Este tercer romance de tema bretón tiene una ventaja importante sobre los dos que acabamos de ver. Aquéllos estuvieron vivos en la tradición oral durante el siglo XVI (y quizá el XV), pero después cayeron en el olvido, de modo que no conservamos más versiones de ellos que las publicadas hace casi cinco siglos. Éste, en cambio, ha sobrevivido en la tradición oral de Andalucía y Canarias hasta nuestros días, y por tanto podemos contrastar la versión antigua (publicada en el Cancionero de romances de 1550) con otras más recientes y seguir así la evolución de la historia en la memoria colectiva.
La versión renacentista dice así:
Tres hijuelos había el rey,
tres hijuelos, que no más;
por enojo que hubo de ellos
todos maldito los ha.
El uno se tornó ciervo,
el otro se tornó can,
el otro se tornó moro,
pasó las aguas del mar.
Andábase Lanzarote
entre las damas holgando,
grandes voces dio la una:
—Caballero, estad parado.
Sí fuese la mi ventura,
cumplido fuese mi hado
que yo casase con vos
y vos comigo de grado
y me diésedes en arras
aquel ciervo del pie blanco.
—Dároslo he yo, mi señora,
de corazón y de grado
y supiese yo las tierras
donde el ciervo era criado.
Ya cabalga Lanzarote,
ya cabalga y ya su vía;
delante de sí llevaba
los sabuesos por la traílla.
Llegado había a una ermita,
donde un ermitaño había.
—Dios te salve, el hombre bueno.
—Buena sea tu venida:
Cazador me parecéis
en los sabuesos que traía[is].
—Dígasme tú, el ermitaño,
tú que haces santa vida,
ese ciervo del pie blanco,
¿dónde hace su manida ?
—Quedáis os aquí, mi hijo,
hasta que sea de día;
contaros he lo que vi
y todo lo que sabía.
Por aquí pasó esta noche
dos horas antes del día,
siete leones con él
y una leona parida.
Siete condes deja muertos
y mucha caballería.
Siempre Dios te guarde, hijo,
por do quier que fuer tu ida,
que quien acá te envió
no te quería dar la vida.
¡Ay dueña de Quintañones,
de mal fuego seas ardida,
que tanto buen caballero
por ti ha perdido la vida!
tres hijuelos, que no más;
por enojo que hubo de ellos
todos maldito los ha.
El uno se tornó ciervo,
el otro se tornó can,
el otro se tornó moro,
pasó las aguas del mar.
Andábase Lanzarote
entre las damas holgando,
grandes voces dio la una:
—Caballero, estad parado.
Sí fuese la mi ventura,
cumplido fuese mi hado
que yo casase con vos
y vos comigo de grado
y me diésedes en arras
aquel ciervo del pie blanco.
—Dároslo he yo, mi señora,
de corazón y de grado
y supiese yo las tierras
donde el ciervo era criado.
Ya cabalga Lanzarote,
ya cabalga y ya su vía;
delante de sí llevaba
los sabuesos por la traílla.
Llegado había a una ermita,
donde un ermitaño había.
—Dios te salve, el hombre bueno.
—Buena sea tu venida:
Cazador me parecéis
en los sabuesos que traía[is].
—Dígasme tú, el ermitaño,
tú que haces santa vida,
ese ciervo del pie blanco,
¿dónde hace su manida ?
—Quedáis os aquí, mi hijo,
hasta que sea de día;
contaros he lo que vi
y todo lo que sabía.
Por aquí pasó esta noche
dos horas antes del día,
siete leones con él
y una leona parida.
Siete condes deja muertos
y mucha caballería.
Siempre Dios te guarde, hijo,
por do quier que fuer tu ida,
que quien acá te envió
no te quería dar la vida.
¡Ay dueña de Quintañones,
de mal fuego seas ardida,
que tanto buen caballero
por ti ha perdido la vida!
