejo a veces, que siempre logra perdernos y llevarnos. El tema me lleva. Me parece que emana de sí una profunda paz y comprensión más allá de todo el devenir. Se dan todos los conflictos dialécticos (la letra habla de ellos). Pero la música parece transcenderlos desde un punto de vista privilegiado, alto y sereno. Y, a través de la serenidad, corre una gran fuerza. Multitud de imágenes me suscita esta música. Me gustaría conocer otras impresiones. Porque a mí me impresiona. Saludos.
Leyendo tu comentario, generoso Aker, y el de Pepita Pulgarcita al Príncipe me queda una sensación impagable: después de todo, lo que tuviéramos en su día que comunicar tomó forma y llegó, aunque fuera en un círculo reducido de amigos. La Red permite ahora exponer estas canciones a un público más amplio. Seguramente es un espejismo esperar que sirva de algo (y da un poco de pudor exponer grabaciones a veces tan precarias), pero nunca se sabe. La vida es un concurso sin notario: no siempre nos sucede lo probable.
2 comentarios:
Viene y se va.
Vuelve a empezar.
Suena la música de la eternidad.
El gran tema sinfónico de Ciento Volando. Ante todo, grande en lo que concierne al tamaño de la calidad y hondura de los temas.
También por la originalidad del planteamiento: entre el pop los maestros del rock, es un tema sinfónico con un tipo de desarrollo propio.
Destaca la textura de las dos guitarras, con un delicado arabesco, complejo a veces, que siempre logra perdernos y llevarnos. El tema me lleva. Me parece que emana de sí una profunda paz y comprensión más allá de todo el devenir. Se dan todos los conflictos dialécticos (la letra habla de ellos). Pero la música parece transcenderlos desde un punto de vista privilegiado, alto y sereno. Y, a través de la serenidad, corre una gran fuerza.
Multitud de imágenes me suscita esta música. Me gustaría conocer otras impresiones. Porque a mí me impresiona.
Saludos.
Aker
Leyendo tu comentario, generoso Aker, y el de Pepita Pulgarcita al Príncipe me queda una sensación impagable: después de todo, lo que tuviéramos en su día que comunicar tomó forma y llegó, aunque fuera en un círculo reducido de amigos. La Red permite ahora exponer estas canciones a un público más amplio. Seguramente es un espejismo esperar que sirva de algo (y da un poco de pudor exponer grabaciones a veces tan precarias), pero nunca se sabe. La vida es un concurso sin notario: no siempre nos sucede lo probable.
Publicar un comentario