Subo de los comentarios esta serie de sonetos, que se enreda en la cuestión de lo que somos o no.
MEMORIA EXTERNA
(Rafael Herrera)
I
Proteo el sueño, lábil su frontera.
Delgado como un beso su color.
Al ansia fiel, infiel en el amor.
Su gruesa indecisión, flecha certera.
Su aguda exactitud, farsa grosera.
Indiferente o cruel con el amor.
Tenaz e infatigable cazador
que sigue el rastro incierto de una fiera.
Dueño de mi capricho, prisionero
del suyo, y enemigo del hogar.
Amigo de lo ajeno, y embustero
que confunde la hora y el lugar.
Heraldo de la noche en pleno día.
Igual que el sueño, así es el alma mía.
II
(A un amigo que, preguntándose por nuestra labor, decía:
“Lo nuestro... qué sé yo... ¿nombrar sus nombres?”)
Nombrar sus nombres, sí; y a su compás
trazarle al corazón un derrotero.
Mirarse el alma por el agujero
que a veces nos ofrece su antifaz.
Quitarle a la costumbre su disfraz
y ponerle al asombro su sombrero,
y desandar a tientas el sendero
sin hilo que nos lleve marcha atrás.
Tienes razón, Antonio: que la tierra
es la verdad, su don nuestro alimento,
su juego los amores, y su guerra
contra el tiempo y sus daños nuestro aliento.
El mundo nos enseña, buen maestro,
lo que somos en fin... ¡Eso es lo nuestro!
III
Armarios de la edad, libros y amigos,
que no se acaban nunca de cerrar
y esconden, al abrigo del azar,
los años y la soledad. Testigos,
libros y amigos, de obras y de días.
Nocturna centinela de un hogar
que ya no va a volver, y en su lugar
inventan vacilantes geografías.
Volvemos a sus páginas abiertas
en busca de un abrazo que recuerde
cuando las horas gastan su color.
Y están, libros y amigos, a las puertas
del mundo a donde va lo que se pierde,
rescatando fragmentos del amor.
NOTA
(Al)
Hemos perdido todo (no era nada
de nuestra propiedad) y aquí seguimos,
sujeto de las cosas que decimos,
destellos que perdieron la alborada
y esperan sin urgencia la dorada
meada del crepúsculo. No vimos
venir este presente del que huimos
como hojas que abandonan la enramada
(así la de los hombres) o profetas
anclados a la tierra que les brinda
el cómodo cansancio por reposo.
Esto es lo nuestro: postergar las metas,
ser el testigo límite, la guinda
de este pastel enfermo y asombroso.
CODA
(Rafael Herrera)
Sólo de lo perdido la tonada
da cuenta, lo que ha sido y lo que fuimos.
Hinchados de futuro, los racimos
se agostan al final de la jornada.
Entre un lucero y otro, apenas nada:
así la de los hombres y sus primos,
los dioses olvidados. Pero abrimos
la tierra porque vuelva renovada.
Vamos haciendo acopio de caretas
que disfrazan de cosas el vacío
y les regalan nombre, forma y peso.
Eso es también lo nuestro: inventar tretas
como Ulises que busca en el desvío
olvidarse del día del regreso.
(Rafael Herrera)
I
Proteo el sueño, lábil su frontera.
Delgado como un beso su color.
Al ansia fiel, infiel en el amor.
Su gruesa indecisión, flecha certera.
Su aguda exactitud, farsa grosera.
Indiferente o cruel con el amor.
Tenaz e infatigable cazador
que sigue el rastro incierto de una fiera.
Dueño de mi capricho, prisionero
del suyo, y enemigo del hogar.
Amigo de lo ajeno, y embustero
que confunde la hora y el lugar.
Heraldo de la noche en pleno día.
Igual que el sueño, así es el alma mía.
II
(A un amigo que, preguntándose por nuestra labor, decía:
“Lo nuestro... qué sé yo... ¿nombrar sus nombres?”)