Lo que el texto no dice podemos buscarlo en otra parte. Por ejemplo, tenemos una idea bastante exacta de por qué el padre maldice a sus retoños. En un poema francés llamado Lai de Tyolet se cuenta que el rey Logres tiene una hija legítima, que es su heredera, y tres hijos bastardos que con malas artes intentan arrebatarle a su media hermana el trono. Por eso el padre los maldice. El hermano convertido en ciervo domina a su hermana, que le pide a Lanzarote que le dé muerte. El héroe cumple su palabra, pero renuncia al amor que la muchacha le ofrece a cambio. El investigador William Entwistle sugiere que el primer dístico de nuestro romance fue alguna vez algo del tipo Tres hijuelos había el rey / e una fija que no más.
Examinemos ahora una de las pocas versiones modernas que se conocen del romance. Fue recopilada en Chimiche, una localidad de la isla de Tenerife, en 1954.
Era un rey, tenía tres hijos,
todos tres los maldecía:
uno se le vuelve perro,
perro de la perrería;
uno se le vuelve moro,
moro de la morería;
uno se le vuelve ciervo,
ciervo que al monte se iría.
A la puerta de la iglesia
mandó a predicar un día
que el que le trajese al ciervo
mil monedas le daría,
y a la infanta coronada
su corona le daría.
Baltasar tenía un caballo
que al par del viento corría;
se tiró ese lomo abajo,
se tiró ese lomo arriba.
El ciervo, des que lo vio,
a Baltasar se vendría:
—Yo bien sabía, Baltasar,
que en buscas mías venías;
el que te mandó a buscar
poco te escucha tu vida.
Allí formaron la guerra,
Baltasar la vencería;
le mató cuatro leones
y una leona paría.
Uno se monta en el anca
y otro se monta en la silla.
El rey, des que los vio,
de contento lloraría.
—Vamos, vamos, Baltasar
....................
vamos a contar moneas,
que yo pa ti las quería.
—Yo no quiero más moneas,
que yo moneas tenía,
lo que quiero es que me cumpla
la palabra que está dicha,
que como es palabra de rey
atrás no se volvería.
todos tres los maldecía:
uno se le vuelve perro,
perro de la perrería;
uno se le vuelve moro,
moro de la morería;
uno se le vuelve ciervo,
ciervo que al monte se iría.
A la puerta de la iglesia
mandó a predicar un día
que el que le trajese al ciervo
mil monedas le daría,
y a la infanta coronada
su corona le daría.
Baltasar tenía un caballo
que al par del viento corría;
se tiró ese lomo abajo,
se tiró ese lomo arriba.
El ciervo, des que lo vio,
a Baltasar se vendría:
—Yo bien sabía, Baltasar,
que en buscas mías venías;
el que te mandó a buscar
poco te escucha tu vida.
Allí formaron la guerra,
Baltasar la vencería;
le mató cuatro leones
y una leona paría.
Uno se monta en el anca
y otro se monta en la silla.
El rey, des que los vio,
de contento lloraría.
—Vamos, vamos, Baltasar
....................
vamos a contar moneas,
que yo pa ti las quería.
—Yo no quiero más moneas,
que yo moneas tenía,
lo que quiero es que me cumpla
la palabra que está dicha,
que como es palabra de rey
atrás no se volvería.
Otra versión más completa, recogida en la isla de Lanzarote, dice así:
El rey tenía sus hijos,
pelean que es maravilla;
él como padre que era,
su maldición les pedía.
Uno se le volvió perro,
perro de la perrería;
otro se le volvió moro,
moro de la morería,
y el otro se le volvió ciervo,
ciervo de la ciervería.
—No lo siento por el perro,
que en mi casa lo tenía,
ni lo siento por el moro,
que ése está en la morería;
lo siento por ese ciervo
por los daños que me hacía.
Si hay quien mate ese ciervo,
cantidad que ganaría,
y a quien lo trajese vivo
casaré con doña Elvira.
Baltasar, que estaba oyendo
lo que su rey le decía,
allá monta en su caballo,
que par del aire corría,
y en ese mismo caballo
partió por la sierra arriba.
Andando por media sierra
un viejo tropezaría.
—Dígame, padre, el misterio,
así Dios le dieria vida,
el ciervo de pies calzados
¿dónde tiene la guarida?
—Allá arriba está la loma,
en la loma está la oliva,
medio hombre lleva fuera
y otro medio en la barriga,
y el que llevaba por fuera
figura de hombre tenía.
