Sé todos los cuentos, se quejaba León Felipe, y no digo que mintiera. Apuesto, sin embargo, a que éste no le había oído.
Los djinns son el símbolo de la relación entre el poder y la impotencia. Lo son también de la relación entre la fealdad y el buen gusto.
Estos símbolos llegan a su punto culminante en la historia de la hija de un rey hindú que cambia de sexo con un djinn. Éste accede únicamente por bondad, para sacar a la princesa de un apuro, pues ella se hacía pasar por un muchacho y he ahí que debe casarse con la princesa de China. Convienen en devolverse sus sexos respectivos dentro de un plazo de nueve meses. La princesa-príncipe acude a la cita, pero el djinn se niega a cumplir lo pactado. ¡El caso es que se ha enamorado de otro djinn y espera un hijo de él!
(Michel Gall, El secreto de Las mil y una noches, Barcelona: Plaza & Janés, 1976, p. 104).
2 comentarios:
Del tibet, unos fragmentillos curiosos, recogidos por Margret Causemann. No se si estan online en alguna otra traduccion.
No todo iba a ser rezar, en el bendito Tibet...
Publicar un comentario