sábado, 22 de diciembre de 2007

Si tú me dices ven

Una buena noticia y qué decir,
se me agolpan de pronto despedidas,
limones que relucen como el sol
pero llenan los ojos de amargura.
Te he querido ya mucho y tal vez bien
o mal, como la costra de una herida
que no quiero perder, pero se marcha
dejándome otra piel. Cuando me llamas,
mi nombre es ese anzuelo que se aleja
para llegar aún hasta mis labios
y hacerlos sonreír o escupir sangre.
No fallaré esta vez. —Nunca lo has hecho.
(—¿Lo ves? Eso es amor. —A lo hecho, pecho.)

2 comentarios:

Juan Poz dijo...

!Ah, qué buen saber que dejan en los labios los coloquialismos trascendidos: "A lo hecho, pecho"! Que vale tanto como el revolucionario decir Cervantino "cada uno es hijo de sus obras". Y hermosa, también, la imagen de la costra que se aleja dejando una piel nueva, restaurada, después de haber amado tanto el costurón sobre el que se extendió protectora y abnegada, como un escudo para las desdichas.
¿Es tuya, Alejandro? Mi enhorabuena, que es la del asentimiento que exigía Bousoño en su famosa Poética, hoy tan olvidada, en tiempos tan celebrada.

Al59 dijo...

Gracias mil, Juan. Los doy por bien escritos. En cuanto a la obra de Bousoño, es lo más esclarecedor y solvente que se haya escrito en su campo. Debe permanecer ahí, fuera de temporada, pero accesible para quien sienta la curiosidad necesaria. Es cierto que ha caído en el olvido: en la Complutense, por la segunda mitad de los 90, tuve un profesor más bien bufonesco, Escartin, que, sin embargo, soltaba de vez en cuando algo interesante. Años después, descubrí que sus hallazgos consistían en saquear a Bousoño —por supuesto, sin citarlo.