—¡Vuela vuela, mi caballo,
da vuelta para Sevilla!
Da dos paso adelante
y al punto se pararía,
picó espuelas y el caballo
subió por la loma arriba.
—¡Tus padres que te mandaron
poco te estiman la vida!
Riñó el hombre, riñó el ciervo,
por fin el hombre vencía,
que vencía al medio hombre
por la fe que se traía.
Lo agarró por la cornada
y al rey lo presentaría.
—¡Aquí tienes, padre rey,
lo que usted a mí me pedía!
—¡Sube sube, Baltasar,
de monedas cargarías!
—¡Yo no quiero las monedas,
que yo monedas tenía,
lo que quiero es que se cumplan
las palabras que decía!
A casar va Baltasar,
a casar con doña Elvira;
hoy se celebran las bodas,
mañana se casarían.
pelean que es maravilla;
él como padre que era,
su maldición les pedía.
Uno se le volvió perro,
perro de la perrería;
otro se le volvió moro,
moro de la morería,
y el otro se le volvió ciervo,
ciervo de la ciervería.
—No lo siento por el perro,
que en mi casa lo tenía,
ni lo siento por el moro,
que ése está en la morería;
lo siento por ese ciervo
por los daños que me hacía.
Si hay quien mate ese ciervo,
cantidad que ganaría,
y a quien lo trajese vivo
casaré con doña Elvira.
Baltasar, que estaba oyendo
lo que su rey le decía,
allá monta en su caballo,
que par del aire corría,
y en ese mismo caballo
partió por la sierra arriba.
Andando por media sierra
un viejo tropezaría.
—Dígame, padre, el misterio,
así Dios le dieria vida,
el ciervo de pies calzados
¿dónde tiene la guarida?
—Allá arriba está la loma,
en la loma está la oliva,
medio hombre lleva fuera
y otro medio en la barriga,
y el que llevaba por fuera
figura de hombre tenía.
—¡Vuela vuela, mi caballo,
da vuelta para Sevilla!
Da dos paso adelante
y al punto se pararía,
picó espuelas y el caballo
subió por la loma arriba.
—¡Tus padres que te mandaron
poco te estiman la vida!
Riñó el hombre, riñó el ciervo,
por fin el hombre vencía,
que vencía al medio hombre
por la fe que se traía.
Lo agarró por la cornada
y al rey lo presentaría.
—¡Aquí tienes, padre rey,
lo que usted a mí me pedía!
—¡Sube sube, Baltasar,
de monedas cargarías!
—¡Yo no quiero las monedas,
que yo monedas tenía,
lo que quiero es que se cumplan
las palabras que decía!
A casar va Baltasar,
a casar con doña Elvira;
hoy se celebran las bodas,
mañana se casarían.
6 comentarios:
He disfrutado mucho leyendo estos romances, gracias
A ver si encuentro un cuento infantil de Ferlosio que habla de un ciervo y se lo envío. Lo copié hace unos años y debe de andar por ahí. No lo publicó en El Geco.
Veo que en la tradición oral las relaciones paterno-filiales son tirando a conflictivas. Me ha gustado mucho el tercero, el más truculento, o sea, de puro descarnado hasta con un punto de humorismo. ¡Como padre que era! Válgame...
Dos cosas, que se me olvidaban:
-un acierto la identidad entre estiercol y dinero, tanto para lo bueno como para lo malo.
-¿un correo de contacto tiene? He encontrado un dibujo de una portada de los Beatles, de una edición holandesa, que tal vez no conozca y creo que le puede gustar...
Un saludo.
Ribemependros: celebro mucho que nuestros caminos hayan coincidido. Espero que el blog te siga interesando y te animo a dejarnos cuantos comentarios y aportaciones te apetezcan, en la seguridad de que los disfrutaremos intensamente.
Querido anónimo: quedo a la espera de ese cuento ferlosiano.
Javi: Usted lo dice: ¡de padre y muy señor mío! Para cualquier cosa, estoy en agonza59@encina.pntic.mec.es (a ver si sé editar la plantilla del blog para añadir el correo). Gracias de antemano.
Publicar un comentario