La Vida no repite.
Por una vez se abren
los ramajes
de su árbol de especies,
por una vez arriesga
su tesoro
al triunfo o la derrota,
inconsolable,
en perfecta
ignorancia.
...Las hormigas
hambrientas,
afanosas,
por húmedos y ciegos
laberintos,
las abejas,
geométricas,
doradas,
en estrictas
repúblicas,
las avispas
discordes
con el anillo amargo
de la envidia,
las langostas
metálicas,
de armadura
impecable,
en sonoros
ejércitos
al sol,
el lento escarabajo
inmemorial
a fuerza
de cada instante,
las voraces libélulas,
vertiginosas,
en ilusorios
círculos
de agua,
las descuidadas
mariposas
de polvorientas alas
en alegre
desorden,
la araña
inteligente,
en su telar
siniestro
de inconfesable
oficio,
el escorpión,
magnífico,
saliendo
de la piedra
aún dormido
y terrible,
el ciempiés
singular,
de simétrica
vida,
de fascinante
paso
pavoroso,
las torpes multitudes
de las moscas
efímeras,
la orquesta atolondrada
y pegajosa
de los mosquitos
vanos,
los odiables parásitos,
recónditos,
los que chupan
la sangre
en el amparo
cálido
del animal
y vosotros, los últimos
testigos, los gusanos
del fango
y los cadáveres,
ignorantes,
por fuerza,
del sentido
de lo que estáis haciendo.
(Julio-1984)
Antonio Hernández Marín,
Cuaderno B (años 80)
Por una vez se abren
los ramajes
de su árbol de especies,
por una vez arriesga
su tesoro
al triunfo o la derrota,
inconsolable,
en perfecta
ignorancia.
...Las hormigas
hambrientas,
afanosas,
por húmedos y ciegos
laberintos,
las abejas,
geométricas,
doradas,
en estrictas
repúblicas,
las avispas
discordes
con el anillo amargo
de la envidia,
las langostas
metálicas,
de armadura
impecable,
en sonoros
ejércitos
al sol,
el lento escarabajo
inmemorial
a fuerza
de cada instante,
las voraces libélulas,
vertiginosas,
en ilusorios
círculos
de agua,
las descuidadas
mariposas
de polvorientas alas
en alegre
desorden,
la araña
inteligente,
en su telar
siniestro
de inconfesable
oficio,
el escorpión,
magnífico,
saliendo
de la piedra
aún dormido
y terrible,
el ciempiés
singular,
de simétrica
vida,
de fascinante
paso
pavoroso,
las torpes multitudes
de las moscas
efímeras,
la orquesta atolondrada
y pegajosa
de los mosquitos
vanos,
los odiables parásitos,
recónditos,
los que chupan
la sangre
en el amparo
cálido
del animal
y vosotros, los últimos
testigos, los gusanos
del fango
y los cadáveres,
ignorantes,
por fuerza,
del sentido
de lo que estáis haciendo.
(Julio-1984)
Antonio Hernández Marín,
Cuaderno B (años 80)
3 comentarios:
¡Coyle! Buenísimo el poema.
O una descripción minuciosa de la fauna menor de los jardines de Las Aguilas.
Me ha encantado el poema.
Mercedes Montero
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