Nombrar sus nombres, sí; y a su compás
trazarle al corazón un derrotero.
Mirarse el alma por el agujero
que a veces nos ofrece su antifaz.
Quitarle a la costumbre su disfraz
y ponerle al asombro su sombrero,
y desandar a tientas el sendero
sin hilo que nos lleve marcha atrás.
Tienes razón, Antonio: que la tierra
es la verdad, su don nuestro alimento,
su juego los amores, y su guerra
contra el tiempo y sus daños nuestro aliento.
El mundo nos enseña, buen maestro,
lo que somos en fin... ¡Eso es lo nuestro!
III
Armarios de la edad, libros y amigos,
que no se acaban nunca de cerrar
y esconden, al abrigo del azar,
los años y la soledad. Testigos,
libros y amigos, de obras y de días.
Nocturna centinela de un hogar
que ya no va a volver, y en su lugar
inventan vacilantes geografías.
Volvemos a sus páginas abiertas
en busca de un abrazo que recuerde
cuando las horas gastan su color.
Y están, libros y amigos, a las puertas
del mundo a donde va lo que se pierde,
rescatando fragmentos del amor.
NOTA
(Al)
Hemos perdido todo (no era nada
de nuestra propiedad) y aquí seguimos,
sujeto de las cosas que decimos,
destellos que perdieron la alborada
y esperan sin urgencia la dorada
meada del crepúsculo. No vimos
venir este presente del que huimos
como hojas que abandonan la enramada
(así la de los hombres) o profetas
anclados a la tierra que les brinda
el cómodo cansancio por reposo.
Esto es lo nuestro: postergar las metas,
ser el testigo límite, la guinda
de este pastel enfermo y asombroso.
CODA
(Rafael Herrera)
Sólo de lo perdido la tonada
da cuenta, lo que ha sido y lo que fuimos.
Hinchados de futuro, los racimos
se agostan al final de la jornada.
Entre un lucero y otro, apenas nada:
así la de los hombres y sus primos,
los dioses olvidados. Pero abrimos
la tierra porque vuelva renovada.
Vamos haciendo acopio de caretas
que disfrazan de cosas el vacío
y les regalan nombre, forma y peso.
Eso es también lo nuestro: inventar tretas
como Ulises que busca en el desvío
olvidarse del día del regreso.
4 comentarios:
De catorce en catorce, la cuestión se va enredando, sí, pero sigue teniendo razón el maestro, "yo soy el que no soy".
Por desliar la madeja, los sonetos primeros fueron respuesta a otros sonetos o reflexiones que aparecen en "imaginariadelalma.blogspot.com", en comentarios a entradas de 8 de marzo, 11 de mayo y 23 de abril, respectivamente.
Un abrazo,
Rafa
Venturoso reciclaje, Rafa. Y cuánto de bueno en el blog y sus comentarios. Entre otros, este soneto que también enviaste el 11 de mayo:
Pasó sin lluvia mayo, y en mi esquina
el polvo dibujó su laberinto.
Diana viene ya con su sucinto
vestido resecando la verdina.
Aguardo a que rezume miel la encina
y el agua corra con rumor distinto,
mientras con tinta de mi sangre pinto
las líneas de la edad que se avecina.
Si no nos trajo mayo su promesa,
si nos hurtó las lágrimas y el trigo
y el desencuentro nos cerró la puerta,
vendrá con el verano que regresa
la voz y la palabra del amigo
a entrar por la que siempre queda abierta.
(Secundo, en fin, la propuesta de Antonio: para cuándo un blog herreriano?)
(O como Valle:
Como el enemigo
en tu sueño estoy,
te gozas conmigo...
¡Soy el que no Soy!)
Es todo un acierto, Alejandro, recoger aquí esta exquisita selección de sonetos de Rafael, un poeta en el silencio que escribe con la generosidad de no dejar su lengua natal en el olvido.
Enhorabuena a ti y a él, y gracias a él y a ti por esta entrada.
Un saludo.
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