sábado, 9 de agosto de 2014

Del Laberinto al 30 (oda a Rosa Díez)


—¡El blanco!, —se mofó Saruman—, el blanco está bien para empezar. La ropa blanca puede teñirse. La página blanca puedes cubrirla de letras. La luz blanca puede quebrarse.

Rosa de colores mil 
(diez al menos), rosa blanca,
nacionalista al pilpil,
crítica (no con la Banca), 
bisagra por engrasar
del Partido Popular,
amiga de Savater, 
querida a más no poder
del barrio de Salamanca,
reformista cerebral
que conoce bien el mal
(del que fue socia entusiasta)
y a la que un fondillo basta
(así sea de reptil)
para subir al atril
tranquila por su futuro.
Lengua dúctil, verbo duro,
sacerdotisa del demos,
abomina de Podemos
y su demagogia basta.
Al bolivarismo casta,
de la progresía azote,
no duda en pegarse el lote
con la Iglesia liberal.
A su modo vertical,
cual su tocaya floral,
es Rosa de Luxemburgo.
Eficiente demiurgo,
creó un partido a su imagen
donde sin rubor encajen
tránsfugas de toda laya.
Única en desembarcar
al otro lado del mar
(otra no creo que haya),
no dejará de nadar
hasta por fin alcanzar
la más dorada medalla.

2 comentarios:

koolauleproso dijo...

Como poesía, flojilla (no eres Quevedo).
Como descripción del personaje, más o menos ajustada

Al59 dijo...

Quedó flojilla, sí, pero me pareció que merecía la pena intentarlo. Otra vez saldrá mejor, quizá. Gracias por la nota.