Una de las ventajas de estudiar solfeo es que uno se anima (con más voluntad que otra cosa) a intentar escribir lo que inventa. Del teclado a la partitura y viceversa, aquí va este Vals de Midi:
(Penúltimos pensamientos: desde que compuse el tema no hago más que darle vueltas a la partitura, razonando los bajos e introduciendo trinos donde procede. La pieza, modal ella, me suena de lo más cientovolandera y/o alexandrina, aunque (o porque) tiene ecos de She's Leaving Home —y acaso de Albéniz. Sinestesia mediante, yo escucho percusión: en la primera parte, mixolidia, un arpa de boca; en la segunda, frigia, unas racialísimas castañuelas.)
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Versión resurrecta (13/11/2008).
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