viernes, 27 de mayo de 2016

En boca de lobos



No está viva la herida si no duele
ni es tu nombre tu nombre si no sientes
cómo te llama desde cada esquina,
tu ser en otros labios que te copian
como el agua acostumbra con la luna.
¡Tú en labios de cualquiera! Qué derroche
ese beso implacable que hace suyas
tus gracias. No es extraño que los dioses
guardaran en secreto sus vocales
—y que el amante invente ese otro nombre
para guardar en sí lo que tan solo
permites que hasta él llegue. Nadie dice
su nombre ante el espejo sin dudar.
Tal vez ante tu luz también él duda.

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